‘Vogue’ se disculpa por frivolizar con la fluidez de género
Tras una ola de críticas, la publicación admite que fue un error identificar a Gigi Hadid y Zayn Malik como pareja 'sin género' solo porque comparten ropa
Parece que Vogue no acaba de encontrar el tono para dirigirse a las nuevas generaciones —llámense millennials, Generación Z o nativos digitales—. Su última portada tenía como protagonista a la pareja de famosos e influencers Zayn Malik y Gigi Hadid (ella con 35,1 millones de seguidores en Instagram, él con 23 millones) posando acaramelados y demostrando que la moda no entiende de géneros. Lo que en principio pretendía ser una sesión de fotos superventas sintonizando con las inquietudes de los más jóvenes, al estilo de la portada que protagonizaron en abril de 2014 Kim Kardashian y Kanye West, ha terminado con un comunicado en el que la edición estadounidense de la publicación ha tenido que pedir disculpas.
El reportaje celebraba el intercambio de prendas entre la modelo, de 22 años, y el exintegrante de One Direction para concluir en un vistoso titular: Gigi Hadid y Zayn forman parte de una nueva generación que abraza la fluidez de género. Incluso usó el llamativo —y ¿desafortunado?— hashtag #GenderfluidGoals (Los objetivos de la fluidez de género, en castellano). Las redes no tardaron en reaccionar y en poner en evidencia a la revista por la ligereza con la que se había tratado el tema: “Creo que Vogue no tiene muy claro lo que significa la fluidez de género. Vestir la camiseta de tu novia no te convierte en alguien de género fluido”, escribía la editora y escritora Colette Fahy en Twitter. A lo que una perpleja Hannah Orenstein, editora de la revista Seventeen, añadía: “Zayn y Gigi son retratados como personas de género fluido en esta pieza… ¿Porque a veces intercambian su ropa?”. Y es que aunque el cantante británico, de 24 años, “se atrevía” con algunas prendas excéntricas de la última colección de Gucci, para muchos fue ir demasiado lejos convertirlos en adalides de una lucha que poco tiene que ver con ellos.
“Usar mi identidad, usar las identidades, las problemáticas y el activismo y el esplendor de la gente no-binaria o que no se conforma con un género con la finalidad de animar tu portada de otoño con dos famosos cisgénero [término que se utiliza para describir personas cuya identidad de género y género biológico coinciden] no está bien, Vogue”, redactaba en Cosmopolitan el escritor transgénero Jacob Tobia, que volvía de nuevo a la ya recurrente “apropiación cultural”, criticando el “tomar prestados los símbolos e ideas creadas por un grupo de personas para usarlos sin crédito, colaboración o compensación para exaltar a gente que precisamente no forma parte de este grupo oprimido”. La revista, que reconocía en su disculpa que “pretendían remarcar el impacto que las comunidades de género fluido y no-binario han tenido en la moda y la cultura”, entonaba el mea culpa: “Sentimos mucho que la historia no haya reflejado de forma correcta ese espíritu. Hemos fallado”.
Si hay una persona que a estas alturas está sensibilizada con la corrección política esa es Karlie Kloss. La modelo ha tenido que pedir disculpas dos veces por participar en apropiaciones culturales. La primera cuando en el desfile anual de Victoria’s Secret en 2012 apareció luciendo un atuendo reservado para guerreros y jefes de guerra de pueblos nativos americanos. La segunda, este año cuando en el “número de la diversidad” de Vogue aparecía caracterizada de geisha. De nuevo las redes se preguntaron por qué la publicación no había usado una modelo asiática en lugar de Kloss. No fueron las únicas quejas de ese número. Muchos consideraron que las rotundas curvas de Ashley Graham se intentaron camuflar al máximo en el posado coral de la portada. Otros alucinaban que en el “número de la diversidad”, Karlie Kloss recibiera seis páginas y las modelos Imaan Hammam, holandesa de descendencia egipcia y marroquí, y la china Liu Wen, solo una. Mientras que algunos critican que este exceso de corrección política puede llevar a un empobrecimiento creativo, los más jóvenes tienen claro que no queda otra que abandonar viejos hábitos para abrir la moda a nuevas culturas, razas y reivindicaciones de una forma respetuosa, participativa e inclusiva.
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