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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La vía islandesa para reducir el consumo de drogas

Una nueva política de prevención logra alejar a los adolescentes de las adicciones

Un activista fuma cannabis en pro de la legalización frente al Parlamento de Londres el pasado martes.Vídeo: STRINGER (REUTERS) / EPV
Milagros Pérez Oliva

Todas las sociedades han tenido problemas con las drogas. Pero en la nuestra, el porcentaje de vidas malogradas o perdidas a causa de una adicción es abrumador y los planes de prevención distan mucho de obtener resultados satisfactorios. Especialmente preocupante es el consumo de drogas en la adolescencia. Que en España uno de cada cinco jóvenes se haya emborrachado al menos una vez en el último mes y uno de cada tres haya incurrido en consumos de alto riesgo de coma etílico es un rotundo fracaso.

¿Qué falla? Desde Islandia nos llegan noticias esperanzadoras. Un nuevo modelo de abordar el problema ha logrado en poco tiempo resultados espectaculares. Hace apenas veinte años, los adolescentes de ese país figuraban entre los más bebedores de Europa. Ahora destacan entre los que siguen un estilo de vida más saludable. Entre 1998 y 2016 el porcentaje de jóvenes de 15 y 16 años que declara haberse emborrachado en el último mes ha pasado del 42% al 5%; el de fumadores ha caído del 23% al 3%, y el de consumidores de cannabis, del 17% al 7%. ¿Cómo ha sido posible? El éxito se debe a que los planes de prevención tienen en cuenta los mecanismos psicológicos y sociales que llevan a los jóvenes a consumir drogas y les ofrecen alternativas deportivas y de ocio que les alejan de ellas.

Los programas tienen en cuenta la química del cerebro adolescente, ávido de sensaciones nuevas y de experimentación. A ello hay que añadir el estrés de una cultura orientada al éxito y la competitividad. Muchos jóvenes encuentran en las drogas una forma de combatir la ansiedad o la angustia y también una manera de experimentar y explorar los límites del propio cuerpo. El programa ha permitido comprobar que el deporte colectivo y las actividades lúdicas compartidas generan las endorfinas necesarias para que los adolescentes se alejen de las drogas.

Pero, además, el programa ha intervenido sobre los factores culturales y sociales que facilitan caer en las adicciones. Para ello se ha involucrado a padres y a profesores. El programa hace mucho énfasis en la importancia de dedicar a los hijos adolescentes más tiempo, más atención y más vigilancia. No basta con dedicarles “tiempo de calidad”, como dicen algunos padres. Necesitan más tiempo.

El plan se ha completado con una medida que aquí sería polémica: una especie de toque de queda acordado con los padres. Los menores de edad no pueden salir solos de casa después de las diez de la noche en invierno y de las doce en verano. ¿Sería aplicable aquí una medida de este tipo? Resulta difícil imaginarlo. El clima y las costumbres sociales son muy diferentes, pero una de las claves del consumo de drogas en España tiene que ver con la forma que adopta el ocio entre los jóvenes. Según datos de la Agencia Antidroga de Madrid, el 50% de los menores que sale durante el fin de semana admite que llega a casa después de las dos de la madrugada y uno de cada cuatro vuelve entre las cuatro y las ocho de la mañana. Entre el toque de queda y estos horarios hay un gran margen para intervenir.

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