Hijas
Me irrita pensar que las que nacen hoy seguirán lidiando con el miedo a ser agredidas, acosadas y abusadas por otros hombres por el hecho de ser mujeres.
La retórica del “tengo hijas” me recuerda a la de “tengo un amigo gay”. Un argumento de autoridad manido por muchos padres -y madres- para abordar su posición ante agresiones machistas. Como si fuera necesario haber procreado a una mujer para defender la igualdad o como si hacerlo diera galones.
Lo vuelvo a leer ante el escándalo generado con las investigaciones periodísticas de The New York Times y The New Yorker sobre más de tres décadas de abusos de quien hasta hace días era uno de los hombres más poderosos de Hollywood, el productor Harvey Weinstein.
No me hace falta tener la piel de determinado color para defender que todos los colores son iguales, ni sentirme atraída por otra mujer para reivindicar que podemos querer a quien queramos. Ni esperé a ser madre para defender que la conciliación es tarea y derecho de todos, con independencia de la situación familiar, por poner unos ejemplos.
Un chascarrillo habitual cuando tienes hijos varones es que, cuando sean adolescentes, estarás más tranquila. Así estamos, todavía. Me irrita pensar que las que nacen hoy seguirán lidiando con el miedo a ser agredidas, acosadas y abusadas por otros hombres por el hecho de ser mujeres. Educarlos a ellos en la igualdad -eso es el feminismo- es lo único que hará que cambiemos la película y quizás, de paso, de frase. Como madre de varones que soy, que no me vea lamentando que un hijo mío le jode la vida a la hija de alguien.
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