10 lugares en España para rodar la octava temporada de ‘Juego de Tronos’
Antes cada alcalde quería que el Camino de Santiago pasase por su pueblo. Ahora lo que quieren es aparecer en 'Juego de Tronos´. Le regalo a HBO diez ideas para la próxima temporada (¡ojo, 'spoiler'!)
Sí, lo sé. Juego de Tronos hasta en la sopa. Pero la legión de seguidores que tiene la serie de HBO no lo es por casualidad. Una superproducción sin límites financieros, buen guión, personajes bien trabados, ritmo, sexo, violencia… y unos escenarios que parecen irreales. Pero que son de verdad. Y ese mérito hay que dárselo al equipo de localizaciones, que son esperados en cada municipio del mundo como si fueran los Reyes Magos… ¡qué digo!... el rey Midas. Lo que tocan lo hacen de oro.
Por eso, si antes todo alcalde quería tener una flecha amarilla del Camino de Santiago en su término municipal ahora lo que quieren es que los localicen para Juego de Tronos.
Aquí van diez ubicaciones en España que los responsables de HBO deberían conocer antes de empezar a rodar la octava temporada.
1. Castillo de Vélez-Blanco (Almería)
El castillo almeriense de Vélez-Blanco es un laberinto de salas, escaleras y pasadizos, con una ornamentación muy superior a la que se espera de un recinto castrense. Fue la principal residencia del marquesado de los Vélez, una familia feudal cuyos dominios se extendieron durante siglos por los reinos de Granada y Murcia. Es uno de los mejores ejemplos de castillo-palacio del siglo XVI. Pero si los productores de HBO quisieran verlo completo tendrán que cruzar el Atlántico: su delicado claustro hecho con mármol blanco de Macael, una de las joyas del renacimiento andaluz, fue adquirido en 1904 por un rico norteamericano y trasladado por piezas hasta EE. UU. para instalarlo en el jardín de su chalé. Más tarde lo donó al Museo Metropolitano de Nueva York, donde ahora se exhibe. Con o sin claustro el castillo de Vélez Blanco sigue teniendo una silueta imponente, con sus siete torres elevadas sobre un peñón rocoso que domina esta comarca del norte de la provincia, una Almería atípica de montañas, bosques y castillos donde suele nevar todos los inviernos.
2. Acantilados de la Breña (Cádiz)
Si como se barrunta, en la octava temporada Theon tendrá que navegar bastante hasta encontrar a su hermana Yara, propongo a los de HBO que no dejen escapar el famoso acantilado de La Breña, que se prolongan desde Caños de Meca hasta la vecina Barbate. Diez kilómetros de pared inaccesible, de hasta 100 metros de caída en su punto culminante sobre las azuladas aguas del Estrecho. Bandadas de gaviotas, garcillas bueyeras y garcetas comunes habitan estos roquedos. La cumbre de los acantilados está tomada por pinar denso de repoblación; la base, por bañistas y amantes del nudismo que aprovechan la marea baja para buscar la intimidad que el resto de playas de la zona, frecuentadas en verano por un turismo cada vez más familiar, les niegan. Si además, Jon Snow y Daenerys se quieren tomar una cervecita con pescaíto frito tienen a un paso Caños de Meca, el enclave costero más trasnochado, romántico, atípico y natural de la costa gaditana.
3. Las Médulas (León)
Imaginemos a los localizadores de HBO buscando un nuevo escenario para el desfile de la Compañía Dorada que Euron va a traer desde Essos. Se me ocurren muchos lugares en España, pero uno de los más cinematográficos podría ser Las Médulas, en León. Uno de esos lugares que por mucho que uno los haya visto mil y una vez en fotos y vídeos no dejan de sorprenderle cuando lo tiene por fin delante de sus ojos.
Se trata de unas antiguas minas de oro romanas donde la acción combinada del hombre y de la naturaleza ha creado un paisaje irreal de pináculos y montañas rojizas tapizadas por un extenso bosque de castaños. Para extraer el mineral los ingenieros romanos mandaba a los esclavos excavar galerías subterráneas por las que luego hacían circular agua a presión que arrastraba aluviones de tierra cargados de pepitas de oro, pero que a la vez desmoronaba el terreno. El resultado es un caos medioambiental lleno de armonía. Se aconseja ir al atardecer, cuando los últimos rayos del sol se acuestan sobre las arcillas encarnadas e incendian el escenario.
4. Castillo de Butrón (Vizcaya)
Situado a unos 20 kilómetros de Bilbao, parece un prototipo de aquellos legendarios Exin Castillos. O una fortaleza bávara sacada de los Alpes y trasladada tal cual a las suaves colinas vizcaínas. El castillo de Butrón es uno de los más emblemáticos e incongruentes de Vizcaya. Su origen es medieval, pero en el siglo XIX su propietario, el marques de Torrecillas, mandó levantar sobre sus ruinas un castillo de fábula que nada tenía que ver con la tipología constructiva de las fortalezas vascas y si mucho con una imaginación de opereta. Su alta torre del Homenaje presidiendo todo el conjunto y sus infranqueables muros resulta a la larga poco prácticos. El interior es tan exiguo que a muchas estancias hay que entrar por pasarelas exteriores. Está rodeado por un jardín con especies botánicas. Un lugar idílico donde Brienne y Tormund podrían dar rienda suelta a su pasión cuando termine el invierno y criar a esos "grandes hijos monstruosos que dominarán el mundo". ¿Alguien imagina al salvaje regando las plantas del jardín?
5. Palacio de la Alfajería (Zaragoza)
Si los guionistas deciden volver a incorporar localizaciones de los palacios de Dorne, propongo que esta vez no se vayan a rodar al sur. Para buscar un escenario exótico de ambiente arabesco basta con quedarse en Zaragoza. ¿En Zaragoza? Sí. Muy pocos forasteros saben que en la capital aragonesa tiene una pequeña Alhambra. Es el palacio de la Aljafería, ordenado levantar por Ahmad Abú Ya´far ibn Hud al-Muqtadir, rey de la taifa de Saraqusta entre 1046 y 1081, durante cuyo mandato llegó a su máximo apogeo político y cultural. Fue la de residencia de recreo de los reyes saraqustís. Sus jardines, huertas y acequias evocaban el paraíso musulmán. Se conserva aún buena parte de primitivo edificio que sigue la tipología constructiva de los palacios omeyas del desierto.
6. Selva de Oza (Huesca)
Una gran masa forestal de hayas y confieras se extiende entre los macizos de Peñaforca y Bisaurín, en el Pirineo aragonés. Es la selva de Oza, una verdadera joya de bosque autóctono pirenaico. El clima atlántico montañoso permite la existencia de este bosque mixto entre el haya -la especie dominante- y el abeto blanco, que aguanta estoico estas bajas temperaturas. La carretera que viene de Hecho cruza la Boca del Infierno, un estrechamiento del río Aragón Subordán en el que las paredes casi llegan a tocarse. A la salida del desfiladero se puede ver un trozo bien conservado de la antigua calzada romana que unía Cesaragusta con la comarca gala del Bearn, así como el complejo monacal de San Pedro de Siresa, una fundación carolingia fechada en el año 830. Un entorno apropiado para desarrollar alguna trama con Jaime, ahora que cabalga en solitario tras alejarse de Cersei.
7. Ermita de la Regalina (Asturias)
Cadavedo es una agradable localidad de la Asturias más rural, entre Cudillero y Luarca, con urbanismo un tanto disperso, pero lleno de buenos ejemplos de la arquitectura tradicional astur. Una carreterita cruza el pueblo y va a morir a una llanura herbácea rodeada de acantilados en medio de la cual se levanta una ermita tan pequeña y humilde como singular. Es la ermita de la Regalina, que se yergue solitaria en esa punta orientada hacia el noreste, con una de las mejores vistas de la costa asturiana. Abajo, a la derecha está la playa de La Ribeirona; a la izquierda, la playa de Churín. Una vista…. digna de Juego de Tronos. Y quizás, el lugar perfecto para una hipotética boda entre Jon Snow y Daenerys.
8. Timanfaya (Lanzarote)
No entiendo cómo los de HBO aún no se han comprado un pasaje para Canarias. Sin salir del archipiélago podrían rodar capítulos enteros. Se me ocurre por ejemplo Timanfaya, uno de los mejores muestrarios de vulcanismo reciente: las últimas erupciones datan de entre 1730 a 1736. Una singular concentración de conos, chimeneas, cráteres, lajiales, jameos y mares de lava petrificada que dejarían ídem (petrificados) a los espectadores. Timanfaya ocupa unos 50 kilómetros cuadrados al suroeste de la isla, entre los municipios de Yaiza y Tinajo. Hay más de 25 conos volcánicos repartidos por su superficie, algunos tan emblemáticos como la Montaña de Fuego, la Montaña Rajada o la Caldera del Corazoncillo. Se calcula que la temperatura del subsuelo de Timanfaya, a 13 metros de profundidad, es de unos 600 grados. Una sensacional escenificación de la magia del fuego creador, de la colosal fuerza compositora de las entrañas del universo contemplada casi en directo. No se me ocurre mejor escenario para un duelo fraternal entre El Perro y la Montaña.
9. Laguna Negra (Soria)
Puestos a buscar paisajes extraños, medievales y misteriosos, qué mejor que la laguna Negra, en Soria. Un lugar único para dar pábulo a todo tipo de leyendas trágicas, la más famosa de las cuales, la “Tierra de Alvar González”, fue romanceada por el propio Antonio Machado. Desde antaño el color de sus aguas y lo tétrico de los bosques y roquedos que ocluyen esta laguna dieron rienda suelta a la imaginación popular para fabular todo tipo de historias: que si su fondo no se conoce, que si está conectada con el mar, que si en ella se ahogó un vecino tras dar muerte a su hermano y que sus gritos desgarradores aún se oyen salir del lago en las noches de invierno... Situada en el extremo norte de la provincia de Soria, ya lindando con La Rioja, la laguna Negra es la más grande cubeta origen glaciar que queda en los Picos de Urbión, la cordillera que sirve de cuna al río Duero.
Por la izquierda de las paredes rocosas que la cierran asciende una senda bastante empinada que lleva a una meseta de pastizales y pequeñas pozas de agua. Aquí aparecen otras dos lagunas, la Helada y la Larga, que siguen a la Negra en tamaño y fama. Un paraje que parece pensado para ver en acción más habilidades de Arya, ahora que sabemos lo bien que se le da el uso de la daga. ¿Podría aquí completar finalmente su lista?
10. Playa de las Catedrales (Lugo)
La playa de Itzurun, en Zumaia, dio mucho juego en varios capítulos de esta última temporada. Pero si los localizadores quieren otra playa dramática y singular para la octava…. ninguna mejor que la de Las Catedrales, en la Mariña lucense. As Catedrais, como se llama en gallego, es una extensión de arena blanca de donde emergen grandes formaciones geológicas que forman arcadas, cavernas, pasillos y espacios cerrados. Más “juegotroniano”, imposible. Para disfrutar al cien por cien de este laberinto de roca hay que acercarse cuando la marea está baja. Es el mejor momento para pasear bajo estos inmensos túneles esculpidos palmo a palmo por las agitadas aguas del Cantábrico en los acantilados de la Mariña lucense, entre Foz y Ribadeo.
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