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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El oficio de decirle a la gente lo que le pasa a la gente

La redacción de 'La Repubblica' ha sido atacada por difundir mensajes a favor de la inmigración

Juan Cruz
Ataque de la ultraderechista Forza Nuova al diario La Repubblica.
Ataque de la ultraderechista Forza Nuova al diario La Repubblica.La Repubblica/UCG Via AP

Hace 40 años, cuando nacía la Escuela de Periodismo de EL PAÍS, un hombre que parecía un patricio romano dijo a los estudiantes que le escuchaban hablar del oficio: “Periodista es gente que le dice a la gente lo que le pasa a la gente”. Aquel hombre era Eugenio Scalfari, tan legendario en su país, y en el periodismo europeo, como su viejo colega Indro Montanelli, aunque transitaba por la otra acera de Via Venetto.

Scalfari fundó La Repubblica. Ese periódico, que nació casi al tiempo que EL PAÍS, con el que ha compartido singulares aventuras, sufrió anteayer la intimidación alevosa de la ultraderechista Forza Nuova. El propósito era intimidar a la Redacción que ahora dirige Mario Calabresi (y a la del semanario Espresso, del mismo grupo) para que dejara de difundir (según Daniel Verdú, nuestro hombre en Roma) “mensajes a favor de la inmigración y servir a los intereses de las ONG”.

La ascensión resistible del fascismo, contra el que alertaron tantos italianos de rostro severo como el de Scalfari en la antesala de la guerra mundial, acecha detrás de eslóganes como el que quiso amedrentar a los periodistas de La Repubblica y de Espresso. El objetivo es la pureza de sangre, como si esta Italia, como aquella que Mussolini puso a disposición de Hitler, no fuera consecuencia de muchos orígenes y la misma Italia que con tanto talento ha poblado el mundo.

Ese fascismo está latente, al abrigo de la amarga crisis, y aumenta a caballo de la ultraderecha tramontana y de aprovechados de toda laya. En España los conocemos, y aquí mismo los hemos sufrido. Cuando un grupo ultra atacó EL PAÍS hace cerca de cuarenta años, el responsable de Opinión de entonces, Javier Pradera, le envió a Juan Luis Cebrián, primer director y cofundador de este periódico, una nota de solidaridad, desde México, donde se encontraba. Aquella visita ruin del terrorismo en la Redacción del naciente periódico despertó en él fantasmas recientes, cuando en España aún hablaban las pistolas. La memoria del terror ultra marcó su reacción y la del periódico, también cuando España sufrió el golpe del 23-F. Aquel atentado, que causó un muerto y dejó malheridos, quiso ser un mensaje para que EL PAÍS cambiara su naturaleza de informar. Fue un atentado, y a la vez la ocasión para revindicar la sustancia del oficio que mueve a los periodistas: seguir informando.

Lo que pasó en Roma responde a la misma estrategia. Amedrentar para que los periodistas hablen de otra cosa. Aquel Scalfari dijo, hace 10 años, ante estudiantes en Turín: “El periodismo es un oficio cruel”. Un oficio que se hace sabiendo los riesgos de decir lo que otros quieren que se calle. La pasta de La Repubblica, que es de la pasta de Scalfari, seguirá adelante contándole a la gente lo que sucede en esas costas. El emigrante, como el emigrante italiano, como el emigrante español, como el emigrante, busca en todas partes solidaridad y amparo. También busca el amparo de la prensa.

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