El príncipe Carlos, de estreno bajo la tutela de su madre
Isabel II opta por primera vez por un discreto segundo plano en el Día del Recuerdo en favor de su hijo, que este martes cumple 69 años
La emoción que denotaba el rostro de Isabel II el domingo, durante la conmemoración del Día del Recuerdo en homenaje a las víctimas de la guerra, acaparaba este lunes las portadas de la prensa británica. Por primera vez en sus 65 años de reinado, la imagen de la soberana era capturada siguiendo los actos desde un balcón y no depositando ella misma la tradicional corona de amapolas en el cenotafio, gesto que en esta ocasión delegó en su primogénito. El protagonismo del príncipe Carlos en una de las fechas oficiales más señaladas del año, y con su madre en segundo plano, viene a encarnar el tranquilo aunque progresivo traspaso de funciones de la nonagenaria monarca en favor del heredero.
Desde su acceso al trono en 1952, Isabel solo ha faltado en seis ocasiones a la cita del Remembrance Day —dedicado al recuerdo de los muertos de todas las contiendas bélicas desde la Primera Guerra Mundial—, a causa de los embarazos de sus dos hijos menores o por hallarse lejos de Reino Unido en visita oficial. Lo inédito de este año reside en que la reina, de 91 años, sí ha estado presente, pero ha optado por un papel menos visible. Ese cambio en el protocolo se ha producido tan solo tres meses después de que el consorte de Isabel, el duque de Edimburgo, se despidiera oficialmente de la vida pública a los 96 años. La pareja real ya había renunciado entonces desde hacía un tiempo a los viajes oficiales al extranjero de larga distancia, que vienen protagonizando en su nombre Carlos y su esposa Camilla.
La mengua de la agenda de la soberana, junto a la jubilación oficial de Felipe, suscitó este último verano nuevas especulaciones sobre sus supuestos planes de cederle el papel al heredero una vez cumplidos los 95 años, invocando la Ley de Regencia. Fuentes de palacio se aprestaron a desmentir tal hipótesis, recordando que para Isabel II “lo primero es la obligación para con su país” y se dispone a mantener ese compromiso mientras la salud se lo permita. Otra cosa es que por razones de edad y una cierta merma de las energías la monarca comparta algunas de sus tareas reales con su hijo mayor y, en forma creciente, con su nieto Guillermo desde que este abandonara su trabajo como piloto de ambulancias de rescate.
El retrato que suele proyectarse de Carlos como un heredero amargado por la larga espera de llegar al trono no se correspondería con la realidad, según han insistido sus amigos más próximos al Sunday Telegraph. Desde el círculo más cercano del príncipe se le describe, al contrario, como un hombre que ha ganado serenidad desde su matrimonio con Camilla en 2005, que disfruta de sus hijos y nietos y también de sus deberes oficiales. “Parece mucho más feliz de lo que le he visto en muchísimos años”, confirmaba uno de esos amigos.
El pasado domingo marcó la primera ocasión en que Carlos de Inglaterra encabezaba las ceremonias del Día del Recuerdo a sus casi 69 años, que cumple este martes. Pero no hay que olvidar que lo hizo bajo la mirada atenta de su madre, la reina.
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