Gloria, acoso y desprecio: la verdadera historia de nuestro mayor logro eurovisivo en los últimos 39 años
La malagueña Anabel Conde recuerda su segunda posición en 1995, a la que sucedió una serie de reveses que incluyen el acoso de un productor
Cinema paradiso es una de esas películas universalmente consideradas como material para la lágrima. Pero cuando Anabel Conde (Fuengirola, Málaga, 1975) la estaba viendo una tarde del invierno de 1995 en su salón no fue ella la que lloraba, sino su madre, que apareció hecha un manojo de nervios por la puerta. Le dio la noticia: acababan de llamar por teléfono para decirle que su hija, de 19 años, había sido seleccionada para representar a España en Eurovisión. Sería en 1995 en Dublín (Irlanda).
Meses después, tras actuar en la gala y terminar en el puesto número dos, Anabel dejaría para España nuestro mejor puesto en Eurovisión en casi 40 años (en 1979 Betty Missiego quedó también la segunda, una competición que hubiésemos ganado si no fuese porque nosotros mismos dimos diez puntos a Israel, que iba segundo, y nos robamos la victoria). La canción de Anabel Conde, Vuelve conmigo, podría haber pasado por otra balada genérica de las que a veces enviamos a Eurovisión si no fuese por una interpretación vocal que sigue a día de hoy considerada de las mejores de la historia del festival. Hasta tal punto de que miembros de la propia organización, al oír la maqueta (grabación casera), estuvieron seguros de que aquella chica de 19 años no podría repetir en directo eso sobre el escenario. Pero lo hizo.
"Esa situación de acoso conmigo duró aproximadamente un año. Y hay más casos. Conozco a más chicas que han vivido la misma historia. Siempre hay alguna historia"
Anabel, que hoy tiene 42 años, llevaba cantando desde que tenía uso de razón. “Repetía todo lo que escuchaba en la radio y la música que ponía mi madre”, cuenta desde su Fuengirola natal, donde actualmente es profesora en un colegio de música y de inglés y donde vive con su hija de ocho años. “A partir de los 12 empezó a interesarme la música negra y a los 16 el ayuntamiento de Fuengirola me financió mi primera maqueta”. Esa grabación viajó a Madrid, donde pasó por manos de varios familiares hasta caer en las de un representante. Impresionado por la voz de aquella chica menuda, le consiguió una prueba en la multinacional discográfica BMG Ariola.
En la prueba cantó I will always love you (la popularísima canción que interpretó Whitney Houston para la película El guardaespaldas), que en la época aún reinaba en la radiofórmula y que se ha quedado posteriormente como un clásico para demostrar poderío vocal en concursos y pruebas de talentos. “Hubo una chica del equipo que se puso a llorar al oírme de pura emoción, según me contó después”, recuerda Conde.
Anabel firmó un contrato con la compañía, pero un ajuste de plantilla hizo que muchos de los proyectos pendientes saltasen por los aires. Ella decidió quedarse con uno de aquellos ejecutivos despedidos, Manolo Cubell, y firmar con una discográfica pequeña catalana llamada Jercar, con la que grabó unas cuantas maquetas.
Una de ellas era Vuelve conmigo, compuesta por Chema Purón (que también escribió temas para Paloma San Basilio o Nana Mouskouri). Era la canción que iba a llevar a Eurovisión, pero aquella tarde, cuando le confirmaron que Radio Televisión Española la había seleccionado en un proceso interno, ella ni sabía qué tema tendría que defender ante millones de espectadores en el Point Theatre de Dublín (Irlanda). Se enteró por los periodistas, que la empezaron a llamar a casa poco después de que su madre recibiese la noticia.
Actuación de Anabel Conde en Eurovisión, calificada como una de las mejores de la historia del festival.
“Me alegré mucho, llevaba tiempo esperando una oportunidad. Pero por otro lado me preocupé: España siempre quedaba fatal. Pero me dije: ‘Yo voy a hacerlo lo mejor posible y ya está”. Para ello, Conde se atrevió a convertir la parte final de la canción en una especie de montaña rusa melódica, con unos tonos que no solo subían y bajaban en intensidad, sino que pasaban con una facilidad pasmosa del agudo al grave. “Llegué allí como última en las apuestas. Mucha gente empezó a decir incluso que mi canción era un montaje, que yo no iba a poder cantar en directo eso que estaba grabado”. Pero entonces, Anabel cantó.
Vuelve conmigo llevó a España a ser favorita en las apuestas tras los primeros ensayos. No se caía de los cinco primeros puestos. “Me empezaron a llamar 'el caballo negro', como en el ajedrez, que en cualquier momento podía dar un avance y quedar la primera. Salí en un periódico de Irlanda como posible ganadora y ahí es cuando RTVE empezó a ponerse nerviosa”.
Las críticas de Conde a RTVE no son nuevas. Ya ha hablado en ocasiones anteriores de cómo se sintió maltratada por la televisión pública y ha arremetido directamente contra ellos a través de sus redes sociales en alguna ocasión. “Estaban muy preocupados por si ganábamos. Empezaron a llamar a Maite Segura [entonces encargada de la delegación española en Eurovisión] y le preguntaban: '¿Qué pasa con la niña?'. Yo noté esa tensión. Es más, la canción ganadora (Nocturne, del grupo noruego Secret Garden) fue acusada después de plagio. Si RTVE hubiese querido, podía haber puesto una demanda o al menos haber intentado impugnar el resultado de alguna manera. Pero se quedaron con lo que ellos querían: un buen puesto, pero sin la responsabilidad de organizar el festival al año siguiente”.
“Estaban [RTVE] muy preocupados por si ganaba. Yo noté esa tensión. Se quedaron con lo que ellos querían: un buen puesto, pero sin la responsabilidad de organizar el festival al año siguiente”
¿Pero hay algo de realidad en la extendida idea de que España lleva años jugando a perder en Eurovisión? “A España le gustaría ganar, pero con nuestro nivel no podemos”, cuenta Mauro Canut, compositor y director de estrategia digital de The Good Click que en 2011 fue presidente del jurado español del certamen. “El resto de países invierten más dinero en todo: en vestuario, coreografía, escenografía, relaciones públicas entre eurofans del resto de Europa… RTVE no tiene dinero para eso. Y a eso hay que añadir que la música española en el resto de Europa no existe. Muchos artistas del este que ganan son desconocidos aquí, pero superestrellas por toda esa zona”.
“Que RTVE no me trató bien se puede comprobar viendo cualquier recopilatorio de los que emiten", prosigue Anabel. "Ponen en ellos a cualquiera antes que a mí, cuando he sido el mejor puesto en los últimos 40 años”. Conde relata una anécdota menor, pero llamativa sobre este trato: durante años no tuvo la cinta de vídeo con su propia actuación en Eurovisión porque, tras prestarle las que tenía a varios amigos, llamó a RTVE y allí le respondieron “que ellos no la tenían". "Puede que ahora sí haya una animadversión personal –prosigue– porque a estas alturas he dicho muchas cosas que han podido sentar mal. ¿Pero antes? ¿Qué había hecho yo antes para que me trataran así?”.
A su regreso de Dublín fue recibida como una estrella en Fuengirola, donde habían colocado pantallas gigantes para seguir su actuación. Dos años después, con solo 21, tenía su propia plaza en el pueblo. “Paso de vez en cuando por ella. Es una sensación rara. Mi abuela, que murió hace dos años, vivía allí al lado”.
¿Pero qué pasó tras Eurovisión? La historia empieza aquí a torcerse para Anabel. “Un montón de países se habían ofrecido a publicar un álbum mío, pero mi discográfica dijo que no, que había que centrarse en España. Y aún así no hicieron absolutamente nada. No pagaron a nadie, a mí tampoco. Yo no gané un duro por ir a Eurovisión ni por mi primer disco, que se vendió bien. No pagaron ni a los músicos del estudio. Lo que yo gané fue únicamente por los conciertos que di”.
Después llegó el que es probablemente el episodio más oscuro de su carrera, y del que Anabel todavía habla con cautela y sin querer explayarse con detalles. “Tuve un problema con una persona de la industria musical que pretendía conmigo... otras cosas. Unas cosas de las que ahora mismo se habla mucho en Hollywood”. Habían pasado solo 12 meses desde Eurovisión y Anabel rondaba los 20 años. Según lo que cuenta, se dio una situación en la que alguien con poder le puso unas condiciones ilícitas a cambio de impulsar su carrera. “Él quería conmigo lo que quería y amenazaba con hacerme la vida imposible si no lo conseguía. Y yo no cedí, sino que dije: paro, lo dejo. No quiero decir el nombre de esa persona que, además, me enteré hace poco de que había muerto”.
“Yo siempre he sido muy fuerte. Esa situación de acoso conmigo duró aproximadamente un año. Y hay más casos. Conozco a más chicas que han vivido la misma historia. Siempre hay alguna historia. Yo no pensé en denunciarlo por aquel entonces. Tal vez hoy hubiera sido diferente. Ni siquiera me atreví a contárselo a mis padres. Lo hice más tarde y me apoyaron. A la única persona a la que se lo conté fue a mi hermana, que es mucho más joven que yo, pero se lo cuento todo”, comenta.
Anabel decidió alejarse de todo y recuperar sus estudios, que había dejado en las pruebas de selectividad para centrarse en la música. Estudió magisterio musical e inglés. Se casó, tuvo una hija, se separó. Durante todo este tiempo volvió a probar suerte en proyectos musicales: estuvo viviendo en Londres (donde iba a formar parte de un grupo musical que finalmente no llegó a buen puerto), formó parte de la Orquesta Alcatraz, de un dúo llamado Dabel y, en los últimos años, volvió al entorno eurovisivo haciendo coros para Andorra en 2005 o presentándose a la preselección española en 2010 con Sin miedo, otra balada de corte eurovisivo. Pero, pese a lucirse vocalmente como se esperaba de ella, la victoria se la llevó Daniel Diges con su tema Algo pequeñito.
A día de hoy sigue actuando con su repertorio (su último disco, Toda una mujer, fue publicado en 2014 y financiado por sus propios admiradores) y es invitada habitual a fiestas eurovisivas por toda Europa. Pero vive fundamentalmente de ser profesora. “Es curioso, pero los países que no me votaron son los que más me llaman: Suecia, Reino Unido, Alemania…”. Pese a que en su día se cansó de cantar continuamente Vuelve conmigo, hoy la vuelve a entonar con gusto. "A esa canción le debo todo", señala.
¿Alguna apuesta para Eurovisión 2018? "Amaia y Alfred me gustan mucho, especialmente ella. Yo creo que este año quedaremos bien, en un octavo puesto". Sobre su propia carrera concluye: “Hay gente que cree que he tenido mala suerte. Yo no lo creo. Cuando alguien me dice que la vida ha sido injusta conmigo, yo respondo que casi nadie ha tenido las vivencias que tengo yo. Todo depende de cómo se mire".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.