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‘Nicolás’, el perro apaleado que tiene en vilo a Oviedo

El can, de unos tres años, estaba desnutrido y deshidratado dentro de una bolsa en un contenedor de basura

Pedro Zuazua
'Nicolás' llega al albergue tras pasar por el veterinario.
'Nicolás' llega al albergue tras pasar por el veterinario.P. Z.

Oviedo lleva 7 días pendiente de Nicolás, un pastor mestizo color canela. Tiene tres años y pesa unos 30 kilos. Apareció el día 21 de diciembre dentro de un contenedor en La Manjoya, a las afueras de la ciudad. Un vecino se dio cuenta de que había un saco que se movía y exudaba, fruto de la falta de aire. Se encontró un perro dentro. Avisó a la Policía Local. La pareja de agentes que se desplazó hasta el lugar se quedó muy impactada con lo que vio. Llevaba un collar.

Nicolás estaba desnutrido y deshidratado, una de sus patas estaba herida y tenía los ojos inyectados en sangre. Tras un rápido paso por el Albergue de Animales de Oviedo, desplazaron a Nicolás a una clínica veterinaria. Allí pudieron comprobar que, además del sangrado en ojos, nariz y boca, tenía fracturados los arcos cigomáticos (la parte del cráneo situada en el entorno de los ojos). Pedro Quirós, uno de los veterinarios que lo atendió, señala que hubo que suministrarle dos litros y medio de suero. “De momento ha recuperado la visión en un ojo. Habrá que esperar unos días más para ver cómo evoluciona el otro, aunque hay daño neurológico”, indica.

Eva Rodríguez, responsable del Albergue de Animales de Oviedo.
Eva Rodríguez, responsable del Albergue de Animales de Oviedo.P.Z.

La historia de Nicolás ocupa estos días espacio en los medios locales, y también en las redes sociales. “Es un caso que llama la atención por el tamaño del perro. Normalmente cuando conoces un caso de abandono en un contenedor inmediatamente piensas en un cachorro”, explica Eva Rodríguez, responsable del Albergue de Animales de Oviedo y coordinadora de adopciones. Aunque ahora el ritmo ha bajado algo, tenían meses en los que podían entrar 70 u 80 animales.

Eva tiene cargo de administrativa, pero ejerce de mujer orquesta. Va vestida para el trabajo de campo: botas, vaqueros y chubasquero. En los 20 minutos que dura la charla recibe dos llamadas: una es de una ciudadana que dice estar viendo un perro al que puede que hayan atropellado. Eva formula varias preguntas y anota los datos en un folio. “El problema es que a veces la gente que llama no se queda al lado del perro, y luego para nosotros es complicado dar con él”. La segunda es una señora que se quiere deshacer de un perro que, asegura, es agresivo. Aquí Eva ejerce casi de psicóloga e intenta hacer ver a su interlocutora que hay otras opciones antes que dejar al animal en el albergue. Al colgar pone cara de haber tenido esa conversación tantas otras veces: “es muy fácil decir que tu perro es agresivo”.

El albergue de Oviedo es, desde febrero de 2017, una combinación de albergue y protectora. Hasta esa fecha nunca había salido a concurso, y en sus 22 años de historia, procedían a sacrificar a los animales cada jueves. Hoy, una ordenanza municipal prohíbe el sacrificio. Y desde el albergue han puesto en marcha una política de adopción por la que pelean cada día y que está dando sus frutos. Ya son más de 1.000 los animales que han salido de allí con destino a un nuevo hogar. En la actualidad, hay 250 perros y 38 gatos. En 120 jaulas.

“Oviedo es mucho más rural de lo que la gente piensa”, señala Eva, que destaca el cambio cultural que ha habido en cuanto al sacrificio de animales y al maltrato. “Ahora se rechaza la práctica de tirar una camada de gatos al río, cuando antes no se decía nada. Y también hay un punto de seguridad ciudadana, ya que nadie quiere vivir cerca de una persona violenta que es capaz de maltratar a un animal. El barrio se está involucrando mucho para dar con la persona que le hizo esto a Nicolás”, añade.

El primer día de 'Nicolás' en el albergue.
El primer día de 'Nicolás' en el albergue.P. Z.

Desde el Ayuntamiento de Oviedo señalan que la investigación sigue su curso, y destacan el movimiento ciudadano que ha desatado el caso de Nicolás. “Casos como este dicen muy poco del ser humano, ya que te preguntas quién puede ensañarse de esa manera con un animal pero al mismo tiempo dice mucho en favor de la sociedad, que se moviliza y alarma ante casos como éste”, indica Ricardo Fernández, concejal de Seguridad Ciudadana. El maltrato animal está recogido como delito en el Código Penal. El pasado mes de noviembre se decretó prisión, por primera vez en España, para un acusado por maltrato animal.

Nicolás regresó esta mañana al albergue. Estaba un poco desorientado. Al bajar de la camioneta que lo transportaba, se mostraba con algo más de ánimo que los primeros días. Ha recuperado la visión de un ojo, aunque aún le cuesta medir las distancias. Antes de entrar en la jaula, se chocó con un bordillo, fruto de la dificultad para medir las distancias -tal vez en esto pueda ayudarlo Pochi, una perra ciega y sorda de 18 años que se orienta a la perfección en el recinto-.

Nicolás ladró al oír al resto de perros. Y se puso a comer en cuanto le sirvieron el pienso. En la jaula de al lado está una mastina enorme a la que encontraron con el tendón de Aquiles destrozado. “En estos días en la clínica su carácter ha sido muy bueno, pero habrá que esperar a que pasen unos días y ver cómo reacciona cuando esté recuperado”, señala Pedro; “no parece que psicológicamente haya cogido mucho miedo a la gente, pero insisto en que eso se verá con el tiempo”.

Hasta el momento, cinco familias han cumplimentado el formulario de adopción, aunque algunas no cumplen todos los requisitos ya que tiene otros animales y no se sabe cuál será la actitud del perro una vez recuperado. La historia de Nicolás ha dado la vuelta al mundo. Ojalá sirva para que algunos de sus nuevos compañeros de albergue encuentren pronto un hogar. Ayer mismo llamaron desde Canadá para interesarse por su estado.

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Sobre la firma

Pedro Zuazua
Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo, máster en Periodismo por la UAM-EL PAÍS y en Recursos Humanos por el IE. En EL PAÍS, pasó por Deportes, Madrid y EL PAÍS SEMANAL. En la actualidad, es director de comunicación del periódico. Fue consejero del Real Oviedo. Es autor del libro En mi casa no entra un gato.

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