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A clase sin sujetador

La adolescente Lizzy Martínez, obligada a ponerse tiritas en los pezones por no llevar la prenda interior, cuestiona el código de vestimenta de su instituto

Lizzy Martinez el pasado 5 de abril cuando enseñó al periódico local, en su casa, la camiseta que llevaba aquel día.
Lizzy Martinez el pasado 5 de abril cuando enseñó al periódico local, en su casa, la camiseta que llevaba aquel día.Tiffany Tompkins / Bradenton Herald (AP)
Pablo de Llano Neira

¿Puede considerarse un acto de indisciplina que una estudiante no lleve sujetador debajo de una camiseta? El instituto Braden River, en Florida (Estados Unidos), considera que sí. Su alumna Lizzy Martínez, de 17 años, defiende que no. El lunes de la semana pasada la adolescente fue a clase con una camiseta de manga larga y sin sujetador.

La dirección le llamó la atención e hizo que se pusiera tiritas sobre los pezones; la alumna dice que fue una “humillación” y que no hay razón para exigir a las chicas que usen esa prenda de ropa interior. Como protesta, Martínez ha decidido no llevar sujetador hasta que los responsables del instituto se disculpen y dejen de imponer su uso a las alumnas.

La madre de la estudiante, Kari Knop, explicaba este 9 de abril a EL PAÍS por teléfono desde Bradenton, la ciudad de 55.000 habitantes donde está el instituto, que su hija está “en contra de la sexualización de la mujer” y no acepta que “se le pida a las chicas llevar tapados los pezones y no a los chicos”. La madre apoya su postura e informó de que, por ahora, su hija sigue yendo sin sujetador a clase.

En declaraciones al Bradenton Herald, Lizzy Martínez dijo que el día del conflicto se puso la camiseta sin sujetador por comodidad. En su casa, le enseñó al diario su camiseta gris, una prenda holgada, sobria. La jefa de estudios, sin embargo, la llamó a su oficina, le dijo que estaba distrayendo a otros estudiantes y le pidió que “ciñese y contrajese sus pechos”, en palabras de Martínez. La escena parece idónea para ilustrar la conclusión del estudio del año pasado sobre género y roles Global Early Adolescent Study, elaborado por la Organización Mundial de la Salud y la Universidad John Hopkins: “Durante la adolescencia, el mundo se expande para los niños y se contrae para las niñas”.

A Martínez, la jefa de estudios primero le hizo ponerse otra camiseta por debajo de la de manga larga y le indicó que diese vueltas para ver si sus pechos ya estaban más sujetos. La alumna dice que la superior no quedó satisfecha y la envió a la enfermería, donde le pusieron dos tiritas sobre cada pezón. En ese momento, la estudiante se echó a llorar y optó por irse del instituto. Al día siguiente le contó a su madre lo de las tiritas.

—¡Estás de broma!, respondió Kari Knop a su hija.

La madre se reunió con los responsables del instituto y con la enfermera. Dice que le sirvió para expresar su “frustración”, pero no para recibir disculpas.

El departamento de Educación de Manatee, el municipio de Bradenton, ha admitido que la situación se debió resolver de otra manera, pero juzga, como el instituto, que no llevar los pechos ceñidos puede distraer a otros alumnos y por tanto cabe considerar que no cumple con el código de vestimenta escolar municipal. La normativa exige “limpieza y pulcritud”, y marca a las alumnas, por ejemplo, límites para lo cortas que pueden ser las faldas —hasta donde lleguen las puntas de los dedos con los brazos estirados hacia abajo, se precisa—, pero no regula el uso de sujetador.

Lizzy Martínez ha expuesto su caso a la prensa y ha protestado en su cuenta de Twitter. “Mi escuela, básicamente, me transmitió que la educación de los chicos es mucho más importante que la mía y que debo avergonzarme de mi cuerpo”, escribió en uno. Y en otro, dirigido a la cuenta de Twitter de su instituto: “Dejad de sexualizar mi cuerpo”. Posteriormente, la alumna fue bloqueada de la cuenta de la escuela.

La reivindicación de Martínez, personal y local, se inscribe en Estados Unidos en un contexto general de denuncia de la discriminación de las mujeres y del acoso sexual. Cientos de miles de personas se manifestaron en Washington el 21 de enero de 2017 por los derechos de las mujeres, un día después de la toma de posesión como presidente de Donald Trump, con un grotesco historial de machismo. El 2017 fue también el año del movimiento #MeToo, el clamor público contra el acoso que se desencadenó tras la revelación de múltiples denuncias contra el productor de cine Harvey Weinstein. El marcado componente femenino del nuevo activismo social estadounidense se ha visto plasmado también este año en el mayor movimiento civil en lo que va de año, el #NeverAgain contra las armas, que tiene como rostro y voz principal a una estudiante de 18 años, Emma González.

Ahora, una estudiante inconforme reta a su escuela a esgrimir argumentos para sostener la prohibición de no usar sujetador y cuestiona que haya normas distintas para los cuerpos de las chicas y los de los chicos, en este caso para sus pezones. La alumna sigue la estela de una reivindicación que viene de lejos; la misma que en los años ochenta, por ejemplo, la artista estadounidense Barbara Kruger sintetizó en un lema apropiado para el episodio de Lizzy Martínez: "Your body is a battleground" ("tu cuerpo es un campo de batalla").

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