‘Royals’ que cambian el palacio por la pasarela
De Nicolás de Dinamarca a Amelia Windsor, una larga lista de aristócratas están haciendo incursiones en las pasarelas o incluso convirtiendo la moda en su profesión
La aparición de miembros de la realeza en revistas de moda no es un fenómeno nuevo; princesas como Diana de Gales, Mary de Dinamarca o Carolina de Mónaco posaron de forma puntual para la portada de Vogue (los Windsor también se han prodigado en la biblia glossy de la alta sociedad británica, Tatler) en números considerados “de coleccionista” precisamente por las dificultades que entraña para una publicación lograr cerrar una exclusiva así. Pero en los últimos años, y gracias a la relación más desprejuiciada que las nuevas generaciones de royals han establecido con la moda, la excepción parece estar convirtiéndose en norma.
La más veterana —y no tanto por su edad, 31 años, como por su dilatada experiencia en la alfombra roja y delante de la cámara— es Carlota Casiraghi. La monegasca acaba de protagonizar la campaña de otoño 2018 de Yves Saint Laurent (también es embajadora de Montblanc y antes lo fue de Gucci), y ha sido retratada en varias ocasiones en W o Vogue Paris (aquí, por el que fuera fotógrafo favorito de la realeza, el hoy repudiado Mario Testino). Su prima, Pauline Ducruet, sigue sus pasos; en 2014 fue nombrada imagen de la línea de piel y cuidado solar de Lancaster en Asia, y acaba de licenciarse en diseño de moda por la prestigiosa escuela Parsons en Nueva York.
De la nueva camada, el que más titulares está acaparando últimamente es Nicolás de Dinamarca. Y no solo porque su debut sobre una pasarela fuera ni más ni menos que en el desfile de despedida de Christopher Bailey en Burberry; ni tampoco porque, para no perdérselo, decidiera saltarse el luto por la muerte de su abuelo Enrique. Lo que hace particular su situación es que Nicolás ocupa un nada despreciable séptimo puesto en la línea de sucesión al trono danés (es el hijo mayor del príncipe Joaquín, y nieto de la reina Margarita). Su padre dejó claro en la revista Billedbladet que el futuro de Nicolás, de 18 años, está enteramente en sus propias manos, y el hecho de que el joven acabe de fichar por la agencia Scoop Models da pistas de hacia dónde quiere dirigir sus pasos.
Aunque es improbable que Nicolás porte alguna vez la corona, tendría que suceder un verdadero cataclismo para que lady Amelia Windsor, de 22 años, se viera en esa tesitura. La nieta del duque de Kent —primo de Isabel II— e hija del conde de St. Andrews ocupa el puesto 37 en la sucesión al trono británico, lo que le da absoluta libertad de movimientos. De momento la representa Storm (la agencia que descubrió a Kate Moss o Cara Delevingne), y ha desfilado en dos ocasiones para Dolce & Gabbana. También protagonizó su campaña de otoño 2017 (en un alarde de sutileza, los diseñadores le colocaron como accesorios una tiara y un bolso con la palabra “Queen”). Nombrada por Tatler “el miembro más bello de la familia real”, Amelia ha realizado prácticas en Bvlgari o Azzedine Alaïa, y acaba de pasarse al lado creativo diseñando unos zuecos, unos botines y un cinturón para la firma Penelope Chilvers.
Lo cierto es que muchas de las llamadas BBB (beautiful blue-blooded, bellezas de sangre azul) jamás habrían pisado una pasarela si Dolce & Gabbana no hubieran decidido encomendarse a los influencers e "hijos de" para captar al cliente millennial. Entre las aristomodelos que han desfilado o posado para los italianos están también Kitty Spencer (sobrina de Diana de Gales y estrella de Instagram); Olympia de Grecia (hija de Pablo y Marie-Chantal de Grecia, hizo prácticas en Dior, estudió en Parsons y en 2016 participó en una campaña de Michael Kors); las tres hermanas Manners (hijas del duque de Rutland y apodadas por Vanity Fair “las Kardashian de Reino Unido”), o Leonor de Habsburgo (hija del archiduque Carlos de Habsburgo y nieta del barón Thyssen).
Más allá de las monarquías europeas, destaca el caso de la princesa Keisha Omilana, esposa del príncipe Kunle Omilana de Nigeria. Nacida en California, antes de casarse se licenció en moda en Chicago, apareció en películas como Zoolander y trabajó como modelo para numerosas marcas de cosmética (la llamaban “la chica Pantene”). En 2017 creó una iniciativa en Londres, donde vive, para impartir talleres sobre pelo rizado que bautizó, muy oportunamente, “una corona de rizos”.
Entre las que se dedican al diseño destacan Marie-Chantal Miller, que en 2000 fundó su exitosa firma de ropa infantil; la princesa Nejla de Jordania (hermana de Noor), que ha lanzado una colección de joyas con la firma Damas; o la princesa Sirivannavari Nariratana, de Tailandia, que tiene su propia marca de ropa y accesorios. Unas pocas, además, cambiaron salir en las revistas por trabajar en ellas. Es el caso de Elisabeth von Thurn und Taxis, heredera de una importante dinastía alemana y colaboradora del Vogue norteamericano desde 2012; o el de la princesa saudí, empresaria e icono de estilo Deena Aljuhani Abdulaziz, que pasará a la historia por ser la directora más breve de la historia de Vogue al permanecer solo dos números al frente de su edición de Arabia.
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