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Rezos para la lluvia cuando se anuncian precipitaciones

El cardenal de Lisboa consulta las previsiones favorables y después encarga las rogativas

El cardenal-patriarca de Lisboa Manuel Clemente.
El cardenal-patriarca de Lisboa Manuel Clemente. ANDREAS SOLARO (AFP/Getty Images)

Así no vale. El cardenal-patriarca de Lisboa ha pedido a sacerdotes y feligreses que recen para que llueva. Es lo suyo que la Iglesia mire a los cielos, pero después de una sequía que se arrastra desde mayo el patriarca Manuel Clemente se acuerda de santa Bárbara cuando truena que, en lenguaje laico, quiere decir que antes de rezar para que llueva consultó las previsiones meteorológicas. La recomendación a los feligreses se ha lanzado el lunes, cuando ya las mujeres del tiempo anuncian que a partir de hoy hay que abrir el paraguas.

En un comunicado emitido el lunes, el cardenal-patriarca Manuel Clemente (Torres Vedras, 1948) recuerda que el país ha sufrido “una prolongada sequía, que afecta mucho al ambiente y a los cultivos. Los incendios fueron extremadamente graves, con gran número de víctimas mortales y heridos, además de muchos daños materiales (...). La realidad, también la meteorológica, tiene varios niveles de comprensión, que pueden y deben converger. A la ciencia compete la primera explicación, a partir de la interpretación correcta de los fenómenos; de aquí se sacan conclusiones para actuar bien y prevenir mejor los acontecimientos naturales. Pero la naturaleza admite interrogaciones más profundas, que sondean el sentido último de las cosas, más allá del simple acontecer. Para un creyente, la naturaleza es propiamente creación, don inicial y permanente del creador.

Según el Instituto Portugués del Mar y la Atmósfera (IPMA), la lluvia llegará el miércoles para instalarse durante tres o cuatro días al menos en el centro y el norte del país. Según el mismo instituto, el verano fue el más seco de los últimos 87 años; y octubre solo ha empeorado la situación: ahora el 81% del territorio portugués continental sufre una sequía severa, el 7,4% sequía extrema y 10,7% sequía moderada.

La sequedad trajo como consecuencia el año más trágico en incendios forestales, con más de un centenar de muertos y casi medio millón de hectáreas calcinadas.

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