Porno radiofónico
El oído es uno de los sentidos que más participan en el juego sexual
El maravilloso mundo de los juguetes sexuales evoluciona muy deprisa. Tanto, que ya ni siquiera es necesario estar cerca de tu amante para masturbarlo. En el sexo no todo ocurre en las distancias más cortas.
La primera vez que escuché hablar de un juguete sexual que ni siquiera me obligaba a estar cerca de mi amante, no daba crédito. Mi escepticismo me llevó a preguntarme dónde estaba la gracia entonces. Hasta ese momento los juguetes sexuales que conocía se basaban en dar(me) placer o en convertirse en el artilugio perfecto para que ¡por fin! creyera tener dos hombres en mi cama. Fue precisamente gracias a un artículo como corroboré la perfección de la técnica. La industria juguetera sexual sabe que lo mejor que debe ponerse las pilas, nunca mejor dicho, para ofrecer a los usuarios todo aquello que pueda acercarlos a sus fantasías sexuales.
Y ya cada cual, que haga de las suyas.
La mía fue comenzar la nueva temporada de Contigo Dentro invitando a Venus O'Hara, mi pelirroja favorita, a que me presentara su última adquisición. Como probadora profesional de juguetes sexuales, Venus es toda una institución en la materia y durante las vacaciones de verano, le había hablado a mi productora, Elia F. Granados, de su última adquisición: un masturbador que, gracias a una App, permite que su funcionamiento lo maneje otra persona a kilómetros de distancia.
624'6 kilómetros nos separaban la noche que masturbé a Venus. Y puedo asegurarles que escucharla gemir, manejando el aparatito en cuestión y sintiendo, aunque fuera de lejos, la efectividad de la tecnología, me excitaron casi tanto (ojo, casi) como si hubiera tenido una aventura con ella. Me imaginé muy bien acompañada en Doolin, uno de esos lugares de su Irlanda natal que rezuman amor (y sexo) por los cuatro costados.
El oído es un sentido poderoso. Tanto como para que participe en nuestra sexualidad. ¿Recuerdan el éxito de los teléfonos eróticos? Supusieron un disgusto para más de uno, pero evidenciaron que el oído es un excelente vehículo para excitarse. Escuchar a nuestra pareja jadear ya es de por sí un excelente afrodisíaco.
O un espanta hijos, como esgrimió certeramente esta publicidad:
José Bustamante, psicólogo, sexólogo, especialista en terapia de pareja, señala que cada pareja tiene sus propios códigos para alcanzar la excitación y que son muchas las que encuentran en la estimulación sonora parte de su escenario sexual perfecto. Aquí entrarían todas esas canciones que nos gustan y excitan llevándonos a un escenario erótico de partituras. Pero también se incluyen los propios gemidos y jadeos provocados por el placer sexual. "En medio situaríamos lo evocador de las palabras que suenan como una suerte de relato erótico que te invita a recrear esas escenas en tu imaginación." Una vez almacenadas en nuestra mente, las evocamos cuando deseamos.
Si un amante nos dijo algo que nos excitó, podremos recordar esa frase, por ejemplo, cuando estemos a solas y nos masturbemos. Ha pasado a nuestro repertorio de frases provocadoras y como tal, volveremos a recurrir a ella. "Y no podemos obviar todas esas expresiones que consideramos "prohibidas" como las expresiones "sucias" que alimentan el morbo de cada uno", prosigue Bustamante. La oferta es tan amplia que hasta los sonidos que se producen en las relaciones sexuales se comercializan por si alguien los necesita personal o profesionalmente. Nunca se sabe...
La radio es un poderosísimo medio para que el sexo entre en nuestras vidas. Ya sea educativa o lúdicamente. En Kenia, por ejemplo, ha supuesto que muchos jóvenes puedan saber más de sexo en un país en el que la educación sexual es nula. Por la parte que me toca, reconozco que cuando los testimonios no llevan implícita la aparición y reconocimiento de los protagonistas, resulta mucho más fácil conseguir testimonios en los que se hable de sexualidad. Todas las madrugadas de lunes confirmamos esto desde Cadena SER y, a veces, tengo la suerte de ser yo la que triunfa con los sonidos que escucha. Los gemidos de Venus O'Hara desde Barcelona mientras yo controlaba por control remoto su placer hicieron que me sintiera abrumadoramente poderosa. Controlaba la intensidad del vibrador que ella portaba en su vulva, dejándome imaginarnos a las dos desnudas metidas en la cama. Seguro que evocaré aquel momento las veces que haga falta.
Y ojalá los que nos escucharon disfrutaran también de semejante sesión de porno radiofónico. A ser posible, con un final de lo más feliz.
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