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Tentaciones

Qué es el post-ciberfeminismo y qué artistas de este movimiento no te puedes perder

Justicia reproductiva, biohaking, el uso de los medios y los distintos enfoques sonoros son algunas de las temáticas que surgieron en torno a esta corriente hace ya 20 años

Vamos por la calle, nos sentamos en un bar, quizá bebamos en una plaza o bailemos en cualquier antro, pero la situación habitual en la que un hombre random de ese grupo X de desconocidos saca su móvil y me pide a mí, a tI o a nosotras, que hagamos la foto de la noche, debería cambiar su vida.

Yo solía fingir una sonrisa e intentar que quedara lo peor posible, con aire a los lados y fuertemente mal encuadrada. Cada vez más, sonrío con total honestidad y disfruto de este efímero poder en la mirada que me confiere el mundo por ser mujer.

Históricamente, por los siglos de los siglos, hemos sido nosotras las fotografiadas y vigiladas. Si la tecnología hoy nos ofrece una posible metamorfosis, tomémosla. Ser nosotras las vigilantas, los sujetos políticos que observan la flora y fauna, me parece un cambio justo y natural. Si nuestra intención ha sido siempre apropiarnos del marco narrativo a la vez que luchamos por un lenguaje inclusivo y una política de cuidados, tendremos que apropiarnos de la medialidad cotidiana, apropiarnos de Internet, de esta esfera digital que son también Instagram y Facebook. De vuestras fotos y perfiles o de cada dispositivo de vigilancia que consumimos habitualmente y en los que el acoso y el abuso o la privacidad están tan relacionadas con las divisiones de trabajo como con el género. Pasar de ser vigiladas a ser vigilantas.

Hace veinte años, en septiembre de 1997, tuvo lugar la Primera Internacional Ciberfeminista organizada por Old Boys Network (OBN), en el espacio de trabajo híbrido de la Documenta X de Kassel. En ella participaron 37 mujeres, de 12 países, durante todo un fin de semana en el que se acordó no definir lo que significaba el término ciberfeminismo, creando un campo abierto e intersecciones para todo lo que pudiera ocurrir en el futuro. La nuevas tecnologías en red dominaban los horizontes del discurso crítico, y era fundamental que las feministas descubrieran nuevas formas de interrogar en una época en la que lo analógico y lo digital están inexorablemente entrelazados.

Estas semanas en Londres, como homenaje, tiene lugar una reunión de cinco días de pensadores y artistas que avanzan en los discursos del tecno-feminismo, ampliando las cuestiones ya tratadas frente a un panorama tremendamente mutante. Justicia reproductiva, biohaking, uso de los medios por parte de mujeres racializadas y enfoques sonoros son, entre otros, los temas a abordar. A continuación, una breve presentación de algunos de los colectivos y pensadoras que forman parte de esta iniciativa post-ciberfeminista :

E Jane es un artista conceptual negra que trabaja entre medios digitales, sonido, texto, rendering e instalaciones con varios alter egos. Sus vídeos e instalaciones crean atmósferas en las que fluye la intimidad, y en las que explora las voces de divas negras de la música de los noventa.

Como proyecto de postgrado creó un personaje llamado Avatar, conceptualizado como código inteligente y destinado a vagar eternamente en línea interactuando con humanos. E Jane es su alias como personaje para un tipo de público concreto: para las instituciones blancas en las que desarrolla su trabajo teórico y de enfoque más institucional. Mhysa es su otro yo, utilizado en espacios donde las mujeres negras pueden sentirse seguras, y con él desarrolla proyectos sonoros o sensitivos.

Laboria Cubonics es un grupo de seis mujeres que buscan establecer un diálogo crítico en torno a un feminismo tecnomaterialista. Juntas desarrollaron en 2015 el manifiesto Xenofeminismo: Una política por la alienación, Su feminismo no es una oferta de revolución, sino una apuesta a largo plazo que exige imaginación, destreza y persistencia.

Tabita Rezaire, artista francésa de ascendencia guayanesa y danesa, especializada en media art y experta en tecnología de la salud que reside Johannesburgo. Su trabajo aborda la matriz generada entre el colonialismo y sus efectos en tecnología, sexualidad y espiritualidad.

Marie Thompson, profesora en la Escuela de Cine y Medios de Comunicación de la Universidad de Lincoln, dirige un grupo de investigación sonora y es autora de uno de los libros más interesantes del año Beyond Unwanted Sound: Noise, Affect and Aesthetic Moralism (2017), todavía sin traducción en España ni con vistas de tenerla. Su investigación se centra en las dimensiones afectivas, materiales y de género del sonido, el ruido y la música. También ha publicado una serie de capítulos y artículos sobre las intersecciones del ruido y la feminidad.

Anicka Yi, nacida en Seul, tiene 45 años. Según The New York Times, está inventando un nuevo tipo de arte conceptual. Solo lleva diez años en el mundo del arte y en su recorrido ya ha sido ganadora del premio Hugo Boss en 2016, lo que le llevo a exponer en el Museo Guggenheim de Nueva York o en Kassel. Describe parte de su técnica y sensibilidad como “tecno-sensual”, cualidad por la que sus obras despiertan un deseo de tocarlas y olerlas. Trabaja con flores, caracoles vivos, galletas Girl Scout y bacterias artificialmente creadas. Autobiográficos y de gran alcance, sus temas parten de la critica al sexismo institucional, la obsesión cultural con la limpieza o las estructuras de poder aceptadas por el mundo del arte. Utiliza herramientas que otros artistas de su generación ignorarían, particularmente la ciencia, la impresión 3D o los aromas.

Legacy Russell, es escritora y artista. En 2013 acuñó el termino Feminismo Glitch. Desde entonces su teoría ha formado parte de los principales congresos y este mismo año, y bajo el mismo concpeto, ha publicado un libro que está disponible en Verso Books.

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