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Columna
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La Alemania que queremos

La Gran Coalición de demócrata-cristianos y socialdemócratas ha sido benéfica: crecimiento económico a un ritmo del 2%; paro casi friccional, inflación moderada y generosa acogida de inmigrantes

Xavier Vidal-Folch
Ángela Merkel
Ángela MerkelAFP

El fiasco de la coalición democristiana/liberal/verde en Alemania, la llamada fórmula Jamaica,es una muy buena noticia para Europa, desde una perspectiva europeísta.

Sobre todo, porque los liberales de ahora no son los de siempre, semejantes a sus colegas británicos: han sustituido el europeísmo cosmopolita por el neonacionalismo; la tolerancia a lo social por un neoconservadurismo rampante; el punto de radicalidad democrática por una afasia ante la inmigración y el asilo.

Antes eran la tracción más aperturista y moderna de la democracia cristiana; ahora serían su lastre derechista y endogámico. Con ellos en posiciones decisivas de gobierno, se hace difícil imaginar una legislatura que lleve a buen puerto el pacto de complicidad ya trabado entre la canciller Angela Merkel y el presidente francés Emmanuel Macron.

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Esa nueva versión de la alianza de la locomotora europea es imprescindible. Permitiría culminar la unión económica y monetaria (unión bancaria, Fondo Monetario, mercado digital...) con avances en la mutualización de responsabilidades fiscales/presupuestarias con respecto a toda la Unión, a las que Berlín siempre fue reticente. A cambio de que Francia y otros países gastones sean sobrios, controlando el déficit nacional. También para otros proyectos que ya van andando casi por sí solos, como el de la Defensa, el arranque aún tímido de una nueva política social...

Con la derecha de la derecha mandando, toda concesión a compartir nuevas competencias económicas sería ardua.

Por eso, la posibilidad abierta en las últimas horas de reeditar la Gran Coalición de demócrata-cristianos y socialdemócratas resulta estimulante. Ha sido benéfica: crecimiento económico a un ritmo del 2%; paro casi friccional (5,5%), inflación moderada (1,8%) generosa acogida de inmigrantes, europeísmo moderado...

El problema es que estos éxitos han ido acompañados de los peores resultados electorales para la socialdemocracia desde 1949. Reeditar la coalición exigiría darle más papel, cuando le correspondería menos. Pero Merkel debe redactar desde ahora su epitafio político, glorioso o correctito, europeo o solo nacional. Y sabe y dice, que “Europa necesita una Alemania fuerte”. Ojalá.

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