La arquitectura que transforma sin hacerse notar
Dos grandes ideas de sencilla ejecución, y una economía de medios que baraja con ingenio las necesidades de los ciudadanos y las de la ciudad, definen el urbanismo reparador de este Espacio verde en la calle Verdi de Badalona
Este proyecto firmado por los Arquitectos Peris Toral permite que los niños jueguen protegidos, pero sin vallas. También que la gente se siente cómodamente junto al arenal donde juegan los chavales. Y todo con un único gesto: un prefabricado redondeado de hormigón que sirve a la vez para proteger a los niños sin utilizar barreras y como banco para sus acompañantes. El asiento está a ras de suelo y hace de paramento del arenal (una cota más baja). El respaldo del banco advierte también al peatón de la diferencia de rasante. Así, un elemento arquitectónico —el muro que encierra esa zona de juegos—, se exprime con un doble uso: perímetro y asiento a la manera de los muretes que ordenan tantos paseos marítimos.
Pero este proyecto, sin nombre —siendo un parque ha sido bautizado como Espacio verde, así, en genérico— de los arquitectos Marta Peris y José Manuel Toral —que han trabajado con el paisajista Albert Bestard— es mucho más que una idea ingeniosa.
Más allá de velar por sus usuarios (niños y sus vigilantes), el parque tiene en cuenta la suma de partes que es una ciudad. Su escala interurbana actúa como nexo conectando con las plazas y parques que, desde el río Besós, conforman un eje verde. La doble forma del espacio obedece a esa voluntad de conectar. Su uso deriva de haber estudiado esos parques y haber detectado la necesidad de una zona infantil junto a los colegios del barrio.
Por eso este Espacio Verde conecta de varias maneras. Para empezar topográficamente: las diversas rasantes del entorno confluyen sin ninguna barrera arquitectónica. Más allá del perímetro-banco, las pendientes trazan caminos diagonales. Existe también continuidad vegetal —los árboles son tipuanas, como en los parques del entorno—. Y en él se da además continuidad de circulación conectando los pasos de cebra existentes.
¿Cómo han conseguido los arquitectos la confluencia de tantas conexiones? Con la modificación del terreno: dos dunas tapizadas de vegetación aíslan a los niños del tráfico circundante y consiguen: seguridad, control visual y eliminación de barreras arquitectónicas en una solución integradora que permite la convivencia entre niños y adultos; además de entre espacio ciudadano y circulación urbana.
Con todo, lo que hace que este sea un proyecto sobresaliente es que además de pensar en lo individual (el ciudadano) y en lo colectivo (la ciudad) los arquitectos han sido capaces de dar con ideas tan sencillas como brillantes a partir del ajustado presupuesto del que partían: 95,5 euros por metro cuadrado. Proyectos así transforman la ciudad sin hacerse notar.
Babelia
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