De ciudad industrial a cita internacional de la música
Sines galardonado como Mejor Programa Cultural de España y Portugal en 2017, por los Iberian Festival Awards
En 1999, el entonces alcalde de la ciudad portuguesa de Sines quería dinamizar el Castillo de la localidad, el mismo dónde algunos historiadores apuntan que nació el navegante y explorador luso Vaco da Gama. Desde la perspectiva romántica de expresar gratitud y servir de punto de encuentro para las músicas y culturas de otros lugares, surgió el Festival de Músicas del Mundo de Sines (FMM Sines). “Sines está con los brazos abiertos para acoger a personas venidas de cualquier parte del mundo: sea como público, como técnico o como artista. Ante todo queremos ser un ejemplo de tolerancia, algo que en Europa es actualmente muy necesario”, afirma Carlos Seixas, director artístico y alma mater del Festival desde sus inicios.
“queremos ser un ejemplo de tolerancia, algo que en Europa actualmente es muy necesario”
Ampliamente reconocido y galardonado por su calidad artística, el FMM Sines es un buen ejemplo de cómo un gobierno local puede hacer uso de la cultura y las industrias creativas para promover el desarrollo, y la cultura de paz y la convivencia en sus territorios.
La ciudad costera de Sines conserva un enclave privilegiado, con una generosa vista sobre la bahía y un casco histórico fácilmente transitable y acogedor, pero debido a su puerto desde los años 70 se convirtió en un fuerte polo industrial que desvalorizó su atractivo turístico. El festival consiguió cambiar esta situación y atraer cada año a más de 90 mil espectadores, además de construir una imagen positiva de la ciudad y fortalecer la identidad de sus ciudadanos (base del considerado marketing territorial).
El retorno económico para la ciudad y sus habitantes supera la inversión pública
La inversión pública del FMM Sines gira alrededor de a los 650 mil euros, pero el retorno para la ciudad y sus habitantes supera con creces lo invertido. Se calcula que el evento genera en torno a 1 millón y 500 mil euros anuales en comercio y hostelería, así como una exposición mediática para la ciudad valorada en 3,2 millones de euros (CISION, 2014).
La mayoría de los conciertos son gratuitos y los que se pagan son retransmitidos por pantallas y sistemas de sonido exterior. “Queremos que la música llegue a todos, hay una preocupación constante por la democratización de la cultura. Este festival es ante todo un servicio público. Cualquier asistente, independientemente de su presupuesto, puede disfrutar de toda la programación. También tenemos ese cuidado con los artistas, tanto si es un músico consagrado como un novel, todos tienen el mismo recibimiento, apoyo técnico y oportunidades para difundir su trabajo a través de los medios de comunicación acreditados”, continúa Carlos Seixas.
Otro factor clave en el éxito del Festival es contar con un ayuntamiento – representado por sus funcionarios, contratados y voluntarios – con un fuerte espíritu aventurero y trabajador. A diferencia del staff habitual de los festivales de verano, formado por jóvenes hipsters y otros “acelerados” de la producción de eventos, el personal en Sines es gente sencilla que te mira a los ojos y te habla con calma. Son personas como María João o Marta, que durante el año trabajan como asistente social y profesora de matemáticas respectivamente, y realizan labores de producción y asistencia a artistas durante el Festival. Aún no siendo profesionales oficiales en la materia, la experiencia es un grado y los 19 años de esfuerzo y cariño confiere a sus promotores un alto grado de profesionalismo y capacidad técnica.
Sus ciudadanos se enorgullecen en acoger y convivir con artistas y visitantes procedentes de todas las culturas y religiones
Para una pequeña localidad como Sines un encuentro internacional de este calibre representa también una fuerte apuesta pública en educación para la paz y la convivencia. El FMM Sines reconoce la música no sólo como una forma de entretenimiento, sino como el arte que mejor representa el sentir colectivo de los pueblos. Sus plazas y espacios públicos se transforman en escenarios y talleres creativos, y sus ciudadanos se enorgullecen en acoger y convivir con artistas y visitantes procedentes de todas las culturas y religiones. “Este es uno de los aspectos más intereses, los jóvenes sinienses crecen con una inmensa cultura musical, pero sobre todo crecen el aprendizaje de aceptar “al otro”, a “lo desconocido”, tienen una abertura mucho mayor”, concluye Seixas, su director artístico.
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