La española que da forma a los objetos cotidianos
Patricia Urquiola celebra el 90º aniversario de Cassina, la mítica marca del diseño 'made in Italy' donde no ha dejado mueble por tocar desde que ejerce de directora creativa
“Nuestro trabajo nos permite ahondar en el modo en que vivimos”, afirma Patricia Urquiola (Oviedo, 1961) con la chispa en los ojos del que siente pasión por lo que hace. La diseñadora y arquitecta española, milanesa de adopción, ha dedicado su vida a dar forma a los objetos que nos rodean, de muebles a vajillas, y a los espacios que habitamos; primero, tutelada por Achille Castiglioni (que dirigió su tesis) o Vico Magistretti (su gran mentor), y desde 2001, en su propio estudio, donde trabaja junto a su marido y padre de sus dos hijas, Alberto Zontone, y su equipo.
Por su perfil poliédrico y su prestigio internacional (ha dejado su huella en las mejores casas de diseño de producto del mundo, ha obtenido reconocimientos como la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes y tiene obra en la colección permanente del MoMA), la firma Cassina, un icono del made in Italy que celebra este año su 90º aniversario, la consideró idónea para un puesto, el de directora creativa, inédito en las nueve décadas de existencia de la marca. Desde su llegada, Urquiola no ha dejado, literal y figuradamente, mueble por mover; ya sea reimaginando los puntos de venta (uno de ellos, en la madrileña calle Lagasca) o sumando nuevos colaboradores, como los hermanos Bouroullec, a un catálogo que no andaba corto de grandes nombres (Le Corbusier, Gio Ponti o Philippe Starck, entre ellos).
“Cassina tiene una tradición importante y a la vez sorprendente; en cada una de sus nueve décadas siempre ha intentado no caer en un mundo banalizado y dialogar con las personas válidas de cada periodo”, explica desde el showroom de la firma en Londres, donde aterrizó para participar en una charla con Konstantin Gciric, otro de sus “fichajes”. Las piezas de esos “poetas” de su generación, como ella los describe, convivirán con otras suyas, como el novedoso sofá Floe Island, un sistema modular concebido como un archipiélago de bloques de hielo e inspirado por un viaje a Groenlandia. “Yo me meto en el saco con los demás, no me preocupa compararme. Busco gente fantástica con la que trabajar, y bienvenido sea el que lo haga mejor que yo”, asegura.
Compagina su labor en Cassina con su propio estudio, que fundó con los 40 ya cumplidos y que evolucionó de manera orgánica: de opinar sobre los stands donde se presentaban sus productos (“me acabaron diciendo: ‘Pues hazlos tú’) pasó a crear arquitectura efímera y en 2010 llegó su primer gran encargo: el Hotel Mandarin Oriental de Barcelona. “Magistretti me dijo hace años: ‘Patricia, tú vas a vivir en un mundo mucho más complejo, vas a tener que hacer muchas cosas a la vez’. Y eso no hay que verlo como un problema, sino aprender a navegar y encontrar tus fast tracks personales”.
Urquiola también ha proyectado tiendas para firmas de moda como Missoni o Gianvito Rossi, y forma parte del jurado del Loewe Craft Prize: “Loewe ha entendido las conexiones entre el arte, el diseño y la arquitectura, y sabe que la base de todo es esa sapiencia que hay detrás del mundo artesano”. Admiradora confesa de Raf Simons, otro diseñador industrial de formación, no rechaza dejarse tentar con alguna pequeña incursión en la moda: “Podría crear una colección cápsula o una joya como una cosa feliz y divertida, una experimentación, como cuando hice una escenografía para una ópera. Pero mi mundo es otro”. Su mundo tiene más que ver con tomarle el pulso al futuro —desde la popularización de los coches sin conductor (“finalmente se volverá un habitáculo fascinante”) a la erradicación del teléfono como ese objeto que llevamos siempre en la mano (“imagino que las compañías tecnológicas están buscando la manera de que no nos estropee el cerebro la prótesis que nos implantarán”)—, y dar respuesta a esas nuevas maneras de vivir. “No es que te plantees: ’Necesito diseñar algo que sea revolucionario’. Pero hay momentos donde se producen cambios sociales, se rompen prejuicios, surgen necesidades, y hay que estar un poco atento a ellos”.
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