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Columna
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Inquisidores

Lo que intenta decirnos Rajoy es que a mayor responsabilidad pública, menos necesidad de conocimiento

Juan José Millás
Mariano Rajoy en rueda de prensa en Moncloa.
Mariano Rajoy en rueda de prensa en Moncloa.Juan Medina (REUTERS)

Rajoy hace bien en no meterse en “esas cosas”. Ya saben, en opinar si, a igual trabajo, una mujer debe ganar lo mismo que un varón. Si fuera un hombre de la calle, como usted o como yo, no tendría más remedio que definirse. A la gente normal, ya sea en las cenas familiares o en la oficina, nos piden todo el rato que tomemos posiciones. Un presidente del Gobierno, en cambio, puede permanecer al margen de la realidad. Tiene derecho a un mundo propio. La igualdad salarial entre hombres y mujeres, peste de periodistas, a mí qué más me da. A medida que se asciende en la pirámide política, se va perdiendo opinión sobre los problemas del mundo. La opinión, como fumar, terminará siendo una cosa de pobres.

En la antigüedad, a lo más que se podía aspirar era a dominar el arte de opinar fumando (véase Churchill). Hoy está fatalmente visto lo uno y lo otro. Los analistas critican mucho a Rajoy sin advertir que a través de su pereza se filtra una visión del mundo. Entre el “Luis, sé fuerte, hacemos lo que podemos”, y el “no nos metamos en esas cosas” hay un doctorado en desvergüenza. Lo que intenta decirnos es que a mayor responsabilidad pública, menos necesidad de conocimiento. Pensemos en personas como el ministro del Interior, el director general de Tráfico o Celia Villalobos, por poner tres ejemplos. El responsable de Tráfico, por cierto, acaba de decir que lo de la AP-6 pasó y volverá a pasar porque siempre ha habido pobres y ricos, hombres y mujeres, blancos y negros, etcétera, la vida es así, no la he inventado yo. De modo que a la pregunta sobre si dos seres humanos, a igual trabajo, deberían cobrar lo mismo, lo suyo es decir que depende de si uno de ellos es mujer. Pero qué pereza responder a estos inquisidores.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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