_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Una mujer

Ella vio en persona cómo un puñado de fanáticos megalómanos llevaba a la destrucción rebaños de obedientes individuos movidos por el odio y el resentimiento

Félix de Azúa
Retrato de Germaine Necker, Mme. de Stael, 1766-1817
Retrato de Germaine Necker, Mme. de Stael, 1766-1817 © GETTY IMAGES

Celebramos a los héroes del balompié, de la bicicleta, de la raqueta y de otras habilidades, pero quiero hoy añadir a los editores heroicos. Por ejemplo, los de la editorial Arpa. Acaban de publicar un libro excepcional y desconocido en España, las célebres Consideraciones sobre la Revolución Francesa, de Madame de Staël. Son ochocientas páginas óptimamente traducidas y prologadas por Xavier Roca-Ferrer. No es un libro para lectores perezosos, pero debieran conocerlo, al menos, las cuantiosas feministas. Es una de las más serias aportaciones jamás hecha por una mujer al pensamiento político. Una especie de Hannah Arendt del siglo XIX. Este año es su centenario y no he visto yo ni un solo artículo en la prensa nacional.

Germaine Necker fue la típica ciudadana que nace en el siglo XVIII y se empapa de Ilustración, pero muere en 1817 ya enteramente romántica. Muchos y variados son sus méritos, pero a mí me impresiona que fuera la primera en usar el término “literatura” en su acepción moderna. Ciertamente, en ello influyó que dos de sus libros juveniles fueran superventas, Delphine y Corinne en Italia, de incalculable influencia. Su otro invento portentoso fue el ensayo Sobre Alemania (1813), cuando este país aún no existía. Fue ella quien lo puso en el mapa europeo, lo que provocó a Napoleón un ataque de ira furibunda y se convirtió en su enemigo favorito. Hizo cuanto pudo para aplastarla. Sin éxito.

Son las Consideraciones, sin embargo, su obra más vivaz. Allí expone una auroral imagen de las masas como nueva y temible arma de los demagogos. Ella vio en persona cómo un puñado de fanáticos megalómanos llevaba a la destrucción rebaños de obedientes individuos movidos por el odio y el resentimiento. Es perfectamente actual.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_