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Tentaciones

Así es el documental que ha enfadado a Vivienne Westwood, la gran musa del punk

La película sobre mítica la diseñadora británica inaugura el Festival de Cine por Mujeres que comienza hoy en Madrid

Todo movimiento artístico debe tener una imagen. Eso fue lo que pensó Vivienne Westwood cuando ideó toda la iconografía punk. Lo que no sabía era hasta qué punto se convertiría en un icono de la moda gracias a ello. Ni que sus prendas hechas para transgredir los patrones establecidos, rotas y con imperdibles, iban a terminar guardadas como piezas de un incalculable valor dentro de un museo.

Jamás lo hubiera pensado cuando abrió en el 430 de King’s Road una tienda junto a su pareja, Malcolm McLaren, justo después de separarse de su primer marido y de dejar la enseñanza, y empezó a vestir a la modernidad underground británica.

De todas esas cosas y muchas más habla el documental Westwood: Punk, Icon, Activist, que inaugura hoy el Festival de Cine por Mujeres en Madrid. El film gira en torno a la figura de esta mujer que hizo de la irreverencia una marca de ropa y se encargó de extender por el mundo el espíritu de la rebeldía a través de un estilo inconfundible que la catapultó a la fama. 

La película de Lorna Tucker está configurada a modo de autorretrato. Nos adentramos en el universo de la modista desde su propia perspectiva, y es ella en la mayoría de los casos quien va desgranando su evolución a través de imágenes de archivo. No por eso resulta menos interesante el acercamiento, sobre todo si tenemos en cuenta que el objetivo en ningún momento se muestra autocomplaciente con la protagonista. Westwood aparece como una mujer apasionada, pero recorrida por multitud de aristas y también muchas contradicciones, y eso es precisamente lo que se encargan de registrar unas imágenes que nos transportan a una época en la que la anarquía se convirtió en una cuestión de estilo.

Ya desde la primera escena del documental nos encontramos con una Vivienne agresiva e impetuosa frente a la cámara. La musa del punk no podía ser una persona dócil y domesticada. Le lanza improperios a la periodista que le está haciendo una entrevista: le da pereza contar su vida.

"La musa del punk no podía ser una persona dócil y domesticada. Le lanza improperios a la periodista que le está haciendo una entrevista: Le da pereza contar su vida"

Cuando era pequeña quedó impresionada por la imagen de Jesucristo muerto en la Cruz. Tanto es así que se imaginaba que ella era un soldado que luchaba por impedir que la gente hiciera cosas malas. Las estampas de la Virgen también inspiraron a la pequeña Vivianne. Pero su mayor revolución interior fue darse cuenta de que seguir el camino estipulado, no iba a conducirle a ninguna parte. Se casó, tuvo un hijo e intentó ser una madre de casa perfecta. Quería alcanzar el sueño americano, aunque viviera en Londres, pero no pudo ser. Enseguida se dio cuenta de que todo su potencial se encontraba reprimido y que necesitaba liberarse de las ataduras. Junto a McLaren comenzaría ese proceso reinvención. Dijo adiós a su faceta idealizada y dio la bienvenida a la transgresora. 

Se trataba de destruir todo lo que fuera políticamente correcto. Había una necesidad de dilapidar las estructuras tradicionales y demostrar que los jóvenes eran la llave para transformar el mundo a base de ímpetu y rabia iracunda. No solo consistía en gritar hasta desgañitarse y arrancarse la camiseta a tiras. El punk tenía a sus espaldas una ideología, era más que una cuestión de rebeldía, y eso marcaría la vida de Vivienne para siempre.

El documental nos retrotrae a esa época de excitante efervescencia, pero tampoco se recrea (para eso, mejor ver los documentales de Julien Temple). Quizás porque a la propia Vivienne le aburre seguir hablando de ella.

A Tucker le interesa más centrarse en las dudas y las contradicciones que han marcado la trayectoria profesional de la diseñadora desde el mismo momento en el que entró a formar parte de la industria de la moda. ¿Cómo integrarse dentro de un universo tan elitista y cerrado, tan aferrado al capitalismo, cuando has sido una musa contracultural?

Esa fue la pugna interior alrededor de la que se debatió la artista desde que su marca de ropa comenzó a integrarse en el seno de la maquinaria. Al principio sus desfiles seguían trasladando la provocación a las pasarelas. Pero poco a poco su radicalidad se fue domesticando, al mismo tiempo que se abrían más y más tiendas exclusivas a lo largo del mundo. “No quiero perder la esencia de lo que vendo, quiero tener el control de cada prenda”, decía. Para al poco tiempo reconocer que se le había ido todo de las manos. A pesar de todo logró mantener su libertad dentro de la industria de la moda y se convirtió en todo un ejemplo de mujer empresaria en una década, los ochenta, marcada por el dominio de la masculinidad. Construyó un pequeño imperio a su alrededor, y con ello consiguió que dejaran de cuestionarla.

En uno de los momentos más incómodos del documental, vemos a Vivienne Westwood asistir a un show de televisión. El él la presentadora se encarga de ridiculizar sus vestidos: ¿Realmente crees que con esto se realza la belleza de la mujer?, le dice. “Sí”, contesta ella con estupor. Poco después de esta incomprensión mediática comenzarían a lloverle los premios, a pesar de las suspicacias dentro de la alta costura de incorporar a sus filas a una advenediza.

Vivienne tuvo que aprender a vivir con su éxito, con el hecho de haberse convertido finalmente en una mujer de negocios. Quizás por esa razón comenzó a desarrollar una intensa labor como activista para, de alguna manera, regresar a sus orígenes contestatarios.

A través de imágenes de archivo la vemos en una misión junto a Greenpeace en el Ártico, en la que asiste al desmoronamiento en directo de los bloques de hielo, lo que le causa una gran impresión. A partir de ese momento, las acciones y los discursos comenzarían de nuevo a integrarse en su vida y darle un sentido. También integró dentro de su ropa el ecologismo y los tejidos sostenibles.

Si hubiera algo que reprochar al documental de Lorna Tucker, sería su convencionalidad a la hora de registrar el recorrido de la artista. La directora no parece estar preocupada en romper moldes con su trabajo como sí lo estuvo la diseñadora en su momento, y se aparta de forma disciplinada de las zonas más oscuras, como el fin de su relación con McLaren. Se nota la admiración de la directora a su objeto de estudio. Al fin y al cabo, Tucker estuvo involucrada en el mundo de la moda, se convirtió en modelo después de escapar de una niñez marcada por las drogas y la vida en la calle. Cuando estaba mendigando en la estación de Charing Cross, con tan solo 16 años, un cazatalentos de una agencia de modelos le ofreció un trabajo que cambiaría su vida. Para Tucker, Westwood es una fuente de inspiración. Sin embargo, la diseñadora, después del estreno del documental en el Festival de Sundance, condenó la película a través de su cuenta de Instagram argumentando que era un trabajo mediocre y que Vivienne Westwood no era mediocre.

La directora estuvo siguiendo con la cámara a la diseñadora durante cuatro años y reconoce que su relación no siempre fue un camino de rosas por culpa de las exigencias de Westwood y su obsesión por dirigir cada minuto de lo que se grababa. A ella le interesaba subrayar su labor activista, mientras que a Tucker cómo podía reinterpretarse su figura como modelo para las nuevas generaciones.

Lo que está claro es que Westwood: Punk, Icon, Activist nos ofrece un estupendo homenaje lleno de color y de vitalidad, dos de las señas de identidad de esta mujer fuerte cuyo legado continúa presente en nuestro día a día. Lo extraño, es que no se hubiera hecho antes.

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