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CLAVES
Columna
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Los viejos acuerdos

Igual que la izquierda se parte por las banderas, la derecha se une en torno a posiciones nacionales y conservadores por igual

Jorge Galindo
Pleno Ley Transidoriedad. Pleno en el Parlament de Cataluña.
Pleno Ley Transidoriedad. Pleno en el Parlament de Cataluña. MASSIMILIANO MINOCRI

La nueva política llegó con una promesa clara: abrir espacios para el cambio. Pero la batalla territorial ha caído encima de esa esperanza. Primero, Cataluña fue el tema clave que determinó el veto cruzado entre todas las alternativas al PP, permitiendo así que Rajoy repitiese en el cargo. Y ahora ha dejado fuera de juego a Podemos y a Ciudadanos, aunque por razones bien distintas.

Los primeros parecen darse cuenta ahora de algo que el PSOE hace tiempo que aprendió a la fuerza: que la izquierda en España siempre se rompe por las líneas fronterizas, y que lo que puede funcionar en Cataluña normalmente no lo hará en Madrid o en Andalucía. Así que ahora se encuentran en una situación incómoda, donde no son necesarios para ninguna suma parlamentaria. Además, mientras sus socios catalanes son capaces de articular un discurso con preferencias mayoritarias entre su electorado potencial, para Iglesias esto entraña más contradicciones que ventajas.

El problema con C’s es casi el opuesto: siendo un partido que nació contra el nacionalismo catalán y con electorado centrado, la actitud dura les recompensa por igual en todas partes. Por eso han decidido envolverse en la rojigualda y adelantar al PP en españolismo. Algo que parece estar dando resultado en las encuestas, pero que genera una serie de deudas y compromisos con unos votantes que, ahora sí, serán nacionalistas, pero españoles. Y que pasarán su factura en todos los ámbitos, más allá del territorial, dañando su posición de negociador reformista. Igual que la izquierda se parte por las banderas, la derecha se une en torno a posiciones nacionales y conservadoras por igual. De esta manera, asumir unas normalmente obliga a hacer lo propio con otras, llegado el momento.

Paradójicamente, esto deja a los viejos partidos más cerca entre sí que antes. Ciertamente, el PP mantiene su cuota de españolismo; y el PSOE sigue teniendo problemas para conjugar su posición con la del PSC y otras federaciones. Pero tener a las formaciones de la nueva política acaparando los extremos del debate tiene el curioso efecto de desplazar los consensos hacia la vieja política. @jorgegalindo

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Sobre la firma

Jorge Galindo
Es analista colaborador en EL PAÍS, doctor en sociología por la Universidad de Ginebra con un doble master en Políticas Públicas por la Central European University y la Erasmus University de Rotterdam. Es coautor de los libros ‘El muro invisible’ (2017) y ‘La urna rota’ (2014), y forma parte de EsadeEcPol (Esade Center for Economic Policy).

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