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CLAVES
Columna
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Calentar la Diada

El consejero-portavoz calficó el 29 de agosto de “súbditos” —de no-ciudadanos— a quienes se oponen a este referéndum unilateral e ilegal

Xavier Vidal-Folch
El conseller de Presidencia y portavoz del Govern, Jordi Turull.
El conseller de Presidencia y portavoz del Govern, Jordi Turull.ANDREU DALMAU (EFE)

Empieza hoy una semana clave, la del precalentamiento de la Diada. Que a su vez será la jornada de presurización del presunto referéndum del 1 de octubre.

El president va lanzado a plena campaña, contra la “neutralidad” que dicta el Consejo de Europa/Comisión de Venecia. No es normal.

Convocó para hoy a los corresponsales extranjeros en España. Con el señuelo de que les presentaría a un premio Nobel (sin decir su nombre). Que le ayudará a la agitación autodeterminista, como si Cataluña fuese el Túnez precolonial. A cargo del presupuesto. No debería ser normal.

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El miércoles, su Parlament —suyo; el grueso de la oposición se ausentará del desaguisado— admitirá a trámite la Ley del Referéndum ilegal para alterar el orden del día forzando el reglamento de la Cámara (artículo 81). Obstaculizará así que el Consejo de Garantías catalán dictamine su (i)legalidad. No es normal.

Y posibilitará la convocatoria del 1-O, que no la firmará únicamente él, quien en solitario ostenta la competencia de convocar (artículo 56 del Estatut), sino todos sus consejeros, para vigilar a los posibles desafectos, incluso tras la purga de los legalistas perpetrada en julio. Desconfianza anormal.

Ese desafío al Estado lo emprende quien ejerce como representante ordinario del Estado en Cataluña” (artículo 67 del Estatut). Y en nombre de la libertad y la plenitud nacional, cuando nunca tantos catalanes habían gozado de tantas libertades en toda su historia, incluyendo la era mítica medieval de la monarquía del Casal de Barcelona. Nada de eso parece normal.

Seguramente el jueves el Tribunal Constitucional suspenderá la atrabiliaria ley (que equipara en su preámbulo a Cataluña con Kosovo). En realidad es eso, mucho más que votar, lo que se pretendía, y así ya estará la gasolina emocional dispuesta para el lunes próximo, la Diada del 11 de septiembre. Anormal.

Estas anomalías no desentonan de las acaecidas en el último quinquenio. Lo más más novedoso es que el Gobieno de la Generalitat practique el insulto contra sus propios ciudadanos: el aturullado consejero-portavoz calificó el 29 de agosto de “súbditos” —de no-ciudadanos— a quienes se oponen a este referéndum unilateral e ilegal y se aprestan a abstenerse. El president aún no le ha echado. Todos seguiremos pagando su sueldo.

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