'Noise' y experimentación: hablamos con la artista china Pan Daijing
Antes de lanzar su EP en julio del pasado 2017, ya ocupaba, con sus instalaciones y performances, los festivales experimentales más sonados, produciendo obra para el CTM, Sónar o Atonal
Te proponemos una alternativa maravillosa para deconstruir tu amor por el noise. Porque la rebelión contra lo burgués encarnada en el ruidismo ya no la puede ostentar tu grupo favorito de hombres blancos encolerizados y sucios.
Antes de lanzar su EP Lack 惊蛰, bajo el sello PAN, en julio del pasado 2017, Pan Daijing ya ocupaba, con sus instalaciones y performances, los festivales experimentales más sonados, produciendo obra para el CTM, Sónar o Atonal.
La artista china prueba, vehiculando sus composiciones con intervenciones físicas y danza, que el salvajismo y la incomodidad todavía encuentran lugar en las propuestas de electrónica pulida y empaquetada que ocupan hoy el museo. Romper con la asepsia de lo digital creando un orden místico y mental en el seno de la máquina es sin duda uno de los retos de la música de este siglo. Responde a nuestras preguntas desde Berlín, antes de su paso por Barcelona en el ciclo experimental DNIT este viernes.
Las pasadas navidades alguien me envió como villancico el Silent Night de Merzbow al móvil, para asombro de algunos pasajeros que giraban la cabeza en mi vagón de metro. El sonido irrumpía como un pequeño impás en la doctrina cotidiana del shock y los polígonos reguetoneros, creando un espacio propio. El mismo resultado produce escuchar algunas de tus composiciones que arrastran al oyente a una experiencia ajena y excluyente de la realidad. ¿Existe en el noise todavía la necesidad de provocar ese otro tiempo el trance para la experiencia artística?
Sí, creo que es importante construir un viaje tan lejos como cada uno se atreva y comprometerse por completo. Cuando se empujan los límites y se burla de la imaginación, lo interesante aparece de forma natural. Este tipo de cápsulas de tiempo de las que hablas son sumamente relevantes para la historia personal ya que genera un eco intenso e íntimo al mismo tiempo. Para mí esto es lo más fascinante sobre el arte y la música. No solo lo que ha de provocar o desafiar, sino qué efectos produce en aquellos que escuchan. De esta forma, es más un diálogo, como contar un secreto a un extraño a cambio de otro mejor.
En el viaje que el ruidismo emprendió hace décadas, abandonando toda complacencia estética, se encuentra el tema la negación de la imagen. En tu obra, utilizas el cuerpo como vínculo de creación de fotogramas inéditos con movimientos cercanos a lo caligráfico o lo primordial en tus performances. Respecto a estas imágenes que produces, ¿encrudecen la propuesta o la dulcifican?
Imagen y sonido siempre van de la mano para mí, en este aspecto definitivamente me siento más como un storyteller que como una compositora al uso. El sonido es una forma tan poderosa como física, cuya corporalidad entra en tus venas y te produce escalofríos, se inmiscuye en tu cerebro y desencadena un millón de fantasías.
¿Forman parte del proceso de composición?
Muchas veces una imagen me llega antes que el sonido cuando grabo y compongo. A veces, la experiencia de componer música me resulta poco concreta. La sensación de que lo que estoy creando es música se vuelve del todo vaga en el proceso porque simplemente entro en este estado dramatizado de la conciencia donde la narrativa se revela a sí misma. Entonces, cuando he terminado la pieza, respiro profundamente y al escucharla la siento como una película.
Me encuentro tan abrumada por los flujos de imágenes en movimiento desencadenadas por la música que a menudo tienden a confundir lo que es real. Es como crear un sueño dentro de un sueño, en donde todas las expresiones se duplican y crean un elenco de actores que me mantienen entretenida.
Respecto a esa corporalidad del sonido en el brillante artículo de Nina Power titulado Las máquinas femeninas: El futuro del noise femenino se propone un futuro que será femenino y maquinizado: "Las maquinas ya no sonarán a través de las mujeres serán construidas por ellas y se utilizarán no para remedar el aullido impotente de la agresión en un mundo hostil sino para reconfigurar la misma matriz del noise".
¿Podremos lograr corporalizar el sonido electrónico sin caer en el cliché de lo maquínico? Es decir, ¿de vuelta a una cierta organicidad?
Absolutamente. Creo que la fuerza motora de lo femenino permite un nivel diferente de conversación entre el humano y la máquina. Es intuitivo y abstracto. Consigue extraer la suavidad y la intimidad hasta de lo más árido o áspero. La personalidad de cada uno se muestra claramente en la creación. Cuando giras un botón o cambias un patch, accedes a un nivel completamente nuevo de frecuencias y adquieres un rol de conductor. La música digital no trata sólo de mecanismos, va más allá. Cualquier cosa puede ser modulada, sintetizada con PPG o a través de un piano preparado y finalmente puedes llegar a conocer y ser la propia máquina. Creo que el ruido como una forma de arte ya es orgánico. Se trata más de la manera en que logramos ensamblarlo y darle forma, no lo podríamos denominar un retorno o vuelta a un estado anterior.
Entre las capas que compones acostumbras a crear atmósferas grabadas directamente de la ciudad. Encontramos pasajes chinos, canadienses o europeos en tus temas, ¿cuál dirías que es tu fuente favorita?
Quizá entre todas las fuentes de sonido, la voz se destaca más porque todos tienen su voz única y muestra todas las emociones y movimientos en el tiempo. La voz cambia, pero nunca envejecerá. Atraviesa todas las capas de sonido y esculpe en la cima de la colina de lo ya codificado. Suelo utilizar instrumentos acústicos, mucha grabación de campo y, lo que es más importante para mí, las voces, para alcanzar en mi arte un aura más amplia que acelere esa llegada al trance del que hemos estado hablando y con suerte aterrizar en un estado mental orgánico.
Me intriga mucho qué elemento o concepción de la ópera se cuela en esta obra que presentarás el próximo día 26 en Barcelona llamada Fist Piece y catalogada como ópera noise. Es innegable el auge que la ópera electroacústica está teniendo en los círculos museísticos y podemos rastrear en muchas de estas piezas ciertas características operísticas clásicas como temas históricos, mitológicos, la mezcla de cultura popular, la actualidad mediática o el presentar personajes bajo efectos teatrales. ¿Qué relación uniría tu propuesta con el mundo de la ópera?
La melancolía. Nada aborda nuestra vida melancólica mejor de lo que una buena voz de soprano puede hacer. Es como una inundación que invade todo pero también deja flotar. Me encanta el tipo de elegancia dominante que plantea y a la vez la modestia que adopta. Me derrite y me hace sentir pequeña, pero también amplía mis emociones y las vuelve eternas. La ópera además es una de las mejores maneras de utilizar cada una de las formas de arte al servicio de la música para crear una ficción, ¿cómo de maravilloso es eso?
Es un concepto que se adapta perfectamente a cómo me siento con respecto a mi música y además responde a la anterior pregunta donde imágenes y música son igualmente importantes para mí. La forma en la que se desarrolla la trama en la ópera a través de la literatura, la filosofía y la psicología mantiene el misterio de la narración y le aporta forma poética por naturaleza. Deseo crear obras que se relacionen y cuyos modos se relacionen de esta manera.
No utilizo la ópera en un sentido tradicional para acceder a las instituciones, sino más como una posibilidad de lograr expresar mis formas de expresión estética. Siendo exactos Fist Piece no es una ópera, ni tampoco un espectáculo a / v, si tuviera que categorizarlo lo llamaría una instalación de video performativo aunque al fin y al cabo, es tan solo una historia que quiero compartir.
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