Christopher Nolan declara la guerra a robots, superhéroes y minions con 'Dunkerque'
La última peli del director sobre esta operación de rescate que marcó el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial llega el 21 de julio al cine. Vivimos en primera persona cómo fue el rodaje
Lo que iba a ser un paseo por la playa de Dunkerque se acaba de convertir en una batalla. Han pasado 76 años desde que tuviera lugar en esta costa de decenas de kilómetro uno de los episodios fundamentales de la II Guerra Mundial. Desde aquí se evacuaron a alrededor de 340.000 soldados del ejército aliado en apenas una semana. La operación fue tan complicada y dramática que harían falta unos cuantos episodios del canal Historia para narrarla.
Pero volvamos al presente, porque esos veteranos ya están a salvo y yo soy un egocéntrico quejica que empieza a entender por qué este fin de semana idílico que me habían ofrecido en TENTACIONES —"¿quieres subirte a un bote vintage anclado en el Támesis, volar en helicóptero de lujo y pasar una mañana en la playa?"— no se lo ha quedado el director. Maldita sea, me han enviado a la guerra y yo he venido con el entusiasmo y la ignorancia de un voluntario.
"No creo que haya nadie capaz de afrontar este rodaje aparte de Nolan"
TIERRA. O más bien arena. Eso es lo que estoy comiendo en estos momentos. El viento es fortísimo, cuesta avanzar y sientes cómo los granos se meten también en los oídos, la nariz y lugares de tu cuerpo que solo una exploración posterior en la bañera del hotel confirmará. Estoy siguiendo a Joshua Levine, un actor e historiador que sabe absolutamente todo lo que pasó aquellos días de mayo y junio de 1940 en esta playa. "He entrevistado a cientos de evacuados y ninguno cuenta la misma historia: para algunos fue un infierno que les hizo plantearse el suicidio y otros lo recuerdan como unas vacaciones con colegas", comenta a grito pelado y aplastándose con la mano contra la cabeza su sombrero de Indiana Jones. A mi lado asiente Emma Thomas, productora y colaboradora del director Christopher Nolan. También es su esposa, y quizá por eso, con una sonrisa de oreja a oreja y una actitud que explica por qué ha sido la responsable de películas del calibre de El caballero oscuro, Origen o Interstellar, se ha sacrificado a acompañarnos mientras su marido remata en el estudio de montaje y edición Dunkerque, la ambiciosísima recreación de la retirada aliada que permitió el comienzo de la derrota nazi.
"Siempre he sido una freak de la Historia, es lo que estudié en la universidad", confiesa Thomas mientras estamos refugiados en una duna. De hecho, ella fue la instigadora inconsciente de esta película, hace ya casi veinte años, en una excursión de novios cuando todavía ni siquiera habían sacudido el cine moderno con Memento. "Solíamos hacer viajes en el barco de un amigo y una vez hicimos la travesía de Dover a Dunkerque. Lo que más impresionó a Chris es que hubiera civiles jugando un papel tan activo en este rescate". Sí, civiles, pero para hablar de eso todavía quedan un par de kilómetros de playa que recorrer y 400 gramos de arena que tragar. Ojo, no estamos haciendo nada que el mismísimo Harry Styles, ex One Direction y actual crooner postadolescente, no hiciera hace casi un año en este mismo escenario. Eso ayuda a sobreponerse. Y es que para su debut cinematográfico, el cantante superó junto a otros jóvenes compañeros como Fionn Whitehead, Aneurin Barnard o Barry Keoghan una experiencia a la que ni la partida multijugador más intensa del último Battlefield podría acercarse.
MAR. Dejémoslo en río, porque aunque las aguas del Támesis esta mañana bajan revueltas —hace apenas dos días tuvo lugar el atentado en el Puente de Westminster—, no se puede comparar con el oleaje del Atlántico. Hemos venido hasta aquí para subir a una típica embarcación de recreo de los años 30, una de esas en las que las familias británicas pasaban un agradable fin de semana tomando el sol y respirando aire fresco en la costa, y que una mañana de mayo de 1940, ante una llamada de emergencia del gobierno de Winston Churchill, se convirtieron instantáneamente en parte de la flota de Su Majestad.
"Para entender la situación", explica Neil Andrea, el encargado de buscar, comprar y acondicionar estos barcos para Dunkerque y el tipo al que todos en Hollywood recurren cuando hay una escena naval, "hay que hacerse a la idea de que en este espacio en el que cabía una familia de cuatro miembros aquí se llegaron a cargar hasta sesenta personas". Los buques de la marina británica no podían llegar hasta la playa, habrían encallado en la arena por sus dimensiones, y no había más que un peligrosísimo espolón que se adentraba en el mar para hacer de pasarela a los soldados aliados en Dunkerque. Por eso el papel de estos botes fue esencial. La mayoría sirvieron de conexión entre la costa y los grandes navíos, aunque algunos transportaron al límite de su capacidad a los evacuados hasta puerto británico.
Hay una foto de una mujer vestida de novia y otra de un niño pequeño en la cabina de navegación y, aunque lo busco, no encuentro una plaquita en la que ponga "No corras, papá". Aún así, es indudable que se trata del barquito familiar en el que Mark Rylance, ganador del oscar por El puente de los espías, rescata al soldado Cillian Murphy (Peaky blinders) en Dunkerque. O en lo poco que se ha podido ver de Dunkerque, porque Nolan, un director con alergia a los móviles —no tiene y los prohíbe en sus rodajes— y conocido por los contratos de confidencialidad que hace firmar a quienes trabajan con él, está consiguiendo lo imposible en 2017: estrenar una película sin que se sepa casi nada de ella.
"Aunque quizá la clave esta vez sea el cómo", deja caer Thomas como quien no quiere la cosa. "Cuando decimos que se trata de nuestra película más ambiciosa no se trata solo de su escala, de las escenas con 1.300 extras o del material histórico en el que se basa. El gran desafío esta vez es el estilo narrativo". Entonces, cuando Nolan, un hombre capaz de adaptar la teoría del caos a las viñetas hiperrealistas de su Batman, o de meter un sueño dentro de un sueño dentro de un sueño en su escheriana Origen, o de explorar a través de agujeros negros en busca de la quinta dimensión, asegura desde su atalaya que "Dunkerque es mi película más experimental", ¿qué grado de complejidad debemos esperar? De nuevo, una media sonrisa de Emma Thomas hace pensar que su silencio responde "muy alto".
AIRE. Cuando te pregunten cómo es ir en helicóptero de lujo toma prestada esta contestación: "Igual que en una limusina pero sin notar los baches". Estamos cubriendo por segunda vez en lo que va de mañana la distancia entre Londres y Dunkerque. Más o menos lo que sería un día más en la oficina para el personaje de Tom Hardy en la película, un piloto de la Royal Air Force encargado de proteger a los soldados que, apelotonados en la playa francesa, se han convertido en un blanco ideal para la aviación alemana. El cielo está despejado y cuesta imaginar en un escenario tan plácido la batalla aérea que Nolan ha revivido con la ayuda de los, escasísimos, efectos digitales de una película que lo apuesta todo al realismo.
"A Nolan le impresionó que tantos civiles ayudasen en el rescate"
"No creo que haya nadie ahora mismo capaz de afrontar un rodaje así aparte de Chris y Emma", asegura Kenneth Branagh, que interpreta al Comandante Bolton, al mando de la operación de evacuación en Dunkerque. Que lo diga alguien que ha dirigido batallas épicas tanto en la shakespeariana Henry V como en la marveliana Thor, otorga crédito extra a la afirmación. "En el rodaje, contemplando lo que había montado, aparte de lo espectacular que me parecía todo, solo podía pensar en una cosa: menos mal que esto no lo tengo que dirigir yo".
Branagh es la persona con más experiencia cinematográfica de las que están en la mesa que comparte una representación del reparto de Dunkerque. Hardy y Rylance están disculpados por compromisos laborales. Cillian Murphy está también, pero una pregunta anterior de un periodista le ha torcido el día —quería un comentario del reciente atentado londinense— y no tiene ganas de hablar. El resto son los jóvenes actores británicos que Nolan y Thomas han elegido tras unas pruebas mucho más exigentes que las del ejército británico. Tampoco se libró Harry Styles, al que tengo sentado enfrente. Ni un dedo sin anillos, camisa abierta y su característico pelazo, pero para ser una estrella no se da aires de nada. De hecho, es él el que me hace una pregunta. "¿Has estado en la playa de Dunkerque? ¿Qué te ha parecido?". No está mal, Harry, pero, sinceramente, me ha gustado más la parte del helicóptero. ¿Sabías que es como ir en limusina pero sin baches?
Dunkerque se estrena el 21 de julio.
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1. Aparece Michael Caine: Desde que le convirtió en Alfred, mayordomo para todo de la familia Wayne, Nolan ha tenido al Sir en todas sus películas. A no ser que sea una voz en off a última hora, esta vez se pierde Dunkerque.
2. Trajes a medida. Nolan dirige con un dress code impecable, en el que la corbata es opcional pero la americana innegociable. Sus protagonistas, de Christian Bale a Leo DiCaprio, han reproducido su estilo elegante en la pantalla.
3. Truco final, véase giro sorprendente. Cuestionables (El caballero oscuro: La leyenda renace), sensiblones (Interstellar), efectistas (Memento) o geniales (The prestige), las películas de Nolan de dejan con el culo torcido cuando sale "The End".
4. A la batuta, Hans Zimmer. Traductor del "vroooom" a la partitura, Morricone con subwoofer, director de orquesta con salida USB, compositor de las bandas sonoras que inspiran a gladiadores modernos; todo lo que se diga del músico de cabecera de Nolan es poco. Con él o con nadie.
5. Mejor en pantalla grande. O lo que es lo mismo: IMAX. Desde que descubrió su potencial con la imponente escena del atraco que abría El caballero oscuro, Nolan no ha querido rodar con otra cosa. Si quieres ver Dunkerque como realmente la imaginó, hazlo en una de las tres salas (dos en Madrid, una en Valencia) que cuentan con esta tecnología en España. Otra cosa que no sea eso para Chris es como verla en tu smartphone.
6. El otro Nolan. Como pasaba en The Prestige —te vas a comer un SPOILER—, Christopher no sería lo mismo sin su hermano pequeño Jonathan, que ha escrito o colaborado en casi todos sus guiones menos el de Origen. Enfrascado en su propia serie para HBO, Westworld, esta vez no le ha ayudado con Dunkerque.
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