Ambigüedades
No cabían las ambigüedades antes del miércoles, pero después es escandaloso mantenerlas
Las bocas de los diputados catalanes separatistas se llenaron el miércoles con la palabra democracia. No se sabe por qué, si no se trataba de convencer a nadie. Los diputados de la mayoría no querían que la oposición, una oposición tan plural que abarca al PPC, Ciudadanos y el PSC, pudiera ni siquiera exponer sus argumentos.
Eso lo hizo una mayoría que estaba llevando a votación una ley que se pretende fundacional. Y de eso será rehén. A los diputados de Junts pel si y la CUP ya no les podrá sorprender nada cuando alguna vez dejen de ser mayoría, que eso puede suceder, incluso en países como Venezuela, donde no está garantizado que la Asamblea Constituyente pueda sobrevivir eternamente.
En estos días previos al desastre del 1-O, esta mayoría va a realizar algunas tropelías más. Y no es la menor la aprobación de la muy democrática ley de transitoriedad, con la que se daría ¡por fin!, si Europa tuviera las tragaderas que harían falta, carta de naturaleza al chavismo-madurismo en Europa Occidental.
No es preciso repetir todos los argumentos de esa mayoría para llegar a encabezar la República Catalana ganen o no en las urnas. Porque a partir de ahora las urnas sólo valdrán si representan el espíritu indómito de un pueblo, o de su mitad si es la mitad correcta.
Hasta entonces, hasta ese momento de éxtasis, quienes quieren llegar a él por procedimientos tan oscuros como los que regula con mano firme Carme Forcadell, algunos van a tener tiempo para pensar.
Por ejemplo, Pablo Iglesias y sus aliados catalanes, que van a poder optar entre su teórico mensaje de libertad o la realidad de opresión que se ofrece ahora en Cataluña. Un buen momento para aclarar su adscripción al chavismo de derechas.
Por ejemplo, Joan Coscubiela, autor del mejor discurso democrático del miércoles, que después de soltarlo se abstuvo en la votación.
Y, por ejemplo, todos los que, una vez puestas en claro las ideas de los indepes sobre la democracia, siguen obstinados en recordarnos lo mal que lo ha hecho Rajoy. Vale, pero ahora se trata de un golpe de Estado, que va contra nuestra Constitución.
El discurso de los comuns de Ada Colau tiene también que despejar sus importantes dosis de ambigüedad. No da lo mismo ser alcaldesa de todos o de la mitad de los barceloneses.
No cabían las ambigüedades antes del miércoles, pero después es escandaloso mantenerlas. Es muy doloroso para un catalán de izquierdas tener que reconocerse en el discurso de Albiol frente al de Junqueras.
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