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Las familias reconquistan los parques urbanos

El modelo urbanístico que fomentó la construcción de viviendas con grandes patios interiores alejó a grandes y pequeños de estos sitios de esparcimiento

Una peculiaridad que ha diferenciado a lo largo de los siglos la cultura mediterránea, de la que formamos parte, de otras es el uso que sus habitantes hacían de las plazas o los parques de las ciudades para divertirse, establecer nuevas amistades o simplemente disfrutar del entorno. Quién no ha oído decir a nuestros abuelos, “antes la vida la hacíamos en la calle”. Sin embargo, en los últimos años, el desarrollo de un nuevo modelo urbanístico en el que se fomentó la construcción de edificios de viviendas con grandes patios interiores o de viviendas unifamiliares alejó a las familias de estas zonas de esparcimiento. Los parques y zonas verdes dejaron de ser sitios donde poder encontrarse con el “otro”.

Esta tendencia parece que está cambiando y cada vez son más las personas que disfrutan de los parques y zonas verdes urbanas de manera colectiva. Es habitual ver a un conjunto de personas mayores paseando a buen ritmo por sus caminos, familias celebrando los cumpleaños de alguno de sus miembros, grupos de jóvenes reunidos escuchando música, grupos de personas practicando deportes como el running, taichi o pilates, grupos de mamás intercambiando experiencias de su recién estrenada maternidad, o a un creciente número de dueños de perros que en ocasiones ocupan importantes zonas, llevando, a veces, a conflictos de uso con otros usuarios.

Nuria Bautista, consejera técnica de la Dirección General de Agua y Zonas Verdes del Ayuntamiento de Madrid, apunta que ““los parques siempre han sido punto de encuentro, ocio y esparcimiento para los ciudadanos, y esa es su función, además de mejorar la biodiversidad y la calidad de vida de una ciudad. Hace ya tiempo que se vienen utilizando como lugares para celebrar reuniones con familiares y amigos”.

Según apuntan los expertos, la existencia de zonas verdes y parques urbanos es un factor de suma importancia en la calidad de vida de las ciudades, entendida como una combinación de las condiciones del medio ambiente - calidad del aire y del agua, nivel de ruido, tipo de vivienda o accesibilidad- y de los niveles de bienestar alcanzados en algunos atributos intrínsecos de la persona –salud, educación, etc.-. La existencia de áreas verdes tiene efectos positivos sobre la conciencia ambiental de la población además de ser un elemento de identificación de los residentes de un barrio con sus espacios públicos, favoreciendo la construcción de valores comunes y creando vínculos sociales entre los ciudadanos. Una circunstancia, esta última, que según algunos estudios, solo tiene éxito si la comunidad se ve implicada en la participación, uso, disfrute y creación de estos espacios naturales.

Marta Domínguez Pérez, profesora de la Universidad Complutense de Madrid y presidenta del Comité de Sociología Urbana de la Federación Española de Sociología, describe cuáles son actualmente las tendencias del uso de las zonas verdes por parte de los distintos modelos de sociedad. Según Domínguez, en el caso de las ciudades neoliberales, “los modelos desarrollados han favorecido un repliegue social, fomentado el individualismo, la pérdida del sentido de la calle como espacio de encuentro, y mostrando al otro, al diferente, como aquella persona del que hay que defenderse. Además, se ha favorecido la privatización del espacio público, de la vida social y el individualismo como forma de vida. Como exponente diferenciador de este tipo de modelos de sociedad está el desarrollo de las periferias urbanas”. Un modelo que difiere del desarrollado en países del sur de Europa (Grecia, Italia, España y Portugal), en los que, según Domínguez, “el carácter social de sus gentes, favorecido por el clima y el familismo, genera diferentes manera de disfrutar de parques y zonas verdes”.

Domínguez enumera varios motivos que han desencadenado este nuevo acercamiento de la población al uso de los parques en nuestras ciudades. En primer lugar, motivos económicos; la llegada de inmigrantes y el incremento de las desigualdades han propiciado un mayor interés por los espacios públicos donde no hay que pagar, asociado a la crisis económica y al hacinamiento, que en muchas ocasiones viven en sus propias casas, incurriendo en muchas ocasiones en el monopolio de estos espacios públicos. Según Domínguez, “en la actualidad, en los colegios, para evitar segregación y exclusión de niños en cumpleaños, se tiende a integrar a todos en la celebración de cumpleaños. Este tipo de eventos celebrados en espacios privados resultan muy caros y no hay economía que lo soporte. Además, estas zonas ofrecen menús poco saludables y actividades que aportan poco y que se disfrutan en espacios pequeños y agobiantes en los que estás obligado a compartir con otros niños que cumplen también años. Sin embargo, también proliferan ofertas más exclusivas de cumpleaños que se desarrollan en espacios privados, lo que ocasiona, una tendencia a la dualidad”. En relación con los jóvenes, Domínguez apunta que parte de la población juvenil ha recuperado los parques ante la crisis económica y la falta de alternativas al ocio, “frente a la oferta exclusiva de la que disfrutan las élites”.

En segundo lugar; los motivos ideológicos de la búsqueda de lo público, de espacios abiertos que faciliten la inclusión. En opinión de Domínguez, este tipo de espacios “favorecen la socialización, la apertura al otro, estimula la mezcla social, no mediatizada por la accesibilidad económica. A esto se une, el acercamiento con el medio ambiente, que está favorecido por el clima”.

La idea es que estamos volviendo al urbanismo tradicional preocupado por los servicios sociales, los equipamientos y la recuperación de las relaciones personales entre los ciudadanos. En este sentido, Domínguez explica que “las nuevas tendencias en Europa se dirigen hacia la recuperación de espacios, plazas o calles, la peatonalización de las calles o la creación de nuevas zonas verdes. En el sur, es un valor diferencial que hay que poner de manifiesto. Lo que buscan en el mundo y en Europa, aquí ya lo tenemos. Por ello, es importante que lo cultivemos, cuidemos y preservemos. El espacio público es un lugar de encuentro y la esencia de la ciudad frente a la separación, la segregación o la exclusión”.

Espacios públicos, creados para el disfrute de grandes y pequeños, que debemos respetar. Nuria Bautista señala que “no hay que olvidar que es responsabilidad de todos mantener los parques en perfecto estado, que no se puede tirar basura al suelo, arrancar o pisar las plantas, molestar a los animales, tirar colillas encendidas o apagadas, hacer fuego o llevar cocinas para preparar la comida. También es obligación de cualquier usuario de una zona verde recoger los excrementos de las mascotas, no hacer excesivo ruido, para no molestar a otros ciudadanos que tienen el mismo derecho a disfrutar de los parques, ni practicar juegos o deportes en zonas no acotadas para los mismos”. Normas de convivencia que debemos tener en cuenta para seguir disfrutando de los parques y jardines que tenemos en las ciudades.

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