Padres, ¿por qué esta obsesión por las cacas de colores?
La cantidad o calidad de las deposiciones son motivo de consulta frecuente a los pediatras
Mocos y cacas son dos expresiones del cuerpo humano que permiten sacar al exterior algo que llevábamos muy dentro de nosotros, algo así como una expresión material de nuestros sentimientos íntimos, independiente de raza o cultura, religión, partido político o club de fútbol, son dos características intrínsecas que aúnan e igualan al rico y al pobre, al lerdo y al genio, incluso el engreído debe pasar por el baño y no huele a flores, aunque la publicidad televisiva así nos lo haga parecer. No podemos encontrar diferencias significativas entre unos y otros si de eliminación de residuos hablamos.
A los pediatras se nos achaca ser expertos en mocos, ya que es nuestra consulta más frecuente, pero no debemos olvidar las cacas. A los padres les preocupa mucho la cantidad y cualidad de lo que su heredero emite por arriba o por abajo.
Recuerdo de mis tiempos de estudiante que nos presentaron un caso en el que un individuo imbuido de un halo místico decidió decorar el salón de su casa con un mural autodidacta realizado con excrementos propios, esto le llevó evidentemente a un centro psiquiátrico y a ser un caso relevante en una clase de psiquiatría como modelo de aprendizaje. El caso es que se llamaba García, si hubiera sido Miró, Tapies, Dalí o cualquier otro apellido podría haber pasado por genio, pero el sufrimiento que le generaba no poder encontrar tonos azules le llevó a desatender sus necesidades básicas y entrar en una profunda melancolía que dio con sus huesos en aquel centro de terapia.
El paisano, al más puro estilo ecologista, conseguía los colores para su mural modificando su dieta, nada de colorantes artificiales, así para los fáciles verdes ingería todo tipo de verduras en exclusiva, más o menos cargadas de hierro lo que le confería una infinidad de matices; para los rojos y anaranjados las xantinas de tomates, zanahorias, pimientos y los matices de fresas y fresones, arándanos, moras y frambuesas le conferían toda una gama de tonos cálidos; unidos a los marrones, claros y oscuros, daban entonación a su locura. Blancos y amarillos de indigestión tras sobrecargas de grasas eran incómodos de obtener, pero no tanto como el negro de sangre digerida que tuvo que obtener tras provocarse un sangrado estomacal por aspirinas. Tenía prácticamente el arcoíris en su fétida paleta, pero los azules no le eran posibles y su cielo, apagado por la enfermedad, se convertía poco a poco en grises oscuros.
¿Qué interés puede tener esta anécdota psiquiátrica para el caso que pretendo argumentar?
Parece evidente que los colores de lo que sale se deben a lo que entra y como se digiere, esto que parece de Perogrullo no está tan claro para algunos padres que viven con gran interés las variadas tonalidades de las deposiciones de su bebé, elevando hasta el segundo nivel en el ranking de consultas en nuestro foro de Facebook y en las consultas pediátricas de atención primaria. Que sea tan frecuente hace que en mi columna sea uno de los temas favoritos y se tenga que repetir con cierta frecuencia.
¿Por qué esta obsesión por las cacas de colores?
Cuando el bebé nace y aparece en este mundo lo primero y principal después de llorar es que expulse el meconio, primera caca negruzca que aliviará al neonatólogo y enfermería, significa que el digestivo va bien, muy importante que el líquido amniótico no aparezca manchado porque haya defecado antes de tiempo, podría haber problemas por aspiración. Habrá que observar las siguientes para que ese color de pez (de brea, que no de pescado) se torne en mostaza, color habitual de la lactancia materna. El número de cacas en el bebé es muy variado, desde una deposición en cada toma, hasta una cada 15 días, siempre que el bebé esté confortable y no haga bolitas, lo realmente importante en el neonato es si hace pis o no, no si hace caca, pero solemos dar más importancia a lo que no la tiene.
Los colores pueden variar bastante según el tiempo que haya pasado desde la última o el tipo de digestión que ha hecho, variando bastante hasta los verdes brillantes. Cuando empieza la alimentación complementaria los colores y texturas se van a diversificar según lo que haya comido, esto es más entendible y las consultas disminuyen mucho en estas edades preocupando más el estreñimiento y sobre todo la alarma salta cuando aparecen las temidas cacas blandas, no se vaya a deshidratar.
Consultas frecuentes por pintitas negras (semillas del kiwi) hilillos negros inmóviles como gusanos (hebras del plátano), monedas, aceitunas o lentejas enteras sin digerir, bolitas de gelatina (la celulosa del pañal que se ha salido de su continente) pertenecen a esas preocupaciones que alarman, pero que son simplemente curiosidades, y que denotan que estamos excesivamente atentos a lo que sale, a veces, más que a lo que entra.
Por cierto, si seguís la tradición y en Nochebuena os pasáis con la lombarda, saldrá de color cuaresma. Os deseo felices navidades y ante todo que observéis lo que entra, no haya que lamentar lo que sale.
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