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CLAVES
Columna
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La huella feminista

Imagino que muchas de las que participaron en la movilización del pasado jueves ya habían transitado ese camino

Sandra León
Manifestación por el Día de la Mujer en Sevilla.
Manifestación por el Día de la Mujer en Sevilla.JESÚS PRIETO (Europa Press)

Nos afanamos estos días por escribir mucho sobre la movilización del 8-M. Como si con ello pudiéramos acelerar el paso del tiempo y reservar por adelantado a este acontecimiento un sitio privilegiado en la historia de la lucha por la igualdad de las mujeres.

En ese ejercicio de celebración y análisis repasamos el origen, la naturaleza y las posibles consecuencias de la protesta atendiendo a diferentes colectivos: el de género y su desigualdad como causa; el de los grupos de la sociedad civil que la protagonizaron y definieron; y el de los partidos políticos y su reacción ante la movilización.

Pero la huella más profunda del 8-M tal vez no se encuentra en el papel y reacción de esos colectivos, sino en las transiciones íntimas e individuales. Me refiero a las mujeres que tras involucrarse por primera vez en la causa feminista son incapaces de retornar a su realidad laboral, económica y familiar sin cuestionarla. Imagino que muchas de las que participaron en la movilización del pasado jueves ya habían transitado ese camino. Otras seguramente se acercaron con simpatía al movimiento y la causa de la desigualdad de género, pero manteniéndolo en paralelo a sus vidas, impenetrable a su esfera privada. Y quizás otras mujeres regresaron de la experiencia del 8-M sintiendo que la causa feminista se ha cruzado para siempre en su vida.

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Las transiciones por las que una causa, que nos apela en abstracto con identidades colectivas, acaba organizando nuestra forma ver y actuar en el mundo genera conflictos internos y alumbra incoherencias. Los que impone el feminismo no son fáciles. Supone reconocerse como protagonista de las múltiples desigualdades de género en la esfera pública y privada, en este último caso alimentadas con frecuencia por parejas, hijos, padres o hermanos. Resolver las incoherencias para recuperar la armonía comienza por revisarse críticamente en lo personal, un paso no exento de costes e incomprensión.

En la intimidad de estos cambios invisibles se gestan los grandes movimientos. Ocurre cuando encuentran su expresión colectiva, siguiendo el camino inverso: desde lo personal hacia lo político. @sandraleon_

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