La prensa internacional alerta de la tensión entre Arabia Saudí e Irán
Los medios perciben la purga llevada a cabo por el principe heredero Mohamed Bin Salman como un intento para reforzar su poder
La purga llevada a cabo, el pasado 5 de noviembre, por el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed Bin Salman, no tiene precedente en la historia del país. Destinada, según las autoridades saudíes, a luchar contra la corrupción, esta operación se ha caracterizado por la detención de once príncipes, cuatro ministros y numerosos empresarios, al mismo tiempo que el joven líder de 32 años, conocido como MBS, anunciaba la creación de una comisión anticorrupción. El relato oficial saudí justifica los encarcelamientos por la necesidad de proceder a una trasformación política y económica que sanearía la imagen del país. Pero, según la prensa internacional, la purga es un nuevo intento del príncipe para reforzar su poder y un paso más en la escalada de tensión entre el país del Golfo y su eterno enemigo, Irán.
“Justo ahora, cuando Estados Unidos, el aliado de confianza del reino, debería aconsejar la moderación, el presidente Trump sigue imprudentemente dando luz verde al impetuoso príncipe heredero” escribe, en su editorial, The New York Times. Cree que la purga tendrá como consecuencia desestabilizar aún más la región y aumentar el riesgo de una guerra con Irán. La publicación recuerda que la lucha de influencia entre los dos países ya tiene efectos tanto en Yemen y Siria como en Líbano —con la reciente dimisión del primer ministro Saad Hariri— o incluso en Irak. En este contexto, la actuación del presidente de EE UU, Donald Trump, constituye un verdadero problema, según el diario.
The New York Times valora positivamente algunas de las reformas emprendidas por Bin Salman – ha otorgado a las mujeres el derecho de conducir además de querer acabar con la hegemonía wahabita, corriente más radical del islam- pero critica “los métodos elegidos”. El país tiene un problema real de corrupción, pero “aún así, el reino no tiene un sistema de justicia creíble o transparente y hay pocas garantías de que los detenidos sean tratados de manera justa”, señala la publicación.
Mohamed Bin Salman ha jugado “su golpe más grande”, recalca The Washington Post que, al igual que The New York Times, enfoca su editorial en la crítica del “apoyo total” de Trump al príncipe. Sería un error limitarse a pensar que la purga ha sido destinada a luchar contra el conservadurismo y la corrupción, afirma el diario, que advierte de que la actuación de Bin Salman en realidad socava las esperanzas de un reformismo progresista además de desestabilizar aún más a la región. “No solo está arrestando clérigos islámicos sino también a periodistas y activistas de los derechos humanos que supuestamente deberían ser sus aliados”, apunta y recuerda que la detención de empresarios tan destacados y poderosos como el multimillonario príncipe Alwalid Bin Talal – principal inversor de las compañías Apple, Twitter o Lyft- solo contribuye a asustar a “los inversores que dice querer atraer”.
Más preocupante aún, según The Washington Post, es la guerra que lanzó el príncipe contra Yemen en 2015, “probablemente la peor crisis humanitaria del mundo”. El editorial también critica el boicot contra Qatar, responsable de “haber introducido una brecha entre los países del Golfo Pérsico gobernados por sunníes”. La publicación concluye recordando que la dimisión de Hariri, debido según él a que su vida estaría amenazada – y cuyo padre y exprimer ministro, Rafik Hariri, fue asesinado en 2005- tendrá como consecuencia el refuerzo del control del Hezbollah sobre Líbano.
“Todo y nada cambia en Arabia Saudí”, comenta el periódico The Guardian. La cabecera británica apunta que los arrestos de la semana pasada se pueden tomar como una maniobra de transparencia política, pero que el país sigue siendo una “monarquía absoluta” dirigida por un líder “inexperto y beligerante”. Mohammed Bin Salmán es capaz tanto de privar a los ciudadanos de sus derechos civiles como de ofrecer a las mujeres el derecho a conducir, ironiza el diario. Para The Guardian, el príncipe aún no ha demostrado un gran interés en emprender grandes reformas políticas y económicas más allá de sus maniobras para consolidarse en el poder.
Financial Times recuerda en su editorial que este golpe “asombroso” no es el primero que da MBS, refiriéndose tanto al encarcelamiento de numerosos clérigos fundamentalistas, el pasado septiembre, como al golpe contra su propio primo, el príncipe heredero Mohamed Bin Nayef. El diario británico enfatiza sobre “la larga historia de corrupción” de Arabia Saudí, donde muy a menudo “el dinero privado y público se confunden con la complicidad de los gobernantes y sus centenares de estipendarios príncipes”. FT interpreta la purga como la voluntad de “MBS” de consolidar su poder y recalca que el joven líder representa a las aspiraciones de la juventud saudí. En un país donde dos tercios de la población tiene menos de 30 años, y vive limitada por los dictámenes de los clérigos “reaccionarios”, MBS está buscando, según el diario, seguir el modelo de los Emiratos Árabes Unidos de Mohamed Bin Zayed: “socialmente liberal, económicamente abierto y políticamente cerrado”.
“Peligrosa purga en la cumbre del poder en Arabia Saudí”, titula Le Monde su editorial en el que analiza el cambio operado estos últimos tres años en el país: “Arabia Saudí era una monarquía donde el Rey estaba obligado de ponerse de acuerdo con los príncipes, numerosos y poderosos, mientras hoy, el reinado está a punto de convertirse en un Estado autoritario”. Esta purga “solo es un pretexto” para apartar a los opositores de MBS que critican su “inexperiencia”, contraria a la tradición que hasta entonces prevalecía en el reinado, afirma el diario francés. Le Monde compara la purga de Bin Salmán con la que condujo Vladímir Putin contra los oligarcas rusos tras asumir la presidencia, o con la “campaña de moralización de la vida pública” lanzada por el presidente chino Xi Jinping contra sus rivales, “los príncipes rojos”. Lo que busca MBS, según el diario: “hacer vibrar la fibra populista” y “tener un poder hegemónico en un país aún joven y sin contrapoderes”.
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