Los nuevos fariseos
No me gusta nada el derrotero hipócrita que está tomando mi sociedad. Cada vez son más frecuentes las lapidaciones públicas a quien comete el menor error o a quien piensa o actúa de forma diferente. Y no me refiero solo a los linchamientos en redes y medios o a la persecución judicial de opiniones y actitudes. Cada vez hay más gente que calla por miedo al qué dirán o a que alguien les esté grabando. Cotillas, delatores y confidentes que han obligado incluso a los futbolistas a taparse la boca para no ver sus tacos subtitulados en el telediario. Esta especie de Gestapo de la moral a la que cada vez se suman más entusiastas es la que ha convertido a Guardiola en un lazo o a Cifuentes en un máster. Un reduccionismo inmisericorde que consiste en resaltar y publicitar de cada persona lo peor, con independencia de si ese escarnio refleja realmente la moralidad del individuo o su trayectoria vital. Con fariseos así podría volver a nacer Jesucristo que le volveríamos a crucificar.— Pablo González. Madrid.
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