¿Hace frío? Vístase de colores
En apenas dos décadas, la firma napolitana Harmont & Blaine ha conseguido convencer a miles de clientes de que un poco de color no hace daño a nadie
Hay ciertas revoluciones estilísticas que la moda masculina le debe a Nápoles. Una de ellas es la relajación de las formas de su sastrería: a mediados del siglo XX, la jet europea y norteamericana que veraneaba en Capri exportó sus chaquetas desestructuradas y sin forrar a medio mundo, anticipándose en varias décadas a la llegada de la indumentaria casual al armario de hombres de todo el mundo. Otra es la introducción de colores ajenos a la etiqueta británica que, como todo el mundo sabe, es la más rígida de las etiquetas santorales. Una tercera aportación napolitana es el descubrimiento de tejidos más ligeros y cómodos, aptos para cualquier situación.
Por eso no es raro que la sede central de la firma italiana Harmont & Blaine esté, precisamente, en el Golfo de Nápoles. Aunque sus orígenes son recientes, su filosofía hunde sus raíces en la ciudad partenopea y reinventa su estilo temporada tras temporada. En 1995 presentó su primera colección en Capri, y en 2001 abrió su primera tienda en la isla. Desde allí sus responsables capitanean un pequeño imperio textil que ha logrado, en un tiempo récord, introducir un toque de dolce vita mediterránea en el armario de hombres de todo el mundo.
Ellos lo llaman upper casual, que es una forma de definir el refinamiento cómodo de camisas de algodón con cuello abotonado, polos de piqué, chaquetas que pesan poco y se adaptan a la silueta y pantalones válidos tanto para estar en la oficina como para pasear o disfrutar del tiempo libre. La clave de la firma es la flexibilidad, y por eso sus fundadores eligieron un emblema a la altura: el ‘bassotto’ –teckel–, un perro dotado de inteligencia astuta e instinto valiente. Bordado en sus camisas, prendas de punto y de sastrería, es un símbolo que representa su audacia en camisería, gracias a la cual la empresa facturó 81 millones de euros en 2016.
Ese mismo espíritu de frescura sobrevuela sobre su campaña para esta temporada. Se llama An Italian Journey y está fotografiada en Portofino, ese paraíso donde el azul del mar se une al amarillo de los cítricos y, sobre todo, a una celebración de la dolce vita que, paradójicamente, apetece de forma especial en estas últimas semanas del invierno. Llámelo colorterapia, sabiduría mediterránea o, simplemente, saber vestir el cuerpo para alegrar el espíritu.
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