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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Más acuerdos como este

La subida programada hasta 2020 tiene que complementarse con un acuerdo salarial y la corrección de la precariedad laboral

Firma del acuerdo para subir el Salario Mínimo.Vídeo: Claudio Álvarez. ATLAS

La economía española necesita más acuerdos como el firmado por el Gobierno y los agentes sociales para subir el salario mínimo interprofesional (SMI) de los 707 euros actuales hasta 850 euros en 2020. El alcance directo es limitado —beneficiará a unos 530.000 trabajadores a tiempo completo cuya retribución es inferior al mínimo fijado— y está condicionado por ritmos de crecimiento y empleo. Pero más allá de eso, transmite el mensaje político —que debería confirmarse en 2018 con otros pactos— de que la política salarial puede cambiar hacia un modelo coherente con la fase de recuperación económica, dentro de los límites de la racionalidad. No es posible mantener tasas de crecimiento sostenido y una estabilidad social congruente con ese crecimiento si se mantiene la política salarial aplicada para salir de la recesión.

Editoriales anteriores

La subida del SMI es un primer paso forzado además por la necesidad política del Gobierno de ganar puntos sociales en un momento delicado; con todo, debería ser el inicio de una cadena de acuerdos necesarios, incluso urgentes. El primero, lógicamente, un pacto negociado entre sindicatos y patronal que fije una subida salarial para el conjunto de los trabajadores. Esa subida, que la sociedad reclama por motivos económicos (es la mejor forma de estimular la demanda) y de justicia redistributiva, tiene que estar relacionada con la productividad; los aumentos de salarios iguales o inferiores a la productividad no reducen los beneficios.

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Además, el Ministerio de Empleo debería estar explorando ya las correcciones necesarias en la reforma laboral para acabar con la precariedad que se ha convertido en una lacra del mercado de trabajo. Tanto la precariedad como la rotación en los empleos, el fraude de los falsos autónomos y los contratos por tiempos ínfimos deben ser erradicados o limitados si se quiere crecer sobre bases más firmes y transparentes.

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