Mercedes Bellido: la artista 'millennial' que rompe los esquemas contemporáneos
La ilustradora zaragozana difumina los límites del arte y el maquillaje en esta obra digna de ARCO. Dior se esconde detrás de estos brochazos de color
El ritual siempre es el mismo. Antes de coger los pinceles y enfrentarse a una nueva obra, Mercedes Bellido (Zaragoza, 1991) enciende una vela y deja que el olor a esencias y cerillas inunde su estudio madrileño. Una costumbre que quizá no influya en su forma de pintar, pero intensifica el magnetismo y misterio de su trabajo. En sus dibujos metafísicos nada es lo que parece, el límite entre el bien y el mal se difumina, los atardeceres nunca llegan a su fin e incluso los colores se abandonan a la dualidad. Asegura que no sabe leer las cartas del tarot, pero juega con los elementos esotéricos con más acierto que una adivina. Y aunque los retratos son su asignatura pendiente, consigue domesticar a los animales salvajes y las aves nocturnas. Lechuzas, serpientes, navajas o calaveras componen su universo onírico e inquietante.
Abrió las puertas a su mundo a través de Instagram, en plena crisis existencial, mientras cursaba su último año en Bellas Artes en Cuenca. Y antes de asentarse en Madrid ya tenía 9.000 seguidores, una cifra que no ha dejado de crecer a lo largo de estos años hasta convertirse en una de las ilustradoras más influyentes del panorama nacional. Pero el título de influencer no le pesa. Mercedes Bellido es una chica normal - con estilazo, eso sí, a veces en clave motera y otras con rollo futurista- que vive alejada del centro, ajena a los likes y lejos de los eventos si no son estrictamente necesarios. Por eso, Mercedes Bellido es una de las artistas más reclamadas por las firmas. "Las colaboraciones siempre me sacan de mi zona de confort, me impulsan a probar cosas nuevas", explica. Su lema es "hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes" y lo cumple como un auténtico Jedi.
Y mientras Ifema acoge una nueva edición de ARCO -La Feria Internacional de Arte Contemporáneo que pone en contacto a artistas, galeristas o clientes potenciales, ante el desconcierto de los mortales-, Mercedes Bellido descubre su nueva obra, en la que difumina los límites de la pintura y la belleza. Puede que haya encontrado la inspiración en los bodegones barrocos y los naturalistas de la Ilustración, pero la paleta de colores viene directamente del Maquillaje Dior. La artista reinterpreta los tonos y los esenciales que marcaron la historia de la maison.
Formas parte de una generación de ilustradores que están renovando la escena artística nacional y eres una de las artistas más solicitadas por las firmas. Antes de llegar hasta aquí, casi sustituyes los pinceles por los libros de Derecho.
Sí, sí... (risas) Mis padres me quitaron rápidamente esa idea de la cabeza porque debieron pensar que iba a ser un terror, el terror de los juzgados. No me arrepiento para nada de la decisión, se lo agradezco un montón.
¿Cómo empezó tu interés con la pintura?
Desde que tengo uso de razón siempre he tenido pinturas en las manos. De hecho, uno de los primeros recuerdos que tengo es en la guardería, pintando con ceras plastidecor. Recuerdo que todos los niños pintaban a las personas de color rosa y yo me rayaba muchísimo porque no las veía de ese color. Siempre he estado dibujando.
MERCEDES BELLIDO Y EL ARTE DEL MAQUILLAJE DIOR
Tus obras destacan por un aura misterioso y un tanto siniestro, ¿qué quieres transmitir con ellas?
No busco transmitir algo en concreto, sino crear una atmósfera que siempre me ha perturbado, buscar donde están los límites entre lo bueno y lo malo, lo oscuro y lo brillante. Me gusta investigar en esa línea, donde parece que todo se mezcla. Lo que pretendo es mostrar que las cosas no son tan buenas ni tan malas, que nada es tan evidente.
Otro elemento muy recurrente son los simbolismos esotéricos: cartas del tarot, biblias, calaveras... ¿Te consideras una persona mística?
Si te digo la verdad, me atrae mucho más la estética que rodea al esoterismo. Todo ese simbolismo me ha gustado siempre porque tiene mucha fuerza. Tengo muchos libros de mística y alquimia, pero yo no soy ninguna especialista, no puedo leer las cartas. Sin embargo, visualmente me parecen muy potentes, me parece que tienen un aura muy especial. No sé, es como una parte de mí yo infantil que está muy presente.
Por las perspectivas engañosas y el uso de los arcos, tus trabajos recuerdan a las pinturas metafísicas de Chirico. ¿Cuáles son tus referentes artísticos?
Chirico principalmente, me gusta mucho y además es uno de los que más mantengo con el paso del tiempo. Magritte me inspira también e Yves Tanguy, aunque no tengo nada que ver con él, me vuelve loca. Últimamente estoy bastante centrada en investigar en bodegones del barroco, me parecen muy interesantes, y también estudiando un poco sobre naturalistas de la época de la Ilustración, con libros y diarios británicos.
La naturaleza y los animales también están muy presentes en tu obra. ¿Pero ya has hecho las paces con las personas?
Todavía no. Es un reto que me propuse hace tiempo, pero aún no he vuelto a fijarlo. Todavía no estoy preparada para afrontar a personas, es una cosa que no tengo superada. Los ojos son el elemento más identificativo, pero es lo que más miedo me da.
Cuando te enfrentas al folio en blanco, ¿sufres bloqueos creativos?
Muchos. De media, uno al mes. Es terrible, pero al final aprendes a convivir con ellos. Hay días que no salen cosas, está espeso y nublado, y lo mejor es ponerte a otra cosa: contestar emails, escribir, leer... Lo que sea, menos pintar. Si no te salen las cosas, te vas a frustrar y te vas a poner peor. Lo mejor es echar el cierre y mañana será otro día.
Lo que no te asusta son las grandes superficies, es fácil encontrar murales tuyos. ¿Qué formato prefieres?
Por lo general voy cambiando. Desde que empecé a pintar en grande, que solo hace un par de años de eso, le empecé a coger gusto. Pero siempre necesito cambiar de registro y cambiar el aire del trazo. Son completamente distintos.
¿Tienes algún ritual antes de empezar a pintar?
Sí, suelo encenderme una vela. Tengo muchísimas velas y como me encanta el olor a las cerillas dejo que se llene el estudio. También tengo música puesta de fondo siempre.
¿Qué estás escuchando últimamente?
Estoy a tope con el cartel del Festival Cara B. Dellafuente, Pony Bravo, Los Ganglios, Esteban y Manuel... un popurrí rarísimo. Pero va según temporadas. A veces me da por clásica, otras por rock o garaje más duro, y de vez en cuando me pongo Violadores del Verso. Como soy de Zaragoza, cuando me entra la morriña, los escucho. Soy muy ecléctica con el tema musical.
¿El ambiente o la música de tu estudio se cuela en tu trabajo?
No sé si es casualidad, pero estos días estaba escuchando Esteban y Manuel y acabé metiendo una papaya... (risas) Igual tiene algo que ver, no sé. Los descubrí por casualidad , y la verdad es que me tienen fascinada. Me parecen increíbles.
En tu caso Instagram fue tu mejor escaparate, tu forma de darte a conocer y seguir creciendo. ¿Cómo es tu relación con las redes sociales?
La verdad es que aunque parezca mentira y suene un poco a tópico, no les hago mucho caso. Sí que es verdad que cuando eres más joven y estás empezando, tienes muchas más ganas de tener muchísimos likes y de ganar seguidores. Pero llega un punto en el que te agobias y te das cuenta de que no es necesario, de que me quita un tiempo y una energía que tampoco debería. Así que intento tenerlo cuidado y que el contenido no sea más que trabajo o cosas que me interesan. A veces incluso dejo las publicaciones programadas y no es una cosa que me quita el sueño.
¿Qué es lo peor que llevas del mundo artístico?
Pagar autónomos (risas). Es lo único: el papeleo, las trimestrales... Hay veces que tiene mucho trabajo y temporadas que no tanto; sin embargo, la cuota de autónomos es inamovible. Pero no, yo estoy muy contenta con mi trabajo, estoy encantada con lo que hago.
En tu trayectoria hay numerosos trabajos con distintas firmas de moda. ¿Qué te atrae de este tipo de colaboraciones?
Las colaboraciones siempre me sacan de mi zona de confort. Me proponen cosas que a mí a veces no se me habían ocurrido y pruebo cosas nuevas que muchas veces trascienden a mi trabajo personal.
¿En qué otros proyectos estás trabajando?
Pues... creo que ya se puede decir. Estoy trabajando en un libro que se va a publicar antes de 2019. Va a ser de animales, evidentemente. He empezado hace muy poco, es un reto muy fuerte pero tengo muchas ganas. Creo que va a quedar una cosa muy chula.
¿Y cuál es el límite? ¿Dónde te gustaría ver tus ilustraciones?
En casa de gente que le guste lo que hago. No espero hacerme rica nunca, la verdad. Me vale con eso, que la gente que lo valore, lo pueda comprar y lo pueda tener en su casa. Es lo que más me interesa del arte.
FOTOS: Antártica Estudio |REALIZACIÓN: Victoria Zárate |MAKE UP Y PELO: Junior Cedeño, maquillador Internacional de maquillaje Dior #Diormakeup
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