Si hoy fuese mañana
Hay un arte arraigado en este país, tan extendido como poco valorado, que es el de quejarse. Esta disciplina histórica y, por desgracia, infinita, la practicaba Larra en versión escrita hace dos siglos. Por aquel remoto entonces, miles de artículos recogían —algunos con más humor y otros con más realismo— la exasperante y descarada lentitud de todo tipo de procesos, encargos y labores que, lejos de ser fruto de profesionales deficientes en su condición de personas, se instalaban a la sombra de la parsimonia y la poca consideración. Se creía entonces que las personas eficientes y honrosas eran las de 200 años atrás.
Poco duraría en alto la cabeza de Larra si la levantase para ver que a las personas de 200 años después, la misma España tarda un curso entero en abonar las becas de los estudiantes. Si hoy fuese el futuro de aquel pasado tendríamos la misma respuesta del siglo XIX a aquello que se preguntaban nuestros antepasados. ¿Evolucionará el país hasta dar trato digno a los ciudadanos?
Pues, lo sentimos, pero vuelva usted mañana.— Eila Rodríguez Filgueiras. Barcelona.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.