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CLAVES
Columna
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Ritmos de ruptura

Si no hay voz, no hay lenguaje para denunciar o hablar del problema que aún no tiene nombre

Máriam M-Bascuñán

Una velocidad de vértigo resumía el carácter de la época. Todo se movía rápido y nada permanecía inmóvil: la distopía de la técnica, el mosaico de identidades, los bastiones urbanos de la modernidad, la ruptura de los viejos pactos y valores, los partidos políticos que ahora se llamaban movimientos. Al reaccionar contra el estático sistema, decidieron transformar la política en algo excitante y vertiginoso que acompañara el ritmo de los tiempos: Keep moving and set everything around in motion! Cuenta Philipp Blom que la “era del movimiento” sonaba a jazz.

La marginalidad de los speakeasies se coló en el corazón de la sociedad con la indecente provocación de las notas desacompasadas de las nuevas partituras. Algo insólito nacía con voces como la de Mamie Smith, la negra irreverente en la que una cultura joven reconoció su energía. Pero como sucede en los interregnos, cada paso dado hacía y deshacía. Las fricciones, el futuro incierto, los nuevos realineamientos avanzaban al son espontáneo de la acción-reacción. Si “ese ritmo sincopado era una amenaza que acechaba en todas las esquinas”, entre todas las formas de poder socavadas destacó el enorme desconcierto de una de ellas: la masculinidad.

¿Qué estaba ocurriendo? Las transformaciones de los roles femeninos generaban perturbación en las viejas visiones, agarradas a una idea estática de los hombres y las mujeres. Inseguros, buscaron refugio en salidas icónicas como la guerra: los rituales de la masculinidad bélica reafirmaban sus virtudes perdidas. Muchos de ellos simplemente no entendían los cambios, la nueva posición en el espacio público de voces que, como la de Mamie, sonaban con una trepidante furia.

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Todas ellas eran individuos (¡Obvio!) y sin embargo compartían experiencias vitales parecidas. Tomaron conciencia de que a veces no hay un lenguaje para expresar aquello que se sufre como una vejación hasta que se ponen en común públicamente esas vivencias. Y si no hay voz, no hay lenguaje para denunciar o hablar del problema que aún no tiene nombre. Entonces como ahora se vibró con corrientes y energías liberadas que querían emanciparse a su manera, sin viejas tutelas ni ideales de mujer desvanecidos. @MariamMartinezB

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