África tiene que estar en la cima de la agenda política europea
El autor, presidente del Parlamento Europeo, cree que no es tarde para enderezar el rumbo y reforzar los apoyos y las relaciones entre ambos continentes. No hacerlo podría desencadenar consecuencias desastrosas
Tras años de abandono, buenas intenciones incumplidas y oportunidades perdidas, hay que relanzar las relaciones de Europa con África. Ha llegado el momento para un cambio de paradigma que sitúe al continente africano en la cima de la agenda política de la Unión. Hay que hacerlo antes de que sea demasiado tarde.
Nuestros vínculos van mucho más allá de la proximidad geográfica. Compartimos valores, religiones, lenguas e intereses estratégicos, además de muchos desafíos comunes.
Para 2050, África tendrá 2 500 millones de habitantes; se trata de una tendencia demográfica que representa un desafío y al mismo tiempo ofrece una oportunidad. Los países africanos se enfrentan a la desertificación, la hambruna, a pandemias, terrorismo, desempleo y a la mala gobernanza, y todo ello atiza la inestabilidad y contribuye a una inmigración descontrolada. Unas nuevas generaciones crecientes y sin esperanzas se irán a otros sitios en busca de una vida mejor, especialmente a Europa. Sin embargo, creando en África vías auténticas hacia la prosperidad se incentivará a jóvenes, hombres y mujeres para crear riqueza en su propio país. Los africanos están demostrando que su continente es una tierra de oportunidades, que cuenta ya con cinco de las economías con el crecimiento más rápido del mundo en 2016, con tasas superiores al 7% anual.
África tiene su destino en sus manos, y en Europa, una amiga. Podemos aportar un gran apoyo, gracias a nuestro liderazgo tecnológico y nuestra especialización industrial, y contribuir a que se aprovechen oportunidades y se aborden desafíos que solo podremos atajar trabajando en estrecha cooperación.
Han pasado diez años desde la implementación de la Estrategia Conjunta África-UE y no se han cumplido las expectativas. Europa no ha sido lo bastante audaz a la hora de aportar unos medios eficaces para lograr los resultados deseados.
Los países africanos se enfrentan a la desertificación, la hambruna, pandemias, el terrorismo, el desempleo y la mala gobernanza
En lugar de consolidar nuestra posición como uno de los socios principales de África, estamos perdiendo terreno desde el punto de vista de inversión exterior directa en beneficio de China y otros competidores emergentes como Turquía, India y Singapur.
La celebración de la quinta cumbre Unión Africana - Unión Europea en Abiyán, que congregará a más de 80 jefes de Estado a finales de noviembre, llega en un momento decisivo. La cita representa para nosotros la ocasión perfecta para revitalizar, reforzar y hacer más efectivos nuestros compromisos mutuos. No obstante, hemos de actuar ahora y con una voz firme y unida.
Pienso que ver los problemas con ojos africanos, empleando un enfoque centrado en la población, debe ser la base para una asociación renovada entre iguales. Nuestra historia compartida es compleja, pero puede permitirnos tender puentes que otros no pueden tender. Nuestra relación no debe ser solo política e institucional; debe incorporar plenamente a los actores económicos y la sociedad civil.
Nuestro objetivo común principal debe consistir en proporcionar a los jóvenes oportunidades reales que les permitan llegar a ser una parte esencial de un continente próspero, fuerte y moderno. Lograrlo aportará beneficios incalculables también a Europa, que puede contribuir a abordar las causas profundas de la migración descontrolada fomentando el empleo y el crecimiento mediante inversiones más sólidas en África.
El plan de inversiones de 3.400 millones de euros aprobado por el Parlamento Europeo en julio de este año es un paso importante en la dirección correcta; sin embargo, no es suficiente. Para apoyar los esfuerzos del continente para la creación de una base industrial sostenible, una agricultura moderna, mejores accesos al suministro de aguas, una infraestructura eficiente, energías renovables y digitalización, necesitamos un plan Marshall para África. También son necesarios esfuerzos adicionales para apoyar la buena gobernanza y el Estado de derecho, promoviendo el empoderamiento de las mujeres y la educación.
Deben fomentarse la sensibilización y el consenso político para garantizar que en el próximo presupuesto plurianual de la Unión se asignen al menos 40.000 millones de euros a un programa ambicioso y exhaustivo de asociación e inversiones. El efecto multiplicador derivado del gasto público y el gasto privado podría alcanzar un valor cercano al medio billón de euros.
Han pasado diez años desde la implementación de la Estrategia Conjunta África-UE, y no se han cumplido las expectativas
Podemos promover una diplomacia económica fuerte a través de este marco, compartir conocimientos técnicos, iniciar transferencias de tecnología y mejorar las capacidades, creando un entorno propicio para un crecimiento pilotado por las pequeñas y medianas empresas (pymes) y los emprendedores. A su vez, ello podría contribuir a la aparición de una clase media próspera, que podría ser el distintivo de la historia del éxito socioeconómico de África.
El Parlamento Europeo debe tener un papel central en la configuración del debate. Este 22 de noviembre organizamos una conferencia en vísperas de la cumbre para debatir con líderes políticos, expertos e inversores de ambos continentes sobre el modo de reforzar nuestras relaciones con África.
Desde la globalización hasta la crisis de los migrantes, los pasados 20 años nos han mostrado que el mundo es cada vez más pequeño y que los problemas de África son los problemas de Europa. No es demasiado tarde para enderezar el rumbo y orientarlo en la dirección correcta, pero no actuar ahora podría dar lugar a consecuencias desastrosas para los ciudadanos de Europa y de África.
Antonio Tajani es el presidente del Parlamento Europeo.
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