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LA PARADOJA Y EL ESTILO
Columna
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La crema antiedad

Entretiene más un buen escándalo sexual que uno por corrupción, pero en España somos más de codicia que de lujuria

Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes en la presentación de sus candidaturas para las elecciones de marzo de 2015.
Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes en la presentación de sus candidaturas para las elecciones de marzo de 2015.Uly Martín
Boris Izaguirre

¿Cuál es la mejor edad para dejar de usar una crema antiedad? La pregunta me la hicieron minutos antes de que Cristina Cifuentes renunciara a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Ninguna, porque las cremas, como los másteres, deben ser para toda la vida. Lo más notorio, al menos para mí, del vídeo de Cifuentes asumiendo un “error involuntario” en un supermercado de Vallecas, es que —al contrario de los regalos de la trama Gürtel, que siempre eran artículos de lujo— la expresidenta optó por la eficacia de una crema y no por su allure (seducción). Como bien anuncia la firma de cosméticos en liza, se trata de productos que “trabajan la firmeza de la piel, una preocupación entre mujeres y hombres que superan los 40”. Y el resultado se confirmó en el rostro de Cifuentes que no lloró en su renuncia y mantuvo la firmeza hasta el último instante.

Una crema no es una pomada y el Partido Popular es más una pomada que una crema. Asombra que el juicio del caso Gürtel se extienda durante una década mientras que recuperar el vídeo de Cifuentes en un supermercado fuese cuestión de días. Es más difícil demostrar una supuesta financiación cara e irregular que un posible brote de cleptomanía. Lo mejor sería que el PP sacara una línea de cremas antiedad para financiarse de manera transparente. Serían unas cremas antirrobo.

El vídeo de Cifuentes —que ella calificó de acoso y derribo hacia su persona, pero sin indicar por parte de quien— me recordó a ese angustioso momento en el que Winona Ryder fue pillada robando en unos grandes almacenes de Los Ángeles. Para los que crecimos con sus películas, fue demoledor. El día que se dictó condena a varios años de cárcel, yo estaba en mi gimnasio de Madrid y exclamé: “Hijos de p…a”, refiriéndome a los que la habían juzgado. Lamentablemente, el exministro Arias Cañete andaba cerca y, al escuchar mi grito, creyó que lo dirigía a él. Fue un error involuntario. Pero la vida siempre te da una segunda oportunidad sobre todo en América. Winona es ahora la estrella de una exitosa serie, Stranger Things y tiene contrato con una marca de champú donde luce melena y la acompaña la frase: “Todos merecemos… una segunda oportunidad”. Cifuentes la tendrá y será cuando Esperanza Aguirre tenga que enfrentarse a algo tan olvidado como aquellas horas del Tamayazo que la auparon a la presidencia de Madrid, desde entonces la comunidad con más pomada del reino.

Los presidentes estadounidense y francés, Donald Trump y Emmanuel Macron (en el centro), con sus respectivas esposas, Melania Trump y Brigitte Macron la semana pasada en Washington.
Los presidentes estadounidense y francés, Donald Trump y Emmanuel Macron (en el centro), con sus respectivas esposas, Melania Trump y Brigitte Macron la semana pasada en Washington. GTRES

Cifuentes escogió para su despedida un traje blanco nuclear. Como las cremas antiedad, como un mirlo blanco y como el que vistió Melania Trump para recibir a los señores Macron en Washington. Tanto Brigitte Macron como Melania apostaron por el no color y se mantuvieron muy firmes mientras sus maridos no paraban de tocarse, llamarse “amigos”, darse palmaditas y hasta revisar el estado de sus barrigas. Como si estuvieran escenificando una pomada, ese colegueo que le permita a Donald tener al menos un socio en alguna parte. En la CNN, donde no tiene socios, observaron con rubor el “romance” de los presis y enfocaron la prudencia burlona con que Trump se aproxima a su esposa. Cuando va a cogerle la mano, Melania la aparta. Ella parece no estar muy dispuesta a perdonarle pronto que le haya puesto crema a otras señoras, como la exuberante Stormy Daniels.

En esto somos diferentes, son escasísimos los escándalos sexuales en la política española. Es una lástima, porque un buen escándalo sexual siempre es más entretenido y sofisticado que uno por corrupción. Pero aquí somos más de codicia que de lujuria.

Isabel Pantoja siempre está en la pomada. Ha reaparecido en ¡Hola! como abuela, con un moño y flanqueada por dos nietos, en su nueva faceta como “intérprete de fotos históricas”. El verano pasado posó en una embarcación en Marbella casi de la misma forma que lo hiciera Lady Di veinte años atrás. Esta semana se ha apoderado de la foto frustrada en Palma de la reina Sofía con sus nietas. La reina Pantoja une a España en muchas de sus pasiones y contradicciones: consiguió esa foto y ahora es mucho más abuela que nadie. Además, mostrando dientes —como le gusta— y una tersura de piel que podría ser el porcelánico resultado de las cremas antiedad a buen precio. ¿Que pensara de todas estas pomadas la doctora de Podemos, Carolina Bescansa, desde su remoto laboratorio?

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