Contra la mentira
El Gobierno debe tomarse en serio la injerencia extranjera y actuar
La manipulación informativa a través de Internet, y especialmente de las redes sociales, ha demostrado en los últimos meses que, lejos de ser un tema de discusión entre estudiosos en el campo de la comunicación, supone una amenaza real de desestabilización en el funcionamiento institucional de democracias occidentales asentadas. Y entre estas figura nuestro país.
Resulta particularmente llamativo que las maniobras procedentes de Rusia para influir en la crisis catalana —puestas al descubierto con todo lujo de detalles por EL PAÍS— hayan tenido repercusión en el Comité de Inteligencia del Senado de EE UU, donde esta misma semana han testificado sobre la actuación rusa contra Occidente altos responsables de las dos principales redes sociales —Facebook y Twitter— y del buscador más extendido —Google—, lo que muestra la verdadera dimensión de la amenaza.
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A pesar de ello, el Gobierno español no ha dado muestras —al menos aparentemente— de considerar preocupante lo que podría ser una injerencia directa extranjera con afán desestabilizador en lo que constituye la mayor crisis institucional que ha vivido España en las últimas décadas, una crisis que amenaza su integridad territorial.
A estas alturas, el Ejecutivo de Mariano Rajoy debería estar volcado sobre la incesante actividad rusa en el campo de la desinformación. Los ejemplos sobran. La polémica y posterior investigación —todavía en curso y con repercusiones imprevisibles que podrían afectar a la misma Casa Blanca— respecto a lo sucedido durante las elecciones presidenciales de EE UU y los indicios de que ha habido intentos de influir en procesos electorales europeos, como las elecciones en Alemania, Francia o el referéndum del Brexit en Reino Unido, son escenarios que tienen un común denominador: la huella del Gobierno de Vladímir Putin.
¿Está previsto que el Congreso español en alguna de sus comisiones analice esta amenaza? ¿Tiene pensado el Gobierno convocar a expertos que la evalúen? Precisamente porque la crisis de Cataluña centra tantos esfuerzos del Ejecutivo, este capítulo debería ser objeto de la atención más elevada. España ha sido objeto de uno de estos intentos de manipulación a los que nos referíamos. El Gobierno debe ser consciente de que no se trata de una simple guerra de propaganda, sino de la manipulación consciente de los ciudadanos con el fin de generar un conflicto. Contra la mentira no basta con decir la verdad. Hay que defenderla.
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