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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Fichajes obscenos

El dopaje financiero puede destruir el equilibrio de las competiciones

Neymar, durante su presentación a la afición del Paris Saint-Germain.
Neymar, durante su presentación a la afición del Paris Saint-Germain. ALAIN JOCARD (AFP)

El fichaje de Neymar por el Paris Saint Germain (PSG) a cambio de 222 millones ha situado en el centro de la atención pública la preocupación por una escalada inflacionista en el mercado de la contratación de jugadores de élite. No se trata solo, ni principalmente, de un problema moral. La elevadísima cuantía del fichaje, que duplica en un solo salto los más elevados de los realizados hasta el momento (Pogba, Bale, Cristiano Ronaldo) puede ser considerada como una obscenidad en el marco de economías con salarios deprimidos o congelados; pero los defensores de la lógica económica pueden argumentar que las contrataciones cienmillonarias y las fichas estratosféricas se justifican en el volumen de ingresos que los fichados aportan a los clubs. La causa del debate es otra: el riesgo de que fichajes como el de Neymar, y el universo inflacionario en el que parece inmerso el fútbol, destruya el equilibrio de las competiciones; dicho de otro modo, que la transparencia se rompa por la competencia desleal en los ingresos de los equipos.

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El fútbol es un mercado privado pero tiene consecuencias públicas. En la Liga española, sin ir más lejos, se dan o se han dado casos en los que el despilfarro financiero de los equipos de fútbol se convierte, gracias a la implicación sentimental (¡cómo va a perder una ciudad su equipo de fútbol a causa de una quiebra!), en un coste público.

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El fichaje de Neymar plantea un problema similar, aunque a la inversa. Tal como ha presentado la cuestión el presidente de la Liga española (Javier Tebas), la compra del exjugador del Barça habría sido posible porque el propietario del PSG, el fondo soberano de Qatar, ha valorado la publicidad en la camiseta del equipo parisino muy por encima del valor que atribuye el mercado a equipos con mayor influencia mediática (Barça, Real Madrid…). Lo que Tebas denuncia y fundamenta una denuncia es que la igualdad competitiva básica quebraría definitivamente si se permite la inyección de dinero público a equipos privados.

Tebas ha planteado un buen diagnóstico, aunque se ha equivocado al impedir que la Liga acepte el depósito del fichaje. La actitud correcta hubiera sido recibir el dinero y denunciar al PSG o pedir una investigación a fondo de sus cuentas. La UEFA ha establecido reglas de transparencia conocidas como fair play financiero y se trata de saber si el PSG las ha vulnerado. El problema es que las reglas actuales (limitación del gasto de los clubs en competiciones europeas) son insuficientes para detectar el dopaje financiero mediante dinero público. Un fichaje como el de Neymar debería ser razón suficiente para que la UEFA reclame una auditoría de las cuentas del PSG para saber de dónde proceden sus ingresos y si están valorados a precios de mercado. Y, si vamos un poco más allá, habría que preguntarse si la UEFA tiene hoy capacidad política real para imponer normas financieras de estricto cumplimiento a los clubs más poderosos de Europa. Quizá habría que empezar por ahí.

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