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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Querido Donald

Macron lanza una operación de seducción hacia el presidente americano aparcando pragmáticamente las diferencias

Macron y Trump junto a Melania Trump este viernes en París.
Macron y Trump junto a Melania Trump este viernes en París.YVES HERMAN (REUTERS)

Emmanuel Macron ha lanzado una operación de seducción hacia el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y este ha sucumbido a los encantos de París. El golpe de efecto del presidente francés de invitar a Trump a presidir el Desfile de la Fiesta Nacional era del todo inesperado. Los dos mandatarios no solo tienen posiciones políticas opuestas en temas cruciales, como el cambio climático, sino que han manifestado públicamente sus diferencias.

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Macron ha demostrado de esta manera su pragmatismo y también su osadía. A Vladímir Putin, acusado de injerencia en asuntos galos, le recibió con toda solemnidad en el palacio de Versalles. A Donald y Melania Trump les ha preparado una gira turística de lujo. Afrontando las críticas, el presidente de Francia ha hecho valer la fascinación mutua de ambas naciones y, sobre todo, la necesidad de entenderse con la primera potencia militar, con la que colabora estrechamente en el Sahel y en Oriente Próximo en la batalla contra el terrorismo, tanto a nivel defensivo como de inteligencia.

El populista Trump y el europeísta Macron han establecido una aparentemente buena sintonía personal, lo que siempre facilita las relaciones a otros niveles. La primera visita bilateral de Trump a un país europeo fue a Polonia, donde, dijo, no sería abucheado. Este viaje rompe su aislamiento en un continente tradicionalmente amigo y, de paso, eleva a Francia al lugar en el que Macron quiere situarlo en el tablero mundial.

El francés aludió al americano como “querido Donald” y este tildó a Macron de “superpresidente” capaz de frenar el terrorismo. Pero la visita ha coincidido con dos detalles alarmantes: un recorte presupuestario en Defensa que contradice las promesas electorales de Macron y su elogio hacia Xi Jinping el mismo día de la ominosa muerte del disidente Liu Xiaobo. El pragmatismo tiene ciertos límites.

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