Hablamos con el artista español al que han censurado en China
Daniel Mayrit no ha podido exponer ‘Imágenes Autorizadas’, su trabajo sobre la Ley Mordaza
El año pasado, en el marco de PhotoEspaña, Daniel Mayrit presentó su trabajo Imágenes Autorizadas. Se trata de una serie de fotografías intervenidas a través de las cuales trataba de denunciar la implantación de la denominada Ley Mordaza. El trabajo despertó el interés de una comisaría china, que le invitó a participar en una exposición colectiva, que iba a tener lugar en una ciudad del sur del país, sobre nuevas tecnologías de la imagen, fotografía popular y usos alrededor de Internet.
"El trabajo trata sobre cómo la Ley Mordaza afecta al mundo imagen. De alguna manera esta ley impone también una censura tanto a periodistas como a ciudadanos corrientes cuando, por ejemplo, prohibe la difusión de imágenes de la policía o cuando cualquier cosa que digas u opines sobre esta institución puede ser considerada delito", asegura el autor de Imágenes Autorizadas.
Desde el primer momento, tanto el artista como los comisarios chinos sabían que el trabajo podía tener problemas en una país en el que la censura (tanto en los medios de comunicación, como en el ámbito artístico) está en vigor. Sin embargo, este fue uno de los motivos que los animó para seguir hacia adelante y exhibir unas imágenes que, precisamente, denuncian y profundizan sobre este tema. La muestra se inauguró el pasado día 2 de diciembre, pero el trabajo de Daniel Mayrit no se puede ver. Hablamos con el artista para que nos explique -hasta donde puede- cómo ha vivido este caso.
¿Cómo te enteras de la censura?
Me lo comunica la propia comisaria que, por cierto, nada tiene que ver en la decisión.
¿Habías recibido alguna advertencia de la gente de la galería o de los encargados del comisariado?
Sí, tanto ella como el resto del equipo de comisariado eran conscientes de que trabajando en China siempre existe una posibilidad de que esto ocurra. En principio éramos optimistas, al parecer nunca habían tenido problemas de este tipo y creíamos que enseñar allí este proyecto sobre la Ley Mordaza tenía todo el sentido de mundo. Intentábamos presentar un proyecto que habla de un tema aparentemente local, que afecta principalmente a España, pero que saca a la luz muchos paralelismos con la situación en China (y en muchos más lugares). El problema esta vez ha sido que la exposición estaba financiada en parte por el propio gobierno chino y han supervisado todo mucho más que en otras ocasiones. Así que... ¿cómo hablamos de censura en un país en el que no se puede hablar de censura?
¿En qué punto está ahora la cosa?
Digamos que no hay mucho que se pueda hacer. La exposición se inauguró la pasada semana y la decisión se la comunicaron al equipo de comisariado tan solo con un mes de antelación, de manera que tampoco había mucho margen para replantearlo. Por lo que se, no soy el único artista al que han censurado, y dentro de lo malo tengo 'suerte'... A otros se lo han comunicado un par de días antes de inaugurar.
¿No resulta surrealista que haya censura 'artística' en nuestros días?
Si te soy realmente sincero, lo que más me sorprende es que no haya muchísima más censura de la que hay. Estamos entrando en un contexto en el que los movimientos neofascistas se están soltando la melena, ocurre en Estados Unidos, ocurre en prácticamente toda Europa y está empezando a ocurrir aquí. El repunte de la extrema derecha en España se está viendo estos días hasta en la televisión.
Hace unos años la Ley Mordaza hubiese sido absolutamente impensable, casos como el de los titiriteros de las fiestas de Madrid o el sobredimensionamiento de tuits más o menos polémicos ha dado alas a todo un sector al que de manera más o menos autoritaria le gustaría poner puertas al campo. Es una situación paradójica, por un lado existe una campaña de acoso y derribo contra la libertad de expresión cuando esta se usa para decir algo que incomoda al poder, mientras que al mismo tiempo este poder (y sus 'hooligans') se sienten legitimados para hacer y decir todo lo que les viene en gana. Parece que nos acercamos a un escenario en el que la libertad de expresión empieza a funcionar en una sola dirección.
Precisamente, en tu trabajo se habla de libertad de expresión y también de desvelar el rostro de aquellos que nos manejan.
Sí, es algo que me interesa especialmente. Muchas veces desde la fotografía y desde el arte tendemos a poner el foco en las víctimas, en los que sufren las consecuencias de una determinada injusticia. Fotografiamos constantemente a los muertos y heridos de la guerra, a los migrantes y refugiados que atraviesan un auténtico drama, a los que lo han perdido todo durante la crisis... Pero toda esa cantidad de imágenes no tiene un contrapeso en la parte contraria. ¿Quiénes son los que se benefician con la guerra, los que controlan el mercado de armas? ¿Cómo son las mafias que sacan tajada del tráfico de refugiados? ¿Quiénes son los que se han enriquecido a costa de la quiebra de los países del sur de Europa? Esa otra cara de la moneda nunca aparece, no sale en las fotos. Y en ese sentido eso también tiene algo de autocensura. Parece que nos fascina mirar a las víctimas pero nos echamos atrás cuando hay que mirar a los culpables.
¿En qué situación queda un artista cuando le pasa algo así?
Yo lo llevo relativamente bien porque realmente no hay nada que ni yo ni nadie pueda hacer a corto plazo. La situación es la que es y no queda otra que aceptarla. Eso sí, sigamos trabajando colectivamente para que esto cambie en el largo plazo.
Hay gente que al enterarse de que habían censurado mi trabajo en China me ha dado la enhorabuena con el argumento de que si lo habían hecho es porque había puesto el dedo en la llaga, les había dado donde les duele... Bueno, es un consuelo pero sinceramente hubiera preferido mil veces haber podido llevar allí un mensaje y establecer una conversación con personas que normalmente no pueden acceder a ese tipo de contenidos y que ninguna culpa tienen de las políticas que lleva a cabo su gobierno.
¿Cómo estás viviendo las continuas censuras que impone Instagram a artistas que muestran cuerpos desnudos con una pretensión muy alejada de lo sexual?
De alguna manera conecta con lo que te decía antes. En realidad no son sólo los gobiernos o gente de una determinada ideología quienes se sienten con vía libre para poner límites a la libertad de expresión. Cada vez más y más megacorporaciones actúan de la misma manera. Han alcanzado tal cantidad de poder y de influencia que les da todo igual, prácticamente pueden hacer lo que les de la gana porque seguirían teniendo millones de clientes. Es paradójico que Instagram o Facebook, que son dos de las redes sociales que más censuran (o “moderan”) sus contenidos sean las que más éxito tienen mientras que Twitter, que a priori no censura tanto, esté en constante declive.
¿En qué estás trabajando ahora?
Además de mi trabajo como artista llevo un tiempo centrado en proyectos de gestión cultural. Comisarié la exposición Upload/Download junto a Laura Tabarés en la última edición de PhotoEspaña y tengo dos exposiciones más en agenda pero todavía no puedo contar mucho, no vaya a ser que haya algún gobierno leyendo esto y me las censure...
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