José Mota: “Soy un chico Apple porque soy un pecador”
A José Mota no le asusta la tecnología, pero elige como regalo ideal una máquina de ‘pinball’
Se ha convertido en el hombre de la Nochevieja. Este 31 de diciembre veremos en TVE1 el 18º especial de José Mota (Montiel, Ciudad Real, 1965), el octavo en solitario desde que dejó Cruz y Raya. Este año, Mota ha transitado por otros géneros: la serie El hombre de tu vida, también de La 1, y la película Abracadabra, de Pablo Berger.
- P. ¿Chico Android o chico Apple?
- R. Soy un chico manzana mordida. Un poco pecador, como bien decía Chiquito. Todos los chicos Apple somos pecadores, porque hemos mordido la manzana. El bocado de lo prohibido.
- P. ¿Lo es desde siempre?
- R. No. Me aficioné a Apple por un amigo, Víctor Reyes, compositor de bandas sonoras de películas. Él fue un pionero en esto de usar Apple en España, precisamente para componer. Se subió a la ola de los iPhone, que cambiaron el mundo.
- P. ¿Tanto lo han cambiado?
- R. Mira, yo la primera vez que tuve la sensación de tener el futuro en mis manos fue cuando sostuve el primer iPhone.
- P. ¿Se refiere a un futuro de ciencia-ficción?
- R. Exactamente. Cuando yo era pequeñito, había una serie que se llamaba Espacio 1999 y salían naves tripuladas, coches voladores. Y la realidad es que en el siglo XXI ni vuelan coches ni na.
- P. El presente decepciona en su espectacularidad.
- R. Sobre precisamente esto, hay un tío que me encanta en cine, Ridley Scott, por lo preciso que es. En un libro que me leí sobre cómo hizo Alien en colaboración con el artista Giger hablaba de cómo no propuso vestuarios disparatados para su tripulación del dos mil y pico, sino que se fue a preguntarles a la NASA cómo eran sus trajes de vuelo. Él decía que las cosas “van mucho más lentas de lo que pensamos”, y es verdad. Sobre todo estéticamente no hay cambios brutales. Lo viejo convivirá con lo nuevo.
- P. ¿Qué piensa de esa escena de la nueva Blade Runner con Ryan Gosling liándose con un holograma? ¿Puede llegar a pasar?
- R. Puede llegar, puede llegar. En realidad, ¿nosotros qué somos? Ordenadores orgánicos (o sea, mutantes) capaces de adaptarse a su entorno. La pregunta clave para mí será cuándo crearemos un ordenador que tenga conciencia de sí mismo. Esa es una pregunta que siempre me ha ardido por dentro.
- P. ¿Y si la tuviera? ¿Habría que tratarle como una persona?
- R. En menuda historia ética entramos ahí [risas]. El caso es que creo que va a pasar. Mira cómo van a cambiar el mundo los ordenadores cuánticos. Hay un futuro por ver interesantísimo.
- P. Digamos que se le aparece Papá Noel y le ofrece el gadget que quiera, pasado, presente o futuro. ¿Qué elegiría?
- R. Una máquina de pinball. Pero las de los años cincuenta, con las que jugaba yo de pequeño.
- P. Una cosa buena que han traído las redes sociales y una mala.
- R. ¿Buena? La libertad de informarte al momento. Pero las redes sociales son, además de muchas otras cosas, nido de la maldad. Se puede tirar la piedra y que la piedra alcance su objetivo sin que se vea nunca la mano. Eso no me gusta nada.
- P. Si le pudiera pedir un milagro al dios de los techies, ¿qué le pediría?
- R. Pues creo que no tanto un coche volador como algo mucho más mundano, que tenemos ahí delante: curar el cáncer. Cuando se consiga, cómo cambiará nuestra longevidad. Hay un programa estupendo de Iñaki Gabilondo, Cuando ya no esté, en el que se habla de que el hombre va a llegar a vivir 120 años sin mucha dificultad en los próximos 30 años. Y Harari, que es un tipo interesantísimo, ya ha profetizado que el hombre que vivirá cuatro siglos ya ha nacido.
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