De Pipi Estrada a Melendi: los instagram de famosos que parecen de otro planeta
Cuando necesites desintoxicarte de tanta perfección, no hay mejor descenso a los infiernos que las cuentas de estas celebridades televisivas patrias.
Son tiempos de belleza en Instagram. Todo brilla y todo es bonito. Demasiado. Cuando necesites desintoxicarte de tanta perfección, no hay mejor descenso a los infiernos y cura de humildad que las cuentas de Instagram de las celebridades televisivas patrias. Su éxito no se mide en likes, comentarios pelotas o regrams, sino en palas de copos de caspa y cuencos de vergüenza ajena. Porque otro timeline es posible, sí. Joder, si es posible.
El Instagram del periodista deportivo Josep Pedrerol es un experimento cuya finalidad todavía no se nos ha desvelado. Posiblemente, ni el propio Josep la sepa. Que el visitante novel no se deje engañar por las fotos corporativas con sus colaboradores de El Chiringuito: son salvas de distracción. En esencia, el IG de Pedrerol es un viaje alucinante al fondo de su mente. Y en el fondo de su mente solo importa una cosa: él. Hay diferentes Pedreroles en el IG de Pedrerol. Está el Pedrerol reflexivo: índice y pulgar sosteniendo la barbilla, mirada de monólogo interior. El Pedrerol que disfruta de la vida: ojos entornados, sonrisa milimetrada que se repite exactamente igual en todas las fotos y pulgares arriba en plan: “todo bien, socio.” El Pedrerol locker room: pillado en el vestuario del gimnasio con el pelo húmedo, la camisa todavía por abrochar y la taquilla al fondo. El Pedrerol juguetón: un tipo imprevisible, que escapa de las presiones del share y se permite jugar con su crin plateada… Y todo este despliegue de Pedreroles, ejecutado con la impericia de un madurito interesante que llega diez años tarde Instagram. Genio.
Los mundos de José Manuel Parada comprimidos en pequeñas diapositivas arabescas. Su IG es como una exclusiva del Pronto en fascículos. Me quedo con los viajes exóticos y las noches aladinescas del ex presentador de Cine de Barrio: chilabas, babuchas, pareos, caballos, Tánger, Santo Domingo y lo que le echen. Son fotos sin desperdicio que merecen ser analizadas al detalle y en las que suelen aparecer misteriosos personajes de procedencia no especificada, amén de Falete. Parada es Dios: ni siquiera una trap queen como La Zowie sería capaz de llevar unos Crocs blancos con tanto estilo.
Entrar en el Instagram de Emma García es como beberte un vaso de champagne rosé en plena era del cóctel de autor. Te sientes viejoven, pero te gusta. Hay algo de hipnótico en los estilismos de la presentadora. Tirantes y botines; sombreros de fieltro estilo Marujita Díaz; camisas con volantes; minifaldas de leopardo; pantalones de señora mayor; momentos rockeros con chupa de piel y flecos… Ahora que se impone la moda distópica oversize de Kanye West y se ha instaurado la dictadura de las marcas del gilimoderno, Emma García se revela como una radical de la estética. Una vuelta a las raíces actualizada. Si las fotos te fascinan, los comentarios pueden volverte loco: mientras unos se dedican a recordarle que Mujeres, Hombres y Viceversa apesta, otros le dicen que es la nuera que nunca tuvieron. Emma es como el cilantro: se odia o se ama (pero siempre huele a champú.)
El Piponazo. Periodista deportivo metido a celebrity. Un señor que nos recomienda en Twitter una marca de tejanos, sentado en un portal en plena calle. El ex de Terelu Campos… Podría estar así un día entero y no terminaría de presentar a don José Manuel Estrada, nombre artístico Pipi. La España que vemos en su IG es la de las comidas en asadores hasta las 19h, los partidos de veteranos del Madrid, los potenciadores sexuales y las discotecas castizas con azafatas vestidas como en los 90.
Es caspa bien: con ondulaciones capilares que parecen olas en Tarifa, camisa por dentro, americana pija y tejanos rotos. No hay encuadre, no hay luz, todo sale a chorro en el IG de Pipi, con sus tomas desenfocadas e imágenes de su paquete. Especialmente celebradas son las fotos con señoritas imponentes en extraños lugares de la España profunda. Pero no todo es fuckerismo en su IG. Pipi es un sentimental y es capaz de recordar sus días de vino y rosas con Terelu Campos. No pone en ningún lado que sea su cuenta oficial, pero es tan buena que quiero pensar que sí. ¿Puedo?
"MAXIMA AUTORIDAD MUNDIAL EN OCULTISMO SUPERDOTADA, CI, SEMEJANTE A EINSTEIN Y BILL GATES, BRUJA Y DOMINATRIX!!" Si no es mi frase de presentación de Instagram favorita poco le falta. Parece difícil que el contenido de la cuenta esté a la altura de tanta épica, pero lo está. Aramis es la absoluta protagonista, bueno ella y su ajuar kitsch de mayorista chino. El concepto bloguera es insuficiente para describir su IG: esa facilidad para encontrar escenarios donde posar, esos looks de mafiosa latina tan Raquel Mosquera, esas fotos incomprensibles de bolsos Vuitton (quiero pensar que son auténticos), ese todo. Ningún oráculo nos aviso de que el fin del mundo estaba en la cuenta de Aramis Fuster, alias “Máxima Autoridad Mundial en Ocultismo Superdotada.”
Desolación y seborrea. Toreros y vedettes. El Instagram de Arévalo es feísmo español envejecido en barrica. Imágenes borrosas de ceremonias y actos celebrados en los rincones más inhóspitos de nuestra geografía. Cenitas con el tipo de Cruz y Raya que imitaba a Jesús Gil. Fotos de Fernando Esteso en trance. Es todo tan anti-Instragram que uno tiene la sensación de estar viendo una performance antisistema, como el primer concierto de los Sex Pistols. Y es que el viejo Paco lleva ya unos años profanando el concepto de selfie. Es el maldito punk de las selfies. Caras grotescas mal enfocadas, papadas en perspectiva, píxeles a tutiplén, trozos de cabeza que aparecen en primer plano como icebergs… Lo de Arévalo no son selfies: son anarquía y caos en tiempos de uniformidad y control. El V de Vendetta de las autofotos.
Al igual que su música, el Instagram de Melendi no es gran cosa, pero solo por ver al asturiano disfrazado de astronauta, con E.T. el extraterrestre entre sus brazos, ya vale la pena visitar su cuenta al menos una vez. Saldrás con vida, tranquilo.
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