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Cuando una imagen en el internet chino vale más que mil palabras en una rueda de prensa

El vídeo de una periodista frustrada ante la avalancha de palabrería de una colega de profesión se hizo viral en minutos y obligó a intervenir a la censura

La periodista observa a su compañera durante la rueda de prensa.Vídeo: ATLAS
Macarena Vidal Liy

Un breve momento de espontaneidad en medio del formalismo oficial ha corrido por las redes sociales chinas como la pólvora. En una de las orquestadas ruedas de prensa en el Legislativo chino, una de esas cuyas preguntas oscilan entre lo adulador y lo banal y cuyas respuestas no tienen nada de espontáneo, una periodista de un medio chino de Estados Unidos toma la palabra y hace una larga disquisición antes de una pregunta sin mordiente.“Mi pregunta es, para mejorar el sistema de gestión de los activos estatales… teniendo en cuenta los cuarenta años de reforma y desarrollo… con el plan de nueva ruta de la seda del secretario general del Partido Comunista Xi…”. Así, durante cuarenta soporíferos segundos. En un vídeo que se volvió de inmediato viral en internet, una colega de otro medio, en un traje de chaqueta azul, se gira primero sorprendida, mira lentamente a la verborreica reportera de arriba abajo, suspira, hace rodar los ojos y, finalmente, exasperada, le da la espalda.

"China ha conseguido ofrecer a sus ciudadanos un animado universo de redes sociales que está fuertemente vigilado", sostiene Suzanne Nossel, directora general de PEN America

El vídeo, que dejaba al descubierto el hastío que ocultan muchas veces la pompa y la autocomplacencia de muchos actos oficiales chinos, despertó inmediatamente las risas en las redes sociales.

“Con ese gesto de los ojos has dicho todo lo que pensamos los demás”, comentaba un internauta; “esa mujer de azul es mi heroína”, escribía otro. A los pocos minutos ya circulaban no solo todo tipo de memes, sino también camisetas y cubiertas de móvil con la cara de fastidio de la periodista vestida de azul. Pero a los pocos minutos la censura bloqueaba ya el nombre de la reportera, Liang Xiangyi, en Weibo, el twitter chino. Los medios chinos han recibido órdenes de no dedicar espacio al incidente.

Incluso, durante unas horas, circuló el rumor de que Liang, que trabaja en un portal de información económica, había sido sancionada y se le había retirado la credencial para continuar la cobertura de la sesión parlamentaria. La información resultó falsa, aunque la periodista no volverá al Gran Palacio del Pueblo los próximos días para no volver a ser noticia. Pero que tuviera credibilidad pone de relieve hasta qué punto los medios y el público dan por asumido que hacer circular una información o “actitud negativa” en las redes está penalizado en China y puede acarrear graves consecuencias.

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Un informe que divulga este miércoles la asociación de escritores PEN America describe 80 casos de personas que desde la llegada al poder del presidente Xi Jinping en 2012 han sufrido diversos castigos —desde un rapapolvo en comisaría a penas de cuatro años de cárcel o más— por difundir “rumores” o comentarios contrarios al régimen en redes sociales. Desde el activista Zhang Wanzhong, a la espera de juicio, por publicar críticas a Xi Jinping en un chat cerrado en WeChat, el Whatsapp chino, en agosto de 2017, a la periodista ciudadana Lu Yiyu, condenada a cuatro años de prisión también el año pasado por compilar en las redes sociales una lista de movilizaciones ciudadanas de las que no se había informado en la prensa oficial.

El informe, de 90 páginas, analiza tres vías por las que el Gobierno de Xi Jinping ha conseguido un control casi absoluto de las redes sociales: la vía tecnológica, la vía legal y la vía ideológica. Por la primera, accede y censura a la información que manejan y distribuyen los ciudadanos en sus medios sociales. Por el camino legal, ha puesto en marcha una serie de nuevas normas para el control del ciberespacio y “centraliza el poder sobre los medios sociales en las manos de los altos cargos”.

El tercero, el ideológico “y quizá el más importante”, según el informe, convierte el control de las redes sociales en una “parte esencial del modelo chino de cibersoberanía, una visión que rechaza la universalidad de internet en favor de la idea de que cada país tiene el derecho de dar forma y controlar internet dentro de sus propias fronteras”.

“China ha conseguido ofrecer a sus ciudadanos un animado universo de redes sociales que está fuertemente vigilado y ha ahogado con éxito la promesa de las redes sociales de convertirse en un vehículo de expresión creativa, política y social libre”, sostiene la directora general de PEN America, Suzanne Nossel.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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