Cangrejos confundidos con escorpiones en Holanda
El supuesto avistamiento de escorpiones en las acequias y canales holandeses, con el susto consiguiente, ha obligado a la Policía Nacional a tranquilizar a la población a través de su página oficial de Facebook. “Son cangrejos de río. Por favor, no nos llamen más. No hay peligro”, reza su mensaje, colgado después de recibir innumerables avisos de parte de ciudadanos ansiosos, y del frenético intercambio de centenares de notas en las redes sociales sobre el venenoso arácnido. Hasta se han publicado fotos de ejemplares caminando por las calles de Ámsterdam. Pero el presunto villano no es otro que el Procambarus clarkii,más conocido como cangrejo rojo americano: una especie exótica invasora —también en España— según la UE.
A simple vista, al menos para los paseantes que alertaron a las fuerzas del orden, ambas familias, arácnido y crustáceo, guardan cierto parecido. Sobre todo si son importunados y se ponen en guardia. Entonces, sus apéndices en forma de pinza o garfio producen igual sobresalto al espectador. Aunque solo el alacrán tiene el temido aguijón, el Procambarus clarkii empieza a ser una plaga en el país debido a su voracidad. Sin enemigos naturales más allá de las garzas, acaba con las plantas y daña la calidad del agua. Hace 30 años era un desconocido en Holanda, pero debido a su gran poder de adaptación, y de que ante la falta de alimento migra y compite con los herbívoros y con otros carnívoros primarios, el Ministerio de Economía autoriza de momento su pesca a pequeña escala.
Son comestibles y están muy ricos, pero el Gobierno quiere agrupar a las provincias afectadas para preservar mejor la biodiversidad y evitar mayores destrozos. En especial, que el ganado vacuno resulte lastimado, porque el cangrejo no solo camina hasta tres kilómetros en terrenos secos. Cuando cambia de caparazón, o tiene descendencia, cava refugios en los surcos del canalillo. Justo por donde acuden a beber las vacas que pacen la hierba del campo. De autorizarse al final la pesca masiva, las ganancias tampoco son desdeñables. Al por mayor, el kilo se pagó en 2016 a cinco euros.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.