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¿Qué esconde el modelo del perfume favorito de los ‘millennial’?

Jordan Barrett es un australiano de 19 años. Un maniquí de los más cotizados para la fragancia favorita de los jóvenes: 1 Million, de Paco Rabanne

Jordan Barrett posa con Camiseta ‘Futuresex’ de Paco Rabanne.
Jordan Barrett posa con Camiseta ‘Futuresex’ de Paco Rabanne.Gorka Postigo/Natalia Bengoechea

Si rodaran el biopic de Jordan Barrett tendrían que añadir algo a la realidad para que no resultara inverosímil. Así de cerca está este modelo del cliché que manejamos de los australianos. ¿De verdad que le descubrieron mientras surfeaba, que iba al instituto en la playa y que estudiaba salvamento marítimo y reparación de barcos? Lo cierto es que la cosa ocurrió así y que Barrett, que por supuesto es rubio natural y está siempre bronceado, se crio buceando, navegando y asaltando las olas en Byron Bay, al noreste del país. Cuando tenía 13 años, se le acercó un cazatalentos y él pensó que se había metido en líos por surfear en un lugar prohibido. Después se le olvidó, hasta que su madre encontró en el bolsillo de sus tejanos la tarjeta de la agencia de modelos.

Hoy es uno de los más cotizados –Models.com, la biblia de los modelos, lo escogió maniquí del año en 2016 y ha posado para Mario Testino, Mert & Marcus, Steven Klein o Peter Lindbergh– y una presencia imparable en Instagram, donde sus más de 575.000 seguidores likean como si se acabara el mundo todas sus fotos a bordo de yates en Montecarlo, con sus amigos skaters en Nueva York o en un festival californiano. En su cuenta todo respira un hedonismo que no necesita disimular. El discurso “es muy duro ser modelo” no va con él. Viéndolo, queda claro que ser joven, bello y rico debe ser bastante divertido.

Barrett es la nueva imagen de las fragancias 1 Million y 1 Million Privé, de Paco Rabanne. La marca le ha escogido por ser “un bad boy con cara de ángel”, por sus “penetrantes ojos turquesa” y por su “toque de insolencia”. No tuvieron que explicarle en qué consisten los perfumes –un hitazo en el mundo de la perfumería con especial repercusión entre los milénicos, que aprecian su insolencia–; Barrett los conocía de sobra. “1 Million es la fragancia favorita de mis hermanos mayores y cuando llegué a la adolescencia, mi madre también me la compró a mí. A todo el mundo le encanta y ¿quién no quiere tener esa botella dorada? Me alucina haber llegado a ser la cara de este perfume”, cuenta mientras espera para la sesión de fotos de ICON en Barcelona.

"Llevo mucho tiempo preparándome para ser actor. Es algo que me obliga a utilizar mi mente de otra manera, es casi como una terapia"

Acaba de aterrizar desde Cannes, donde unas horas antes asistía a la gala Amfar, como invitado especial de la organizadora, Carine Roitfeld. Su vida ha ido más o menos así en los últimos años: un día posando con Stella Maxwell para Cavalli, al siguiente con Lexi Boling en la campaña de Versace Jeans. Tom Ford, Balmain, Moschino y Coach lo quieren. Los periódicos australianos publicaron que cobró 100.000 dólares (unos 86.000 euros) por minuto por desfilar en la pasada Fashion Week de Nueva York.

Jordan viste Camisa Ermenegildo Zegna y Pantalón Cos.
Jordan viste Camisa Ermenegildo Zegna y Pantalón Cos.Gorka Postigo/ Natalia Bengoechea

Da la impresión de que, a sus 19 años, Barrett todavía disfruta con cada nuevo reto. ¿Desmiente el cliché que pinta el mundo de la moda como un lugar peligroso lleno de tiburones? “Ni siquiera había oído ese cliché. Conmigo todo el mundo ha sido encantador”. Estar tan cerca de quienes prescriben las tendencias le ha hecho apreciar más la ropa y lo que lleva detrás, pero sigue sin preocuparle demasiado lo que se pone por la mañana. “Todo depende de qué maleta lleve ese día conmigo. Si está en la maleta, me lo pongo. En general, intento ir cómodo a no ser que se trate de un evento”.

En el anuncio para la campaña, en el que aparece haciendo el moonwalk (la famoso pasito de baile de Michael Jackson) y jugando con un globo terráqueo recubierto de oro, Barrett ha podido iniciarse en la actuación, una de sus aspiraciones. “Llevo mucho tiempo preparándome. Es algo que me obliga a utilizar mi mente de otra manera, es casi como terapia”, confiesa. No sería el primer modelo en pasarse al cine. Jamie Dornan, Ashton Kutcher, Mark Wahlberg, Channing Tatum lo hicieron antes y Lucky Blue Smith prepara su debut en la pantalla grande. Sin embargo, cuando se le pregunta por actores a los que admira no cita esos nombres, ni los de los hermanos Hemsworth, sus vecinos de Byron Bay. “Me gusta George Clooney, Johnny Depp en todo lo que hace, Leo DiCaprio…”. Con él, precisamente, le comparan a menudo, por sus facciones aniñadas.

Hasta que le llegue su oportunidad, sus seguidores tendrán que conformarse con sus Instagram stories. Se le reconoce como un auténtico samurái de las redes, uno de los instamodelos que están cambiando la manera de ejercer la profesión. Aun así, Barrett asegura que sus publicaciones no responden a un cálculo frío ni hay un plan tras su presencia digital: “Qué va, algunas semanas cuelgo un montón de cosas y otras nada. Si ves mi cuenta, es espontáneo, posteo cosas graciosas”. En su móvil también hay mucha música. Bandas sonoras de Tarantino, por ejemplo, y La chica de Ipanema, la canción que se pone cada mañana cuando se despierta, esté en el huso horario en que esté.

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