Inquisidores
Lo que intenta decirnos Rajoy es que a mayor responsabilidad pública, menos necesidad de conocimiento
Rajoy hace bien en no meterse en “esas cosas”. Ya saben, en opinar si, a igual trabajo, una mujer debe ganar lo mismo que un varón. Si fuera un hombre de la calle, como usted o como yo, no tendría más remedio que definirse. A la gente normal, ya sea en las cenas familiares o en la oficina, nos piden todo el rato que tomemos posiciones. Un presidente del Gobierno, en cambio, puede permanecer al margen de la realidad. Tiene derecho a un mundo propio. La igualdad salarial entre hombres y mujeres, peste de periodistas, a mí qué más me da. A medida que se asciende en la pirámide política, se va perdiendo opinión sobre los problemas del mundo. La opinión, como fumar, terminará siendo una cosa de pobres.
En la antigüedad, a lo más que se podía aspirar era a dominar el arte de opinar fumando (véase Churchill). Hoy está fatalmente visto lo uno y lo otro. Los analistas critican mucho a Rajoy sin advertir que a través de su pereza se filtra una visión del mundo. Entre el “Luis, sé fuerte, hacemos lo que podemos”, y el “no nos metamos en esas cosas” hay un doctorado en desvergüenza. Lo que intenta decirnos es que a mayor responsabilidad pública, menos necesidad de conocimiento. Pensemos en personas como el ministro del Interior, el director general de Tráfico o Celia Villalobos, por poner tres ejemplos. El responsable de Tráfico, por cierto, acaba de decir que lo de la AP-6 pasó y volverá a pasar porque siempre ha habido pobres y ricos, hombres y mujeres, blancos y negros, etcétera, la vida es así, no la he inventado yo. De modo que a la pregunta sobre si dos seres humanos, a igual trabajo, deberían cobrar lo mismo, lo suyo es decir que depende de si uno de ellos es mujer. Pero qué pereza responder a estos inquisidores.
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