
Cuando el matrimonio precoz es la norma y la educación, una excepción
Con poco acceso a la escuela y un altísimo índice de pobreza, el futuro de las mujeres y niñas del alto Atlas marroquí pasa por un casamiento prematuro


Sin prácticamente acceso a la educación y un altísimo índice de pobreza, su futuro con gran seguridad será un matrimonio prematuro que perpetuará su difícil situación en estos enclaves remotos. Un informe del departamento de estudios semíticos de la Universidad de Granada, de hecho, afirma que el 84,2% de las mujeres del entorno rural son analfabetas, es decir, casi nueve de cada 10.
Fátima nunca ha ido al colegio y no sabe cuántos años tiene. Vive desde que tenía 40 días con sus abuelos paternos. Su madre murió al poco de nacer ella, su padre se volvió a casar y su nueva esposa no quiso hacerse cargo de ella. La niña vive en la aldea de Akka Nouarin, que tiene un acceso realmente complicado. Su comunicación con el pueblo más importante, Imilchil, es difícil.


En 2004, el Código de Familia marroquí prohibió el matrimonio de menores de 18 años, sin embargo las cifras de los últimos años arrojan un aumento. Según el Ministerio de Justicia de Marruecos antes de la prohibición, en 2004 fueron casadas 18.341 menores y, sin embargo, en 2013 el número llegó a 35.000.
Hanane, una niña de ocho años en el umbral de su casa, en la aldea de Akka Nouanin. Hace unos meses empezó a asistir a la escuela primaria que acaban de abrir en la aldea. Es muy posible que no pueda ir durante mucho tiempo: su madre dice que la familia es muy pobre y necesita a la menor para ayudarla en las tareas domésticas y con los animales. Su aldea se queda aislada por la nieve durante algunos meses en invierno.



El nuevo Código de Familia permite a los jueces derogar la prohibición bajo un gran número de excepciones, según afirma Aatisa Timjerdine, presidenta de la Asociación Democrática de Mujeres de Marruecos, con lo que la efectividad de la prohibición es bastante limitada.
A Jamna la casarón cuando tenía diez años. Nunca ha ido a la escuela, ni ha visitado un hospital. Tiene ocho hijos y ninguna de las chicas ha ido al colegio. Es una nómada bereber que vive de sus cabras.









Nejma tiene seis años y tampoco va a la escuela. Es hija de una familia de pastores, por lo que vive unos meses en la zona más alta del Atlas marroquí y, otros, en los valles más bajos. Sus padres no tienen dinero para pagarle un internado en el pueblo más próximo, Imilchil.
Contrasta comprobar con qué rapidez han llegado hasta los enclaves remotos del alto Atlas ya las nuevas tecnologías. Sin embargo, la educación y el desarrollo para las niñas y mujeres va a paso de tortuga.