_
_
_
_
MIRADOR
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Oros

A veces sentimos la necesidad de salirnos un momento, de olvidarnos de lo que pasa alrededor para fijarnos en lo que pasa dentro

Manuel Jabois
Escena de la película "Casablanca", dirigida por Michael Curtiz.
Escena de la película "Casablanca", dirigida por Michael Curtiz.Foto de Promoción

Cuando llegué a Barcelona salí a pasear por la noche. Fue un paseo largo que he repetido casi todas las noches que llevo aquí. Si veo un lugar con un nombre que me despierta curiosidad, me siento y busco su historia. Lo mismo hay que hacer con las personas. Me ocurrió, por ejemplo, con la Plaça Cinc D’Oros. Como nieto de tabernero, crecí entre fichas de dominó y baraja española: supe que la plaza se llamó de esa manera por las cinco rotondas que tenía a principios del siglo XX. Luego su nomenclatura empezó a adaptarse a la Historia: plaza de Pi i Margall en la Segunda República, de la Victoria después de 1939 con un águila tan mal hecha que la plaza fue conocida como plaza del Loro, de Juan Carlos I en 1981 tras el 23-F, Cinc D’Oros desde septiembre de 2016. Hasta que alguien del siguiente Gobierno pierda una dramática partida al tute, la plaza se quedará así.

De repente, cuando aún tenía la mirada en el móvil, empezó una cacerolada. Miré hacia arriba: numerosos vecinos habían salido a las ventanas y los balcones. Golpeaban fuerte y en silencio, con cierta cadencia: si el procés dura unos meses más se conseguirá interpretar algo entre todos, y el Gobierno no podrá negarles nada.

Me iba a levantar ya cuando vi a una pareja de chavales apoyada en una moto. Unos 18 o 20 años. No hacían caso a nada, y eso que parecía imposible en aquel momento; de hecho esa moto probablemente fuese el único lugar de Barcelona en que no se hablaba de política y se estaba a las cosas importantes. Siempre pensé, al final de todo, que el verdadero éxito de Casablanca es la romántica desconsideración de Rick e Ilsa en París, más preocupados del color de sus vestidos que de los uniformes nazis. Así que me fui de allí dándole vueltas a la moto: es imposible no besar a nadie cuando te apoyas en ella con el casco en el brazo. Tan entusiasmado estaba el día en que mi abuelo me dejó su vespino, que no pude esperar más y le eché la boca con mi pierna en el carenado, como en las películas; reaccionó hábilmente poniendo la mejilla.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Había malotes con moto y luego estábamos los que andábamos con la del abuelo. Los segundos nunca morreamos con ella, pero tampoco vivimos muchas declaraciones de independencia. Cuando lleguen, la aparcaremos y nos besaremos con el primero que se ponga por delante. No tanto por amor como por la necesidad de salirnos un momento, de olvidarnos de lo que pasa alrededor para fijarnos en lo que pasa dentro.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel Jabois
Es de Sanxenxo (Pontevedra) y aprendió el oficio de escribir en el periodismo local gracias a Diario de Pontevedra. Ha trabajado en El Mundo y Onda Cero. Colabora a diario en la Cadena Ser. Su última novela es 'Mirafiori' (2023). En EL PAÍS firma reportajes, crónicas, entrevistas y columnas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_