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La otra foto
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Esto va a ser lo normal

El cambio climático está alterando la forma de vida de todos los seres de la Tierra. Ya no es solo contener el daño; es vivir con lo que ya hemos hecho

El oso polar Szeriy en el Zoo de Budapest.
El oso polar Szeriy en el Zoo de Budapest.ATTILA KISBENEDEK (AFP PHOTO)
Thiago Ferrer Morini

Estos últimos días, en gran parte de Europa —incluido en España— hemos pasado las tardes arrebatados de calor como aquí nuestro amigo Szeriy,uno de los dos jóvenes osos polares del zoo de Budapest. El parque zoológico de la capital húngara es uno de los más antiguos de Europa y tiene sobrada experiencia con osos polares, pero, evidentemente, poco podía hacer contra los 39 grados centígrados que han llegado a marcar los termómetros, 12 más que la media histórica.

Quizás un zoo no sea el mejor sitio para un oso polar, como dirían los detractores de estos espacios, pero tampoco es que sus hábitats naturales estén en un estado precisamente acogedor. Los Ursus maritimus (el nombre científico del animal) están, según los expertos, entre las especies que más tienen que perder con el cambio climático.

Los científicos se han dejado la garganta en alertarnos de que venía el lobo —o el oso— y, por desgracia, ya lo tenemos aquí. Las olas de calor, frío, lluvia o viento van y vienen, como nos dirán los panglossianos de turno, pero las estadísticas son implacables: cada verano que pasa resulta ser más caluroso que el anterior, y eventos que antes pasaban una vez cada siglo pasan a ocurrir año sí y año no. Esto —el clima que hemos creado los seres humanos— es ya lo normal. Y así lo seguirá siendo, probablemente mientras vivamos en este mundo.

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Así que ya no es solo esforzarse por hacer que el cambio climático sea lo menos dañino posible, gracias a acuerdos como el de París que, con Trump o sin él, al menos son un patrón por el que Gobiernos, empresas y consumidores pueden ajustarse hasta que, un día, lleguemos a un consenso más ambicioso.

También debemos saber qué hacer con este mundo derivado del clima que nosotros, y las generaciones que nos precedieron, hemos construido, y su efecto sobre lo que cómo comemos, dónde vivimos, cómo nos ganamos la vida y, no menos importante, de qué manera convivimos con los seres vivos cuya forma de vida ha cambiado para siempre. ¿Estamos, como sociedad, realmente preparados para ello?

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