Muchas leyendas se ciernen sobre este municipio de Huesca en la frontera con Francia nazis, oro y una gran red de espías que se tejió en torno a su estación internacional. Medio siglo después de su cierre, el pueblo conserva la esperanza de volver a verla en marcha.
Vista desde el tren regional que llega a Canfranc, conocido como el canfranero, al anochecer.Carmen SecanellaVista exterior de la estación de Canfranc con dos vagones restaurados.Carmen SecanellaDe izquierda a derecha, Pilar Morales, Ángel Sánchez y Julián Herrezuelo, vecinos del municipio, caminan por el andén.Carmen SecanellaSeñales y mobiliario antiguo.Carmen SecanellaVagón apartado en los alrededores del pueblo.Carmen SecanellaUn grupo de turistas visita el vestíbulo del edificio.Carmen SecanellaJulián y Lina, un matrimonio que vive en Canfranc, muestra una foto de ellos cuando eran jóvenes.Carmen SecanellaSaco de correos de 1935 que custodia Pepita.Carmen SecanellaPepita conserva en su buhardilla baldosas de la estación.Carmen SecanellaCementerio de Canfranc Pueblo, donde estarían enterrados un fugitivo judío y un general nazi.Carmen SecanellaUn grupo de turistas contempla el espectáculo de luces que por las noches se proyecta sobre el edificio.Carmen SecanellaVista de la estación desde el interior del Canfranero, el regional que llega hasta el pueblo.Carmen Secanella